Habitación de Hibari Kyouya
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Re: Habitación de Hibari Kyouya
Podía notar cómo su cuerpo reaccionaba al instante a la excitación del momento, la temperatura tanto de su cuerpo como el mío había aumentado y pronto ese sofoco nos haría jadear. Y yo me encontraba en la misma situación, ese beso tan sensual me excitó cada vez más, sentí un escalofrío de gozo cuando él bajo las manos de mi cintura hasta mi trasero y cuando me lo apresó y así me atrajo más hacia él, lancé un sonoro gemido que se intensificó ante las lamidas obscenas que me daba en el cuello.
Me dejé caer lentamente y con suavidad sobre él hasta apoyar la frente en su hombro y me detuve un momento en el que aproveché para aspirar su aroma, aquel que tanto había echado de menos y que por eso mismo me había atormentado durante esos cuatro meses. Cerré con más fuerza los ojos ante un espasmo de placer, subí las manos hasta su rostro y me separé de él lo justo para mirarlo a los ojos. Había visto esa mirada de deseo muchas veces en él, concretamente, hacía pocas horas, en la compañía, pero seguía antojándoseme lejana... Había sido demasiado tiempo, por culpa de un malentendido además. Había estado a punto de perderlo y yo mismo así lo había decidido. Por primera vez... había temido de verdad alejarme de alguien y quería que él se diera cuenta sin necesidad de decírselo. Perdí la noción del tiempo; no me importó quedarme varios minutos admirando cada una de sus facciones, nunca antes le había prestado tanta atención y ahora entendía de verdad por qué Suzuki se había quedado prendada de él: ese herbívoro de verdad que era atractivo.
Me incliné de nuevo hasta apoyar la frente sobre la suya, sin separar las manos de su rostro, y después me desvié a su oreja. Se la mordí con la punta de los dientes y mientras tanto alcé la rodilla que tenía entre sus piernas y la presioné contra su miembro. Ante el contacto, sentí cómo yo mismo me excitaba aún más y contuve un jadeo desesperado ante la presión en mis pantalones. No me detuve, sino que aumenté la presión para que él la sintiera aún más y continué jugueteando con el lóbulo de la oreja, ora lo mordisqueaba ora lo lamía.
Me dejé caer lentamente y con suavidad sobre él hasta apoyar la frente en su hombro y me detuve un momento en el que aproveché para aspirar su aroma, aquel que tanto había echado de menos y que por eso mismo me había atormentado durante esos cuatro meses. Cerré con más fuerza los ojos ante un espasmo de placer, subí las manos hasta su rostro y me separé de él lo justo para mirarlo a los ojos. Había visto esa mirada de deseo muchas veces en él, concretamente, hacía pocas horas, en la compañía, pero seguía antojándoseme lejana... Había sido demasiado tiempo, por culpa de un malentendido además. Había estado a punto de perderlo y yo mismo así lo había decidido. Por primera vez... había temido de verdad alejarme de alguien y quería que él se diera cuenta sin necesidad de decírselo. Perdí la noción del tiempo; no me importó quedarme varios minutos admirando cada una de sus facciones, nunca antes le había prestado tanta atención y ahora entendía de verdad por qué Suzuki se había quedado prendada de él: ese herbívoro de verdad que era atractivo.
Me incliné de nuevo hasta apoyar la frente sobre la suya, sin separar las manos de su rostro, y después me desvié a su oreja. Se la mordí con la punta de los dientes y mientras tanto alcé la rodilla que tenía entre sus piernas y la presioné contra su miembro. Ante el contacto, sentí cómo yo mismo me excitaba aún más y contuve un jadeo desesperado ante la presión en mis pantalones. No me detuve, sino que aumenté la presión para que él la sintiera aún más y continué jugueteando con el lóbulo de la oreja, ora lo mordisqueaba ora lo lamía.
Re: Habitación de Hibari Kyouya
Seguí saboreando su cuello sin apartar las manos de su trasero, lo masajeaba lujuriosamente; él repentinamente dejó caer más su cuerpo sobre el mío y con un leve gemido ronco apoyó la cabeza en mi hombro, impidiendo así que pudiera continuar, me removí levemente debajo de él y suspiré cuando él inspiró mi aroma, me hizo cosquillas, pero me gustaba...
Con parsimonia llevó una mano hasta mi rostro y se separó lo justo para mirarme fijamente; yo le sujeté la mirada sin pestañear siquiera, ansioso porque él volviera a actuar, lo observé con deseo, mirándolo profundamente y sonreí al ver que no reaccionaba, ¿Quizás estaba pensando en la suerte que tenía al tener a alguien tan atractivo como yo debajo de él? Sonreí nuevamente ante mis pensamientos, pero él nisiquiera hizo ademán de darse cuenta, parecía que había perdido la noción del tiempo mientras me observaba con detenimiento y he de decir que era la primera vez que hacia algo así y por mi parte era la primera vez que me sentía tan nervioso cuando alguien me miraba de esa manera.
Había separado las manos de su trasero y rápidamente subí una de ellas hasta posarla encima de la que tenía en mi rostro, miré sus labios por décimas de segundos y lentamente volví a subir la mirada para clavarla en sus ojos; el enano actuó nuevamente, posó su frente contra la mía sin separar la mano de mi rostro y luego hizo presión con su rodilla en mi entrepierna, me tensé irremediablemente sintiendo como mi miembro peleaba por salir del cierre de mis pantalones, pero él no me ayudó, siguió esta vez haciendo más presión con lo cual yo gemí algo más, fuerte sintiendo como al mismo tiempo lamía y jugueteaba con el lóbulo de mi oreja. Empecé a moverme debajo de él para hacer los roces más placenteros y finalmente separé la mano de encima de la suya, le agarré el brazo con algo de fuerza y luego me incorporé lo justo para susurrar en su oído:
—¿Tan guapo soy que te has quedado mirándome embobado? —susurré con voz melosa y sensual, pero divertida a la vez.
No quería perder la oportunidad de preguntarle.
Con parsimonia llevó una mano hasta mi rostro y se separó lo justo para mirarme fijamente; yo le sujeté la mirada sin pestañear siquiera, ansioso porque él volviera a actuar, lo observé con deseo, mirándolo profundamente y sonreí al ver que no reaccionaba, ¿Quizás estaba pensando en la suerte que tenía al tener a alguien tan atractivo como yo debajo de él? Sonreí nuevamente ante mis pensamientos, pero él nisiquiera hizo ademán de darse cuenta, parecía que había perdido la noción del tiempo mientras me observaba con detenimiento y he de decir que era la primera vez que hacia algo así y por mi parte era la primera vez que me sentía tan nervioso cuando alguien me miraba de esa manera.
Había separado las manos de su trasero y rápidamente subí una de ellas hasta posarla encima de la que tenía en mi rostro, miré sus labios por décimas de segundos y lentamente volví a subir la mirada para clavarla en sus ojos; el enano actuó nuevamente, posó su frente contra la mía sin separar la mano de mi rostro y luego hizo presión con su rodilla en mi entrepierna, me tensé irremediablemente sintiendo como mi miembro peleaba por salir del cierre de mis pantalones, pero él no me ayudó, siguió esta vez haciendo más presión con lo cual yo gemí algo más, fuerte sintiendo como al mismo tiempo lamía y jugueteaba con el lóbulo de mi oreja. Empecé a moverme debajo de él para hacer los roces más placenteros y finalmente separé la mano de encima de la suya, le agarré el brazo con algo de fuerza y luego me incorporé lo justo para susurrar en su oído:
—¿Tan guapo soy que te has quedado mirándome embobado? —susurré con voz melosa y sensual, pero divertida a la vez.
No quería perder la oportunidad de preguntarle.
Re: Habitación de Hibari Kyouya
Como única reacción a su repentino comentario, abrí algo más los ojos sin llegar a sobresaltarme o a avergonzarme. Quizá en cualquier otra ocasión le habría desviado la mirada para que no me viera, le habría gritado cualquier cosa y me habría ido. Quería seguir y nada de lo que él dijera iba a hacerme cambiar de opinión. Era verdad que no me esperaba que me dijera aquello y tampoco había sido consciente de que me había quedado mirándolo durante tanto tiempo como para llamarle la atención.
Me quedé mirándolo en silencio un rato más, empezaba a notar cómo mi respiración se alteraba y sentir contra la rodilla su miembro erecto no ayudaba a calmarme. Por fin reaccioné: me acerqué a sus labios con lentitud y cacé los suyos a un ritmo lento. Cerré con más fuerza los dedos de la mano que seguía sobre su rostro, de modo que le arañé levemente desde la nuca hasta el lado del cuello, y apoyé la otra al lado de su cabeza. Cuando nos separamos, apenas unos centímetros, entreabrí los ojos y lo miré de la misma manera que antes, por primera vez, me dio la impresión de que estaba nervioso. Lo había hecho inconscientemente, pero había logrado mi cometido. Sonreí de medio lado con una mueca entre triunfante y traviesa.
—¿Qué pasa? No irás a decirme que te pone nervioso que te miren, ¿verdad? Sería ilógico, ya que eres modelo. —Amplié la sonrisa—. ¿O quizá... soy yo el que te pone nervioso? Si es así, vete acostumbrando porque podría quedarme mirando cada una de tus facciones durante horas sólo para molestarte. Por ejemplo, tu frente... —Le aparté el pelo de la frente y después, me incliné y lo besé ahí mismo en un gesto casi... tierno—. Tus cejas... —Le recorrí una de sus finas cejas con el dedo e hice lo mismo con la otra—. Tus ojos... —Le besé el párpado con la misma suavidad que le había besado en la frente—. Tu nariz... —Bajé por el puente de su nariz con el dedo índice y me detuve hasta acariciar sus labios, los recorrí de lado a lado y me controlé para no besarlo al sentir el tacto húmedo en la yema del dedo; aún no era el momento—. Tus mejillas... —Lo besé ahí e hice una pequeña pausa antes de añadir finalmente—: Y tus labios...
Le di un pequeño beso que apenas fue un roce, apenas capturé sus labios, los cubrí con los míos y me separé de inmediato. Todo hecho con calma y lentitud. Ni siquiera me planteé qué me pasaba por la cabeza para actuar de manera tan suave.
Me quedé mirándolo en silencio un rato más, empezaba a notar cómo mi respiración se alteraba y sentir contra la rodilla su miembro erecto no ayudaba a calmarme. Por fin reaccioné: me acerqué a sus labios con lentitud y cacé los suyos a un ritmo lento. Cerré con más fuerza los dedos de la mano que seguía sobre su rostro, de modo que le arañé levemente desde la nuca hasta el lado del cuello, y apoyé la otra al lado de su cabeza. Cuando nos separamos, apenas unos centímetros, entreabrí los ojos y lo miré de la misma manera que antes, por primera vez, me dio la impresión de que estaba nervioso. Lo había hecho inconscientemente, pero había logrado mi cometido. Sonreí de medio lado con una mueca entre triunfante y traviesa.
—¿Qué pasa? No irás a decirme que te pone nervioso que te miren, ¿verdad? Sería ilógico, ya que eres modelo. —Amplié la sonrisa—. ¿O quizá... soy yo el que te pone nervioso? Si es así, vete acostumbrando porque podría quedarme mirando cada una de tus facciones durante horas sólo para molestarte. Por ejemplo, tu frente... —Le aparté el pelo de la frente y después, me incliné y lo besé ahí mismo en un gesto casi... tierno—. Tus cejas... —Le recorrí una de sus finas cejas con el dedo e hice lo mismo con la otra—. Tus ojos... —Le besé el párpado con la misma suavidad que le había besado en la frente—. Tu nariz... —Bajé por el puente de su nariz con el dedo índice y me detuve hasta acariciar sus labios, los recorrí de lado a lado y me controlé para no besarlo al sentir el tacto húmedo en la yema del dedo; aún no era el momento—. Tus mejillas... —Lo besé ahí e hice una pequeña pausa antes de añadir finalmente—: Y tus labios...
Le di un pequeño beso que apenas fue un roce, apenas capturé sus labios, los cubrí con los míos y me separé de inmediato. Todo hecho con calma y lentitud. Ni siquiera me planteé qué me pasaba por la cabeza para actuar de manera tan suave.
Re: Habitación de Hibari Kyouya
A pesar de haber tenido tantas relaciones en el pasado, esto era nuevo para mí; nadie, a pesar de que les parecía atractivo y todo eso, nunca me habían hecho sentir estos escalofríos y este sofoco tan inesperado, por primera vez no podía negarlo: estaba nervioso por su culpa.
Sentí todo sus roces como descargas eléctricas, la piel de gallina estaba presente en todo momento y la presión bajo mis pantalones aumentó aún más. ¿Qué podía hacer ahora? Ahora mismo ese enano me tenía completamente dominado por culpa de su repentina muestra de dulzura, la cuál no estaba para nada acostumbrado y mucho menos recibirla de su parte; luego erminó dándome un suave beso en los labios y se separó de inmediato para obervarme de nuevo.
Aún no había respondido a su pregunta, y realmente no esperaba contestarle... Lo único que quería era comérmelo entero, probar cada parte de su cuerpo, no dejarlo descansar y mucho menos hablar, así que como única respuesta sonreí de medio lado y bajé una de mis manos hasta el cierre de su pantalón, inmediatamente se tensó y cuando terminé de desabrochárle el botón y metí la mano agarrándole con fuerza el miembro gimió roncamente, yo busqué algo de aire antes de empezar a masajeársela y luego le puse la mano libre detrás de su cabeza y empecé a besarlo vorazmente, mucho más agresivo y pasional que antes.
Todo lo que había hecho sólo había servido para desesperarme más, ya no podía aguantar más este ritmo lento y podía ver que él tampoco por sus acciones y su movimiento de pelvis acompañándo la masturbación de mi mano sobre su pene para darse más placer.
Después de haber estado esperando y soñando cada noche con embestirlo hasta el amanecer, era lo máximo que podía aguantar...
Sentí todo sus roces como descargas eléctricas, la piel de gallina estaba presente en todo momento y la presión bajo mis pantalones aumentó aún más. ¿Qué podía hacer ahora? Ahora mismo ese enano me tenía completamente dominado por culpa de su repentina muestra de dulzura, la cuál no estaba para nada acostumbrado y mucho menos recibirla de su parte; luego erminó dándome un suave beso en los labios y se separó de inmediato para obervarme de nuevo.
Aún no había respondido a su pregunta, y realmente no esperaba contestarle... Lo único que quería era comérmelo entero, probar cada parte de su cuerpo, no dejarlo descansar y mucho menos hablar, así que como única respuesta sonreí de medio lado y bajé una de mis manos hasta el cierre de su pantalón, inmediatamente se tensó y cuando terminé de desabrochárle el botón y metí la mano agarrándole con fuerza el miembro gimió roncamente, yo busqué algo de aire antes de empezar a masajeársela y luego le puse la mano libre detrás de su cabeza y empecé a besarlo vorazmente, mucho más agresivo y pasional que antes.
Todo lo que había hecho sólo había servido para desesperarme más, ya no podía aguantar más este ritmo lento y podía ver que él tampoco por sus acciones y su movimiento de pelvis acompañándo la masturbación de mi mano sobre su pene para darse más placer.
Después de haber estado esperando y soñando cada noche con embestirlo hasta el amanecer, era lo máximo que podía aguantar...
Re: Habitación de Hibari Kyouya
De nuevo, volvió a cogerme desprevenido. Esperaba que tratara de avergonzarme como antes, pero lo que hizo fue meter la mano por dentro de mis pantalones. Fue tan repentino e inesperado que el gemido que escapó de mis labios fue más obsceno y alto que los anteriores. A punto estuve de volver a abrir los ojos, pero él tomó la iniciativa, me arrastró hasta él y me besó a un ritmo tan desaforado y hambriento que me dio la impresión de que ese herbívoro pretendía traspasar los límites del placer que un simple beso podía otorgarnos. La masturbación que hacía en mi entrepierna me obligó a dejar el beso en un segundo plano y él se aprovechó para tomar el control. Dejé que fuera así, sin intentar que fuera al contrario, pero tampoco bajé la intensidad del beso.
Un delicioso cosquilleo en mi entrepierna me hizo darme cuenta de que no aguantaría mucho más y era algo que no podía permitir. No quería que todo acabara tan rápido y después de lo de la sala donde estuvimos en la compañía, era consciente de que quizá no iba a aguantar mucho o al menos todo lo que quería. Por supuesto, no iba a dejar las cosas así, pero aquella vez quería ser yo de nuevo el dominante y no quería que el cansancio acortara el momento. Era ilógico que tuviera que preocuparme por el agotamiento cuando antes de conocer al herbívoro era para mí algo desconocido, pero él ya me había hecho experimentar tantas sensaciones nuevas que nada de lo que yo creía soportar antes era igual.
Actué con rapidez, me otorgué unos últimos momentos de placer acompañando el movimiento de su mano con un suave vaivén de caderas y después le agarré del brazo y, poco a poco, lo obligué a sacar la mano de mis pantalones. No le di tiempo a replicar y le dije:
—Sé en qué estás pensando, pero esta vez no será así. —Se ve que me entendió, pero, como siempre, no parecía estar dispuesto a ceder—. Tú eres más pequeño que yo y eso me da el derecho a ser el dominante. —Por la cara que puso, estaba claro que ese herbívoro egocéntrico no me había entendido, así que especifiqué—: En edad.
Un delicioso cosquilleo en mi entrepierna me hizo darme cuenta de que no aguantaría mucho más y era algo que no podía permitir. No quería que todo acabara tan rápido y después de lo de la sala donde estuvimos en la compañía, era consciente de que quizá no iba a aguantar mucho o al menos todo lo que quería. Por supuesto, no iba a dejar las cosas así, pero aquella vez quería ser yo de nuevo el dominante y no quería que el cansancio acortara el momento. Era ilógico que tuviera que preocuparme por el agotamiento cuando antes de conocer al herbívoro era para mí algo desconocido, pero él ya me había hecho experimentar tantas sensaciones nuevas que nada de lo que yo creía soportar antes era igual.
Actué con rapidez, me otorgué unos últimos momentos de placer acompañando el movimiento de su mano con un suave vaivén de caderas y después le agarré del brazo y, poco a poco, lo obligué a sacar la mano de mis pantalones. No le di tiempo a replicar y le dije:
—Sé en qué estás pensando, pero esta vez no será así. —Se ve que me entendió, pero, como siempre, no parecía estar dispuesto a ceder—. Tú eres más pequeño que yo y eso me da el derecho a ser el dominante. —Por la cara que puso, estaba claro que ese herbívoro egocéntrico no me había entendido, así que especifiqué—: En edad.
Re: Habitación de Hibari Kyouya
Perdí la noción del tiempo que levabámos besándonos lujuriosamente, sólo pensaba en los deliciosos roces que le daba a su lengua para después tirar de su labio inferior y arremeter nuevamente contra su boca; no dejé de mover mi mano en ningún momento, sentía el líquido preseminal y inmediatamente me di cuenta de que estaba a punto de correrse.
A pesar de eso, él detuvo el movimiento de mi mano y fruncí el ceño al escucharlo. Entendí claramente a lo que se refería, pero me pareció absurdo el por qué de que él hiciera el rol activo, como respuesta sonreí maliciosamente y llevé una de mis manos hasta mi boca, lamí sinuosamente dos de mis dedos y cuando terminé abrí los ojos viendo su expresión de deseo.
—Me parece completamente estúpido lo que acabas de decir. —Sabía que podría interpretarlo como que me negaba a tener el rol pasivo, pero antes de siquiera pensar que ocurriría lo provocaría para ver lo que podía llegar a hacer.
—Ya sabes mi respuesta y pensé que no volverías a hablar sobre ello después de lo bien que te lo hice pasar. —Me negué, pero cuanto más lo pensaba menos me desagradaba que él fuera el dominante esta vez, después de todo la noche era muy larga y podríamos cambiar posiciones más tarde.
Puse un dedo sobre sus labios impidiendo así que dijera lo que fuera que iba a decir y añadí en tono meloso y arrebatadoramente sensual:
—Si tanto deseas entrar en mí, hazme cambiar de opinión.
A pesar de eso, él detuvo el movimiento de mi mano y fruncí el ceño al escucharlo. Entendí claramente a lo que se refería, pero me pareció absurdo el por qué de que él hiciera el rol activo, como respuesta sonreí maliciosamente y llevé una de mis manos hasta mi boca, lamí sinuosamente dos de mis dedos y cuando terminé abrí los ojos viendo su expresión de deseo.
—Me parece completamente estúpido lo que acabas de decir. —Sabía que podría interpretarlo como que me negaba a tener el rol pasivo, pero antes de siquiera pensar que ocurriría lo provocaría para ver lo que podía llegar a hacer.
—Ya sabes mi respuesta y pensé que no volverías a hablar sobre ello después de lo bien que te lo hice pasar. —Me negué, pero cuanto más lo pensaba menos me desagradaba que él fuera el dominante esta vez, después de todo la noche era muy larga y podríamos cambiar posiciones más tarde.
Puse un dedo sobre sus labios impidiendo así que dijera lo que fuera que iba a decir y añadí en tono meloso y arrebatadoramente sensual:
—Si tanto deseas entrar en mí, hazme cambiar de opinión.
Re: Habitación de Hibari Kyouya
Abrí los ojos de par en par por la sorpresa. ¿Había oído bien? ¿El herbívoro me había retado a hacerle cambiar de opinión? Quizá él pensara que me irritaba que se negara —y era cierto, la verdad—, pero que me retara me hacía arder no sólo de deseo y desesperación, sino también de ganas de demostrarle cuanto antes que iba a caer y terminaría cediendo. La palabra "reto" significaba para mí "victoria". Esbocé una media sonrisa maliciosa, le agarré de la muñeca y le separé la mano lo mínimo para decirle en un tono satisfactorio que no pude ocultar:
—Has cometido un grave error desafiándome. —Me erguí y aproveché el movimiento para apretarle más el miembro con la rodilla y le lamí el dedo con el que me había hecho callar sin apartar la mirada de la suya. Continué hasta la palma de la mano y terminé dándole un pequeño mordisco en la muñeca—. Dentro de unos minutos, tú mismo lo reconocerás.
Volví a inclinarme sobre él hasta dejar una escasa distancia entre ambos. No le solté la mano, sino que se la inmovilicé contra el colchón, a la altura de la cabeza. Verlo en esa posición debajo de mí me encantaba, la perspectiva era diferente y aunque reconocía que no me desagradaba la contraria, iba a demostrarle que su complejo de dominante no era... invencible. Mi sonrisa se transformó en una traviesa y mientras apoyaba mi mano libre al otro lado de su cabeza, alejé la rodilla de su entrepierna y le rodeé la cintura para quedar a sentado a horcajadas sobre su pelvis. Sentí la presión de su miembro en el trasero y me moví sinuosamente encima de él de modo que él también sintiera el mío.
Era consciente de que la intención de torturarlo y provocarlo podía volverse en mi contra porque cada vez me estaba volviendo más ansioso por conseguir mi cometido.
—Parece ser que has olvidado lo bien que te hice sentir la primera vez —continué en un tono de voz más bajo, de modo que mi voz sonara más sensual—. Así que ya es hora de que te lo recuerde. Si a pesar de estar desesperado por sentirlo de nuevo, eres tan testarudo que te niegas a ceder, optaré por un plan B —añadí con malicia y me dirigí a su oreja para susurrarle al oído una única palabra—: abstinencia.
—Has cometido un grave error desafiándome. —Me erguí y aproveché el movimiento para apretarle más el miembro con la rodilla y le lamí el dedo con el que me había hecho callar sin apartar la mirada de la suya. Continué hasta la palma de la mano y terminé dándole un pequeño mordisco en la muñeca—. Dentro de unos minutos, tú mismo lo reconocerás.
Volví a inclinarme sobre él hasta dejar una escasa distancia entre ambos. No le solté la mano, sino que se la inmovilicé contra el colchón, a la altura de la cabeza. Verlo en esa posición debajo de mí me encantaba, la perspectiva era diferente y aunque reconocía que no me desagradaba la contraria, iba a demostrarle que su complejo de dominante no era... invencible. Mi sonrisa se transformó en una traviesa y mientras apoyaba mi mano libre al otro lado de su cabeza, alejé la rodilla de su entrepierna y le rodeé la cintura para quedar a sentado a horcajadas sobre su pelvis. Sentí la presión de su miembro en el trasero y me moví sinuosamente encima de él de modo que él también sintiera el mío.
Era consciente de que la intención de torturarlo y provocarlo podía volverse en mi contra porque cada vez me estaba volviendo más ansioso por conseguir mi cometido.
—Parece ser que has olvidado lo bien que te hice sentir la primera vez —continué en un tono de voz más bajo, de modo que mi voz sonara más sensual—. Así que ya es hora de que te lo recuerde. Si a pesar de estar desesperado por sentirlo de nuevo, eres tan testarudo que te niegas a ceder, optaré por un plan B —añadí con malicia y me dirigí a su oreja para susurrarle al oído una única palabra—: abstinencia.
Re: Habitación de Hibari Kyouya
Sólo pude sonreir de medio lado al escuchar lo que decía, parece que no se había dado cuenta que con lo que hiciera a partir de ahora para que yo aceptara, era sólo para hacer más evidente lo que él deseaba. Miré expectante cada uno de sus movimiento y comencé a sentir aún más el violento bombear de mi corazón, después se sentó encima de mi erección y en ese momento contuve la respiración unos segundos y solté el aire en un sensual gemido al sentir unos roces que yo mismo provocaba al moverme debajo de él.
Poco a poco mi expresión de total deseo y excitación cambió a una molesta aunque sin perder ese brillo de lujuria en los ojos.
—¿Quién está desesperado? —Pregunté roncamente e inmediatamente golpeé su torso sin hacer demasiada fuerza, sólo para prevenir que dijera algo como eso nuevamente, sin embargo siguió hablando y esta vez estreché los ojos maliciosamente; no me gustaba para nada lo que acababa de decir, tenía que decir algo antes de que siquiera pensara en hacer eso.
—¿Abstinencia? —solté una leve carcajada y cambié mi expresión totalmente mostrándole una sonrisa—. ¿Recuerdas con quién estás hablando? Si quisiera ahora mismo podría tener a una docena de hombres aquí... ¿te atreves a chantajearme sabiendo que podría hacer algo como eso? No me hagas reír..., ambos sabemos que no serías capaz de resistirte a mí. —Mientras hablaba llevé las dos manos hacia el cuello de su camisa y lo atraje violentamente dejándolo a escasos centímetros de mi rostro, ambos respiramos con dificultad, mis labios humedecieron los suyos lentamente y por último me incliné hasta besar la comisura de sus labios.
A pesar de lo que había dicho, por mucho que me costara reconocerlo, el que no sería capaz de hacer lo que acababa de decir era yo; no tenía ni idea de por qué, pero ahora simplemente sólo quería hacerlo con ese imbécil...
Poco a poco mi expresión de total deseo y excitación cambió a una molesta aunque sin perder ese brillo de lujuria en los ojos.
—¿Quién está desesperado? —Pregunté roncamente e inmediatamente golpeé su torso sin hacer demasiada fuerza, sólo para prevenir que dijera algo como eso nuevamente, sin embargo siguió hablando y esta vez estreché los ojos maliciosamente; no me gustaba para nada lo que acababa de decir, tenía que decir algo antes de que siquiera pensara en hacer eso.
—¿Abstinencia? —solté una leve carcajada y cambié mi expresión totalmente mostrándole una sonrisa—. ¿Recuerdas con quién estás hablando? Si quisiera ahora mismo podría tener a una docena de hombres aquí... ¿te atreves a chantajearme sabiendo que podría hacer algo como eso? No me hagas reír..., ambos sabemos que no serías capaz de resistirte a mí. —Mientras hablaba llevé las dos manos hacia el cuello de su camisa y lo atraje violentamente dejándolo a escasos centímetros de mi rostro, ambos respiramos con dificultad, mis labios humedecieron los suyos lentamente y por último me incliné hasta besar la comisura de sus labios.
A pesar de lo que había dicho, por mucho que me costara reconocerlo, el que no sería capaz de hacer lo que acababa de decir era yo; no tenía ni idea de por qué, pero ahora simplemente sólo quería hacerlo con ese imbécil...
Re: Habitación de Hibari Kyouya
Lo que dijo me sorprendió, me molestó, me irritó como nunca no sólo porque no me gustaba, sino porque odiaba que se hubiera atrevido a soltarme algo así como si nada. ¿Era así como quería que confiara en él? Lo único que me había demostrado era que no le atraían las mujeres, pero había dicho hombres. ¿Cómo se atrevía siquiera a mencionarlos? Me irritaba que ese herbívoro se vanagloriara de los hombres que estarían dispuestos a acostarse con él. ¿Es que de verdad iba a llamar a otro si yo me levantaba en ese momento y me iba? No debería extrañarme, al fin y al cabo, una vez ya lo hizo, pero... Yo había decidido, por muy difícil que me resultara, creer en él... ¿Por qué siempre tenía que echar todo por tierra?
Cuanto más lo pensaba, más me cabreaba. Encima decía que yo no sería capaz de resistirme a él. ¿Qué le pasaba a ese maldito orgulloso y arrogante herbívoro? Así que para él aquello no era más que sexo y por lo visto no importaba si se trataba de mí o de otro con tal de conseguirlo. Iba a matarlo, le mordería hasta la muerte. ¿Cómo se atrevía...?
Si ese herbívoro no hubiera dicho eso, habría girado la cara para llevar ese beso hasta mis labios, pero ahora la ira que sentía era mayor que cualquier otra cosa. Fruncí el ceño, entorné los ojos en un gesto tanto peligroso como de rabia y le sujeté rápidamente de las muñecas para que me soltara.
—Me gustaría verte intentándolo... —Lo sujeté con más fuerza, me alejé hasta dejar una distancia prudencial entre nosotros y alcé el tono de voz al añadirle, más irritado que nunca—: ¡Hazlo, llama a todos los hombres que conozcas! Así podré morderlos hasta la muerte a todos juntos.
Tenía muchas más cosas que decirle, pero no quería hacerlo. Lo que de verdad quería hacer y era lo que me instinto me decía era que lo mordiera hasta la muerte por su atrevimiento. Me tomé unos minutos para tratar de tranquilizarme, aflojé el agarre que hacía en sus muñecas hasta que lo solté y agregué en un tono más bajo, aunque aún podía palpar la rabia que sentía:
—Mejor aún: llámalos y acuéstate con todos ellos. Será interesante ver cómo lo haces conmigo delante, seguro que eso te excitaría más, ¿verdad?
Cuanto más lo pensaba, más me cabreaba. Encima decía que yo no sería capaz de resistirme a él. ¿Qué le pasaba a ese maldito orgulloso y arrogante herbívoro? Así que para él aquello no era más que sexo y por lo visto no importaba si se trataba de mí o de otro con tal de conseguirlo. Iba a matarlo, le mordería hasta la muerte. ¿Cómo se atrevía...?
Si ese herbívoro no hubiera dicho eso, habría girado la cara para llevar ese beso hasta mis labios, pero ahora la ira que sentía era mayor que cualquier otra cosa. Fruncí el ceño, entorné los ojos en un gesto tanto peligroso como de rabia y le sujeté rápidamente de las muñecas para que me soltara.
—Me gustaría verte intentándolo... —Lo sujeté con más fuerza, me alejé hasta dejar una distancia prudencial entre nosotros y alcé el tono de voz al añadirle, más irritado que nunca—: ¡Hazlo, llama a todos los hombres que conozcas! Así podré morderlos hasta la muerte a todos juntos.
Tenía muchas más cosas que decirle, pero no quería hacerlo. Lo que de verdad quería hacer y era lo que me instinto me decía era que lo mordiera hasta la muerte por su atrevimiento. Me tomé unos minutos para tratar de tranquilizarme, aflojé el agarre que hacía en sus muñecas hasta que lo solté y agregué en un tono más bajo, aunque aún podía palpar la rabia que sentía:
—Mejor aún: llámalos y acuéstate con todos ellos. Será interesante ver cómo lo haces conmigo delante, seguro que eso te excitaría más, ¿verdad?
Re: Habitación de Hibari Kyouya
Alcé una ceja con expresión perturbada cuando me sujetó las muñecas, separándome así de él; no lo había pensando en el momento en que lo dije, pero posiblemente ese idiota se había mosqueado, lo corroboré cuando empezó a gritar, no puede evitar abrir los ojos de par en par sorprendido por su exagerada reacción. La verdad esque no me había planteado que actuara de esta manera, pero sabía por qué lo hacia así que me hacia sentir bien en cierto modo.
Me estaba sujetando las muñecas con tanta fuerza que seguramente me dejaría marcas, poco a poco su agarre se iba incrementando y me puse serio repentinamente; no sé si fue por mi expresión, pero finalmente me soltó y empezó a hablar esta vez más calmado. Miré varios minutos su rostro y fruncí el ceño visiblemente. ¿Así que ahora le daba igual verme acostándome con otros delante de su cara? Ese idiota parece que no se daba cuenta que se estaba contradiciendo, así que le seguiría el juego.
—¿Debería llamarlos entonces? —Pregunté totalmente serio y seguí—: por una vez te haré caso y lo haré con cada uno de ellos delante de ti... —esbocé una pequeña sonrisa cuando me acerqué para susurrarle al oído y cuando me separé volví a mostrar mi expresión seria.
—Me los follaré a todos..., toda la noche, uno tras otro, salvajemente, hasta que pierdan la conciencia...
No lo dije para mosquearlo más, simplemente lo hacia para que se creyera que de verdad podía hacerlo, aunque la realidad fuera otra muy distinta; ese enano podía llegar a ser muy ingenuo si de verdad pensaba que iba a llamar a esos chicos. ¿Acaso no se había dado cuenta aún de que él era con el único que quería hacerlo ahora? Tsk... jamás pensé que se iba a volver tan complicado volver a a costarme con él...
Me estaba sujetando las muñecas con tanta fuerza que seguramente me dejaría marcas, poco a poco su agarre se iba incrementando y me puse serio repentinamente; no sé si fue por mi expresión, pero finalmente me soltó y empezó a hablar esta vez más calmado. Miré varios minutos su rostro y fruncí el ceño visiblemente. ¿Así que ahora le daba igual verme acostándome con otros delante de su cara? Ese idiota parece que no se daba cuenta que se estaba contradiciendo, así que le seguiría el juego.
—¿Debería llamarlos entonces? —Pregunté totalmente serio y seguí—: por una vez te haré caso y lo haré con cada uno de ellos delante de ti... —esbocé una pequeña sonrisa cuando me acerqué para susurrarle al oído y cuando me separé volví a mostrar mi expresión seria.
—Me los follaré a todos..., toda la noche, uno tras otro, salvajemente, hasta que pierdan la conciencia...
No lo dije para mosquearlo más, simplemente lo hacia para que se creyera que de verdad podía hacerlo, aunque la realidad fuera otra muy distinta; ese enano podía llegar a ser muy ingenuo si de verdad pensaba que iba a llamar a esos chicos. ¿Acaso no se había dado cuenta aún de que él era con el único que quería hacerlo ahora? Tsk... jamás pensé que se iba a volver tan complicado volver a a costarme con él...
Re: Habitación de Hibari Kyouya
Eso era más de lo que podía soportar. Lo admitía con suma tranquilidad y eso que había tenido tiempo de reflexionar y disculparse por atreverse a decirme aquellas palabras, pero el herbívoro lo repitió de varias formas distintas para dejármelo más que claro. Había llegado a pensar que mentía para hacerme enfadar, pero ¿acaso no había comprobado antes con mis propios ojos que sí llamaría a otro si yo le rechazaba? ¿Es que acaso esa situación sólo se iba a arreglar si yo accedía a sus caprichos de dominante, es que iba a tener que hacer lo que él quería si quería seguir junto a él? Jamás, jamás iba a tolerarlo así.
Me descolocaba, no entendía nada de lo que le pasaba por la cabeza. Si alardeaba de que tenía a tantos hombres dispuestos a acostarse con él, ¿por qué había venido en mi búsqueda? La respuesta más lógica era la que él mismo me había dicho en la sala de la oficina, pero si fuera cierto no me diría lo que me estaba diciendo. Odiaba que hablara así, que lo dijera como si nada mientras a mí cada una de esas palabras me irritaban cada vez más... y no sólo eso. Me imaginaba que mi rostro mostraba más incredulidad que ira. Guardé silencio durante unos instantes, suspiré profundamente, me levanté de encima de él lo justo para no mantener contacto y utilicé la pierna derecha como apoyo y así no perder el equilibrio.
—Tienes una forma muy extraña de demostrarme que puedo confiar en ti o, mejor dicho, no sé cómo te atreves a decirme que sólo crea en ti. —Ni en él ni en nadie, simplemente confiaría en mí mismo, como siempre—. Bien, hazlo. No eres el único que tiene en la agenda del móvil el número de alguien que estaría dispuesto a acostarse con él.
Me descolocaba, no entendía nada de lo que le pasaba por la cabeza. Si alardeaba de que tenía a tantos hombres dispuestos a acostarse con él, ¿por qué había venido en mi búsqueda? La respuesta más lógica era la que él mismo me había dicho en la sala de la oficina, pero si fuera cierto no me diría lo que me estaba diciendo. Odiaba que hablara así, que lo dijera como si nada mientras a mí cada una de esas palabras me irritaban cada vez más... y no sólo eso. Me imaginaba que mi rostro mostraba más incredulidad que ira. Guardé silencio durante unos instantes, suspiré profundamente, me levanté de encima de él lo justo para no mantener contacto y utilicé la pierna derecha como apoyo y así no perder el equilibrio.
—Tienes una forma muy extraña de demostrarme que puedo confiar en ti o, mejor dicho, no sé cómo te atreves a decirme que sólo crea en ti. —Ni en él ni en nadie, simplemente confiaría en mí mismo, como siempre—. Bien, hazlo. No eres el único que tiene en la agenda del móvil el número de alguien que estaría dispuesto a acostarse con él.
Re: Habitación de Hibari Kyouya
No recordé al imbécil de Matsumoto Akira, hasta que dio a entender que él también podía llamar a alguien, sentí la sangre hervir dado a lo enfadado que me sentía y luego me incorporé poco a poco manteniéndome a una distancia prudencial; a pesar de que aún ambos estábamos excitados, nuestro orgullo y cabezonería era tal que nos olvidamos completamente de satisfacernos el uno al otro y sabía que hasta que alguno de los dos no cambiara de actitud no pasaría.
Frustrado cerré los ojos e intenté calmarme para no decir algo de lo que pudiera arrepentirme luego... Poco minutos después abrí los ojos lentamente y añadí con voz aparentemente calmada:
—No puedo obligarte a que confíes en mí, pero en el mismo caso soy yo el que más debería desconfiar ahora. —No parecía que entendiera a lo que me estaba refiriendo así que especifiqué aún más—: Fuiste tú y no yo el que se acostó con otro mientras estuvimos separados. ¿Qué pasa, te arrepientes ahora de estar aquí conmigo y no con ese imbécil? —Siguió observándome sin decir ni una palabra y eso me hizo creer aún más que lo que pensaba era cierto, fruncí el ceño y a la misma vez me levanté de la cama, trasteé entre mis cosas y cogí el móvil. Estaba seguro que iba a arrepentirme de lo que iba a decir. ¿Por qué entonces era tan estúpido como para hacer esto? Me maldije a mí mismo y añadí con voz seria y violenta mientras miraba en la agenda del teléfono:
—Bien, si es eso lo que quieres, llámalo; yo haré lo mismo.
Eso dije, pero cuando lo vi intentando coger su móvil mi furia creció rápidamente, anduve hasta él con rapidez y cuando llegué donde estaba cogí su aparato y lo tiré al suelo violentamente, él me miró entre sorprendido y enfadado, pero no me importó, luego hice lo mismo con el mío y con brusquedad lo tumbé en el suelo quedando esta vez yo encima.
Sabía que había sido una acción estúpida, también que me había pasado intentando provocarlo, pero todo había sido por su culpa... Simplemente no podía dejar que él me manejara a su antojo y mucho menos podía dejarle ver tan a la ligera lo que significaba para mí todo lo que él decía.
Gruñí y sujetándo con fuerza su muñeca a cada lado de su rostro lo besé con furia, sintiendo nuevamente todo lo que ese enano me hacia sentir con sólo probar sus labios, un placentero escalofrío me empezó a recorrer la espina dorsal al notar como él me correspondía de la misma manera, sonreí y cambié la posición de la cabeza para besarlo nuevamente. Así estuvimos varios minutos, no nos separamos ni un segundos y el beso que en un principio fue basto y furioso ahora se tornaba pasional y lujurioso, pero hasta un tanto dulce y lento; delicioso... Fui soltando su muñeca lentamente y me separé de su boca para empezar a besar su torso desnudo, suspiré sonoramente contra su piel y minutos después me separé para mirar hacia él.
—Odio que me hagas esto... ¿Acaso no te das cuenta que actuo así por tu culpa? —Apreté con fuerza la mandíbula y luego me dejé caer encima de él lentamente.
Frustrado cerré los ojos e intenté calmarme para no decir algo de lo que pudiera arrepentirme luego... Poco minutos después abrí los ojos lentamente y añadí con voz aparentemente calmada:
—No puedo obligarte a que confíes en mí, pero en el mismo caso soy yo el que más debería desconfiar ahora. —No parecía que entendiera a lo que me estaba refiriendo así que especifiqué aún más—: Fuiste tú y no yo el que se acostó con otro mientras estuvimos separados. ¿Qué pasa, te arrepientes ahora de estar aquí conmigo y no con ese imbécil? —Siguió observándome sin decir ni una palabra y eso me hizo creer aún más que lo que pensaba era cierto, fruncí el ceño y a la misma vez me levanté de la cama, trasteé entre mis cosas y cogí el móvil. Estaba seguro que iba a arrepentirme de lo que iba a decir. ¿Por qué entonces era tan estúpido como para hacer esto? Me maldije a mí mismo y añadí con voz seria y violenta mientras miraba en la agenda del teléfono:
—Bien, si es eso lo que quieres, llámalo; yo haré lo mismo.
Eso dije, pero cuando lo vi intentando coger su móvil mi furia creció rápidamente, anduve hasta él con rapidez y cuando llegué donde estaba cogí su aparato y lo tiré al suelo violentamente, él me miró entre sorprendido y enfadado, pero no me importó, luego hice lo mismo con el mío y con brusquedad lo tumbé en el suelo quedando esta vez yo encima.
Sabía que había sido una acción estúpida, también que me había pasado intentando provocarlo, pero todo había sido por su culpa... Simplemente no podía dejar que él me manejara a su antojo y mucho menos podía dejarle ver tan a la ligera lo que significaba para mí todo lo que él decía.
Gruñí y sujetándo con fuerza su muñeca a cada lado de su rostro lo besé con furia, sintiendo nuevamente todo lo que ese enano me hacia sentir con sólo probar sus labios, un placentero escalofrío me empezó a recorrer la espina dorsal al notar como él me correspondía de la misma manera, sonreí y cambié la posición de la cabeza para besarlo nuevamente. Así estuvimos varios minutos, no nos separamos ni un segundos y el beso que en un principio fue basto y furioso ahora se tornaba pasional y lujurioso, pero hasta un tanto dulce y lento; delicioso... Fui soltando su muñeca lentamente y me separé de su boca para empezar a besar su torso desnudo, suspiré sonoramente contra su piel y minutos después me separé para mirar hacia él.
—Odio que me hagas esto... ¿Acaso no te das cuenta que actuo así por tu culpa? —Apreté con fuerza la mandíbula y luego me dejé caer encima de él lentamente.
Re: Habitación de Hibari Kyouya
Sé que debería haberle explicado que estaba equivocado: yo no me había acostado con nadie y mucho menos pensaba en Matsumoto Akira —que sin duda era del que hablaba—, pero no lo hice. Me levanté y lo miré, ceñudo, mientras él tecleaba en su móvil. Eso me cabreó aún más; no podía creerme que fuera a hacerlo de verdad. Quizá fue por la rabia o para no ser menos, pero yo también cogí mi móvil con claras intenciones de llamar a Matsumoto Akira. No llegué a hacerlo, el reaccionó por fin y después de tirarme el móvil al suelo y también el suyo, me tiró a mí.
Fue repentino y me sorprendió, pero su brusquedad e incluso el golpe contra el suelo no me molestó. Volvía a saborear sus labios y sabía lo que significaba. Ese herbívoro había tratado de engañarme y su orgullo le había obligado a seguir adelante, al igual que me había ocurrido a mí. Parecía que quería explicármelo, sin dejar la rabia a un lado, con ese beso. Yo también quería que supiera que era un estúpido y que, de nuevo, habíamos discutido por su culpa y por ello le correspondí a la misma desesperada intensidad. Ya no había lugar para nada más, ahora sólo podía sentir la excitación y el placer, su cuerpo contra el mío y su boca uniéndose y separándose de forma alocada de la mía. Era el beso más fiero que me había dado hasta ahora y me estaba volviendo loco. Ni siquiera me di cuenta de que me había sujetado de las muñecas hasta que suavizó el agarre. De igual manera, el beso se hizo más tranquilo hasta que al final él se desvió a mi torso. Arqueé la espalda involuntariamente ante el contacto de sus labios contra mi piel y abrí lentamente los ojos cuando lo escuché hablar.
Estuve un rato mirándolo en silencio. Mi expresión ya no era dura; quería seguir y que nunca más nos volviéramos a interrumpir por algo parecido. Tenía decenas de cosas que replicarle, pero sólo había una que me interesaba decirle.
—No he estado con Matsumoto Akira ni con nadie más aparte de ti.
Habíamos hablado de la mutua confianza y este era un momento clave para ver si me creía o no. No había manera de demostrárselo, pero... me importaba que me creyera y quería que lo hiciera. Guardé silencio durante unos instantes y, lenta, muy lentamente, alcé una mano y le acaricié la mejilla. Fue un gesto que no tenía pensado, más que nada porque era uno de esos momentos en los que actuaba con demasiada suavidad. Quizá fue porque por primera vez pensé en cómo debía sentirse él. Quizá no fuera sólo orgullo lo que le hacía negarse a ser el pasivo, quizá le recordara al viejo irritante...
—No sé quiénes han tomado el rol activo contigo y tampoco quiero saberlo o los mordería hasta la muerte, pero... yo no soy ellos.
Fue repentino y me sorprendió, pero su brusquedad e incluso el golpe contra el suelo no me molestó. Volvía a saborear sus labios y sabía lo que significaba. Ese herbívoro había tratado de engañarme y su orgullo le había obligado a seguir adelante, al igual que me había ocurrido a mí. Parecía que quería explicármelo, sin dejar la rabia a un lado, con ese beso. Yo también quería que supiera que era un estúpido y que, de nuevo, habíamos discutido por su culpa y por ello le correspondí a la misma desesperada intensidad. Ya no había lugar para nada más, ahora sólo podía sentir la excitación y el placer, su cuerpo contra el mío y su boca uniéndose y separándose de forma alocada de la mía. Era el beso más fiero que me había dado hasta ahora y me estaba volviendo loco. Ni siquiera me di cuenta de que me había sujetado de las muñecas hasta que suavizó el agarre. De igual manera, el beso se hizo más tranquilo hasta que al final él se desvió a mi torso. Arqueé la espalda involuntariamente ante el contacto de sus labios contra mi piel y abrí lentamente los ojos cuando lo escuché hablar.
Estuve un rato mirándolo en silencio. Mi expresión ya no era dura; quería seguir y que nunca más nos volviéramos a interrumpir por algo parecido. Tenía decenas de cosas que replicarle, pero sólo había una que me interesaba decirle.
—No he estado con Matsumoto Akira ni con nadie más aparte de ti.
Habíamos hablado de la mutua confianza y este era un momento clave para ver si me creía o no. No había manera de demostrárselo, pero... me importaba que me creyera y quería que lo hiciera. Guardé silencio durante unos instantes y, lenta, muy lentamente, alcé una mano y le acaricié la mejilla. Fue un gesto que no tenía pensado, más que nada porque era uno de esos momentos en los que actuaba con demasiada suavidad. Quizá fue porque por primera vez pensé en cómo debía sentirse él. Quizá no fuera sólo orgullo lo que le hacía negarse a ser el pasivo, quizá le recordara al viejo irritante...
—No sé quiénes han tomado el rol activo contigo y tampoco quiero saberlo o los mordería hasta la muerte, pero... yo no soy ellos.
Re: Habitación de Hibari Kyouya
Escuché lo que dijo atentamente, me sorprendí porque no esperaba que me confesara lo que supuestamente era la verdad, ¿debería creerlo? Algo me decía que sí, podía ver que decía la verdad en sus ojos. Me sentí extrañamente calmado y feliz y más aún cuando acarició mi mejilla con suavidad, luego suspiré cerrando los ojos y eché un poco del peso de mi cabeza contra su mano para disfrutar aún más ce su cercania, luego abrí los ojos muy lentamente, comenzó a hablar de nuevo y esta vez alcé levemente una de mis cejas cuando terminó, desvié la mirada mientras me sentaba sobre su pelvis y al notar su erección sonreí maliciosamente, guié una de mis manos hasta el cierre de mi pantalón y me levanté lo justo para poder quitármelos, poco después le dirigí una mirada cargada de morbo y volví a sentarme encima de él, esta vez notando su miembro entre mis nalgas.
Era verdad que odiaba ejercer el rol pasivo, sobre todo por los malos recuerdos que me traía por culpa del bastardo de Miyagi. Fruncí el ceño levemente al recordar todo lo que me había hecho ese cabrón y luego suspiré; con el enano no me disgustaba tanto la idea, después de todo ya lo hice una vez y no me resultó desagradable.
Lo miré fijamente y me moví intensionadamente sobre su pene, notándolo cada vez más y más duro, luego me quité lo poco que me quedaba de la camisa y la tiré hacia atrás. Sonreí al ver como me miraba y confiado empecé a tocar sinuosamente mi torso, me detuve algunos segundos en los pezones y mientras pellizcaba uno de ellos, bajé con mi mano libre hasta la cintura de mi ajustado boxer, notando la punta de mi sexo salir por ella, ronroneé y luego repentinamente me dejé caer sobre él soltando los suaves jadeos que soltaba contra su cuello.
—Mnnh... —mis roncos gemidos tenían un singular efecto sobre él, lo sentía por los ligeros espasmos que daba, por los suspiros que él mismo soltaba casi sin darse cuenta; me encantaba tener ese efecto sobre él.
Poco después sentí sus manos en mi cintura y como intentaba ayudarme en el suave vaivén que yo hacia contra él, le lamí el lóbulo de la oreja sensualmente y me incorporé parar mirarlo a los ojos.
—Desnúdate. —Le ordené mientras esperaba espectante.
Era verdad que odiaba ejercer el rol pasivo, sobre todo por los malos recuerdos que me traía por culpa del bastardo de Miyagi. Fruncí el ceño levemente al recordar todo lo que me había hecho ese cabrón y luego suspiré; con el enano no me disgustaba tanto la idea, después de todo ya lo hice una vez y no me resultó desagradable.
Lo miré fijamente y me moví intensionadamente sobre su pene, notándolo cada vez más y más duro, luego me quité lo poco que me quedaba de la camisa y la tiré hacia atrás. Sonreí al ver como me miraba y confiado empecé a tocar sinuosamente mi torso, me detuve algunos segundos en los pezones y mientras pellizcaba uno de ellos, bajé con mi mano libre hasta la cintura de mi ajustado boxer, notando la punta de mi sexo salir por ella, ronroneé y luego repentinamente me dejé caer sobre él soltando los suaves jadeos que soltaba contra su cuello.
—Mnnh... —mis roncos gemidos tenían un singular efecto sobre él, lo sentía por los ligeros espasmos que daba, por los suspiros que él mismo soltaba casi sin darse cuenta; me encantaba tener ese efecto sobre él.
Poco después sentí sus manos en mi cintura y como intentaba ayudarme en el suave vaivén que yo hacia contra él, le lamí el lóbulo de la oreja sensualmente y me incorporé parar mirarlo a los ojos.
—Desnúdate. —Le ordené mientras esperaba espectante.
Última edición por Arakami Sasuke el Lun Oct 04, 2010 3:16 pm, editado 1 vez
Re: Habitación de Hibari Kyouya
No dijo nada en respuesta a lo que yo le comenté, pero si no saltaba con uno de sus comentarios ingeniosos era porque no se iba a hacer tanto el duro esta vez. Mi decisión de querer ser el dominante seguía en pie y esa vez sí que no iba a permitir que me hiciera cambiar de opinión. Eso pensé, pero lo cierto era que no me esperaba que se sentara justo encima de mi erección, el roce con su trasero me estaba desesperando. La paciencia nunca había sido una de mis virtudes... y tampoco la delicadeza; tenía que poner toda mi fuerza de voluntad para no volverme agresivo.
Ese herbívoro continuó provocándome de manera descarada. No podía apartar la mirada de él y me estaba excitando tanto, aún más, que sentí mi miembro cada vez más duro. Era desesperante... Incluso la manera de desnudarse me pareció sensual, como nunca antes. Lo estaba haciendo a propósito, lo sabía, pero ¿qué podía hacer? Él se había hecho con el control de la situación y si seguía así, seguro que ese orgulloso se aprovecharía para tomar el rol activo.
Lo miré con una leve sonrisa al escucharlo, me incorporé lo máximo que él me permitía y le agarré de las caderas con más fuerza, incrementando así el placentero roce que él había iniciado. Me dejé llevar por completo y gemí largamente. De inmediato, volví a abrir los ojos y al mismo tiempo lo solté y lo sujeté de las muñecas.
—¿Por qué, si puedes hacerlo tú? —le repliqué sin dejar de sonreír con malicia.
Con parsimonia, guié su mano hasta mi camisa, sin apartar la mirada de la suya ni un segundo, me desabotoné los últimos botones de la camisa con ayuda de sus dedos y después, acompañando el gesto con unos suspiros de gozo, comencé a quitármela a la misma lentitud para que él me acariciara el torso en el proceso. Lo solté para quitármela por las mangas y la lancé a mi espalda. El pantalón iba a ser más difícil con él encima, pero él también lo sabía y no tardó en levantarse. De nuevo, le sujeté las manos para desabrocharme el pantalón, le hice rozarme el miembro y lo solté para terminar de desnudarme yo.
No lo había planeado así, pero mi jueguecito me había desesperado aún más. Me apoyé contra él, jadeé por la falta de aire y le lamí toda la extensión de la clavícula. Guié mis manos hacia su trasero y se lo apreté con fuerza. Un nuevo y excitante roce me arrancó otro gemido. Chisté, aún sin separarme de él, y comencé a moverme sinuosamente debajo de él.
Me estaba desesperando como nunca antes, pero él no decía nada y no estaba seguro de si había aceptado o no.
Ese herbívoro continuó provocándome de manera descarada. No podía apartar la mirada de él y me estaba excitando tanto, aún más, que sentí mi miembro cada vez más duro. Era desesperante... Incluso la manera de desnudarse me pareció sensual, como nunca antes. Lo estaba haciendo a propósito, lo sabía, pero ¿qué podía hacer? Él se había hecho con el control de la situación y si seguía así, seguro que ese orgulloso se aprovecharía para tomar el rol activo.
Lo miré con una leve sonrisa al escucharlo, me incorporé lo máximo que él me permitía y le agarré de las caderas con más fuerza, incrementando así el placentero roce que él había iniciado. Me dejé llevar por completo y gemí largamente. De inmediato, volví a abrir los ojos y al mismo tiempo lo solté y lo sujeté de las muñecas.
—¿Por qué, si puedes hacerlo tú? —le repliqué sin dejar de sonreír con malicia.
Con parsimonia, guié su mano hasta mi camisa, sin apartar la mirada de la suya ni un segundo, me desabotoné los últimos botones de la camisa con ayuda de sus dedos y después, acompañando el gesto con unos suspiros de gozo, comencé a quitármela a la misma lentitud para que él me acariciara el torso en el proceso. Lo solté para quitármela por las mangas y la lancé a mi espalda. El pantalón iba a ser más difícil con él encima, pero él también lo sabía y no tardó en levantarse. De nuevo, le sujeté las manos para desabrocharme el pantalón, le hice rozarme el miembro y lo solté para terminar de desnudarme yo.
No lo había planeado así, pero mi jueguecito me había desesperado aún más. Me apoyé contra él, jadeé por la falta de aire y le lamí toda la extensión de la clavícula. Guié mis manos hacia su trasero y se lo apreté con fuerza. Un nuevo y excitante roce me arrancó otro gemido. Chisté, aún sin separarme de él, y comencé a moverme sinuosamente debajo de él.
Me estaba desesperando como nunca antes, pero él no decía nada y no estaba seguro de si había aceptado o no.
Re: Habitación de Hibari Kyouya
Miro embelesado como agarra una de mis manos y la lleva hasta su pecho, rápidamente puedo sentir el fuerte palpitar de su corazón y no puedo hacer otra cosa más que observar el recorrido que hacia mi mano por todo su cuerpo, luego me levanté para que pudiera sacarse los pantalones y en el momento en que aprecié el bulto de su pene debajo de la tela elástica del boxer, me relamí los labios en un gesto tanto inocente como sensual y provocador; seguidamente él llevó mi mano hasta esa zona, subí la mirada cuando lo toqué y solté un suspiro de goce al notar que se encontraba en el mismo estado que el mío.
Mi piel arde, sus manos vagan sin retorno por mi trasero, lo acarician indecorosamente, incentivadas sólo por mis ronroneos y roncos gemidos; puedo sentir como comienza de nuevo con un sensual vaivén, esta vez notando mucho más su generoso bulto entre mis nalgas. Apoyo mis manos cada lado de su cabeza y él aprovecha para lamerme obscenamente la clavícula sin dejar de acariciar mi trasero ni un segundo... Eso es lo máximo que puedo aguantar. Mi inquebrantable orgullo se hace añicos y sólo acepto lo que ambos deseamos, irremediablemente deseo que me posea, pero él no parece muy seguro de que yo lo haya aceptado aún, así que me levanto rompiendo todo contacto con él y me bajo los boxer's lentamente, ante su atenta mirada, sonrío con morbo y me vuelvo a posicionar sobre él, esta vez iniciando yo el movimiento, rozándome descaradamente contra su miembro, luego me deslizo hacia atrás y empiezo a besar y a morder cada resquicio de piel que tengo a la vista.
Muerdo su pene por encima de la tela e igualmente lo lamo, satisfecho con los gemidos que escucho le retiro la molesta tela y me lo meto directamente en la boca, empiezo a mover la lengua para darle más placer tanto cuando subía como al bajar, también me detuve en sus testículos para lamerlos y meterlos en mi boca sin ningún pudor, para luego seguir masturbando con mi boca toda su extensión. En el último momento me detuve y me incorporé hasta quedar a la misma altura que él, me pegué lo más que pude a su cuerpo, a cuatro patas encima de él, inicié un sensual movimiento, lento y obsceno, volviéndome loco al notar ese pedazo de carne duro y caliente intentando adentrarse por mis nalgas, gemí roncamente y mientras le pasaba le lengua por debajo de la lengua le dije:
—Métemela, hazlo antes de que me arrepienta.
Mi piel arde, sus manos vagan sin retorno por mi trasero, lo acarician indecorosamente, incentivadas sólo por mis ronroneos y roncos gemidos; puedo sentir como comienza de nuevo con un sensual vaivén, esta vez notando mucho más su generoso bulto entre mis nalgas. Apoyo mis manos cada lado de su cabeza y él aprovecha para lamerme obscenamente la clavícula sin dejar de acariciar mi trasero ni un segundo... Eso es lo máximo que puedo aguantar. Mi inquebrantable orgullo se hace añicos y sólo acepto lo que ambos deseamos, irremediablemente deseo que me posea, pero él no parece muy seguro de que yo lo haya aceptado aún, así que me levanto rompiendo todo contacto con él y me bajo los boxer's lentamente, ante su atenta mirada, sonrío con morbo y me vuelvo a posicionar sobre él, esta vez iniciando yo el movimiento, rozándome descaradamente contra su miembro, luego me deslizo hacia atrás y empiezo a besar y a morder cada resquicio de piel que tengo a la vista.
Muerdo su pene por encima de la tela e igualmente lo lamo, satisfecho con los gemidos que escucho le retiro la molesta tela y me lo meto directamente en la boca, empiezo a mover la lengua para darle más placer tanto cuando subía como al bajar, también me detuve en sus testículos para lamerlos y meterlos en mi boca sin ningún pudor, para luego seguir masturbando con mi boca toda su extensión. En el último momento me detuve y me incorporé hasta quedar a la misma altura que él, me pegué lo más que pude a su cuerpo, a cuatro patas encima de él, inicié un sensual movimiento, lento y obsceno, volviéndome loco al notar ese pedazo de carne duro y caliente intentando adentrarse por mis nalgas, gemí roncamente y mientras le pasaba le lengua por debajo de la lengua le dije:
—Métemela, hazlo antes de que me arrepienta.
Re: Habitación de Hibari Kyouya
Por fin, lo dijo. Se me hizo eterno, sobre todo después de que él hubiera iniciado una felación que interrumpió poco antes de que me viniera. Era la segunda vez que lo hacía y no sabía si no podía más por la desesperación o por el hecho de interrumpirse en el último momento, aunque en realidad la primera vez lo detuve yo. Cuando ambos nos encontrábamos completamente desnudos y él continuó con el sinuoso movimiento que me hacía gemir de manera incontrolable, pensé que de verdad iba a perder la paciencia, aun más al sentir su trasero desnudo, tan cerca de lo que yo ansiaba...
Por eso, me sorprendió. Había cedido por fin, pero la manera en que lo dijo no me satisfizo. Me dio la impresión de que quería que lo hiciera para que acabara cuanto antes. Lo reconocía: no quería que fuera así, no quería que nada de lo que yo hiciera le recordara a sus anteriores relaciones.
Le puse las manos en los hombros y lo alejé lo justo para poder incorporarme hasta quedar sentado.
—Así no —atajé. Completamente pegado a su cuerpo, alcé el brazo, le recorrí los labios con el pulgar y tiré del inferior para abrirle la boca—. Lo haré de manera que ni siquiera pienses en arrepentirte.
Retiré la mano y le capturé el labio inferior con los míos, lento, pausado. Mientras me separaba de él, guié la mano entre sus nalgas e introduje el primer dedo. Lo siguió un segundo e incluso un tercero y lo preparé recorriendo en círculos su interior. Me aseguré de que su entrada se encontrara lo suficientemente dilatada antes de sacar los dedos y me quedé mirándolo fijamente. Ni yo supe por qué estuve así un rato, quizá se debiera a que quería comprobar si de verdad estaba disfrutando o no. No sabía qué le pasaba por la mente, pero la reacción de su cuerpo me pareció suficiente. Me posicioné bien entre sus piernas y comencé a penetrarlo.
Ante el primer contacto lancé un suspiro de satisfacción y cuando me encontré completamente dentro de él ese suspiro se transformó en un sonoro gemido de placer. A pesar de que no era la primera vez que lo hacía, la sensación de penetrarlo fue totalmente nueva para mí, tan diferente a la primera vez. Me vi incapaz de mantener la boca cerrada no sólo para exteriorizar el placer que me invadía, sino también porque no podría respirar apropiadamente. Era como si todo el oxígeno de mi alrededor hubiera desaparecido y tuviera que jadear para poder respirar. Al contrario de lo que parecía, era una sensación exquisita. La temperatura de mi cuerpo debía haber ascendido varios grados y sentí su piel, pegada a la mía, ardiendo.
No podía explicarlo, no sabía por qué era tan diferente, pero no me importaba. No iba a desperdiciar el tiempo haciéndome preguntas innecesarias.
Por eso, me sorprendió. Había cedido por fin, pero la manera en que lo dijo no me satisfizo. Me dio la impresión de que quería que lo hiciera para que acabara cuanto antes. Lo reconocía: no quería que fuera así, no quería que nada de lo que yo hiciera le recordara a sus anteriores relaciones.
Le puse las manos en los hombros y lo alejé lo justo para poder incorporarme hasta quedar sentado.
—Así no —atajé. Completamente pegado a su cuerpo, alcé el brazo, le recorrí los labios con el pulgar y tiré del inferior para abrirle la boca—. Lo haré de manera que ni siquiera pienses en arrepentirte.
Retiré la mano y le capturé el labio inferior con los míos, lento, pausado. Mientras me separaba de él, guié la mano entre sus nalgas e introduje el primer dedo. Lo siguió un segundo e incluso un tercero y lo preparé recorriendo en círculos su interior. Me aseguré de que su entrada se encontrara lo suficientemente dilatada antes de sacar los dedos y me quedé mirándolo fijamente. Ni yo supe por qué estuve así un rato, quizá se debiera a que quería comprobar si de verdad estaba disfrutando o no. No sabía qué le pasaba por la mente, pero la reacción de su cuerpo me pareció suficiente. Me posicioné bien entre sus piernas y comencé a penetrarlo.
Ante el primer contacto lancé un suspiro de satisfacción y cuando me encontré completamente dentro de él ese suspiro se transformó en un sonoro gemido de placer. A pesar de que no era la primera vez que lo hacía, la sensación de penetrarlo fue totalmente nueva para mí, tan diferente a la primera vez. Me vi incapaz de mantener la boca cerrada no sólo para exteriorizar el placer que me invadía, sino también porque no podría respirar apropiadamente. Era como si todo el oxígeno de mi alrededor hubiera desaparecido y tuviera que jadear para poder respirar. Al contrario de lo que parecía, era una sensación exquisita. La temperatura de mi cuerpo debía haber ascendido varios grados y sentí su piel, pegada a la mía, ardiendo.
No podía explicarlo, no sabía por qué era tan diferente, pero no me importaba. No iba a desperdiciar el tiempo haciéndome preguntas innecesarias.
Re: Habitación de Hibari Kyouya
Su repentina acción me alertó de que lo que dije posiblemente no lo había entendido de la misma manera que yo, contuve un suspiró y cuando vi que acercaba una de sus manos a mi rostro lo miré con deseo, para que no tuviera dudas de lo que ya, muy a mi pesar, deseaba.
Lamí su dedo eróticamente cuando recorrió mi labio inferior y luego dejé que me besara sin hacer nada, sólo sintiendo el placentero escalofrío que sentí ante ese beso lento y cargado de morbo. Mi expresión se calmó cuando terminó de hablar y seguidamente sentí uno de sus dedos en mi entrada, solté un pequeño quejido, me sorprendí irremediablemente y conforme más dedos entraban más fuerte mordía mi labio inferior. La verdad era que me dolía, pero jamás iba a detenerlo por eso, demasiado blando estaba pareciendo ahora, como para siquiera pensar en decirle... Poco a poco el dolor fue menguando y a cambio sentí un inmenso placer, empecé a impacientarme e incoscientemente me sorprendí moviendo mis caderas para que sus dedos llegaran más profundo, me di cuenta que eso no era suficiente y pensé en apartarle la mano y autopenetrarme yo mismo, no obstante, él dejó de dilatar mi entrada y se quedó fijamente mirándome, por un largo tiempo; yo hice lo mismo, con la respiración agitada me fijé en cada una de sus facciones antojándoseme más atractivo por momentos.
Empieza a penetrarme, en mi cabeza hay todo un alboroto, el oxigeno me falta, mis ojos están totalmente cerrados a pesar de que me había dilatado, aguanto el dolor que me provoca lo mejor que puedo, luego empiezo a sentir un calor desbordante y un placer cada vez más notorio, gimo sonoramente y arqueo la espalda mordiéndome el labio inferior; ha pasado bastante tiempo desde que ejercí el rol pasivo y podía sentirlo claramente ya que la punzada en mi cavidad anal no se hace esperar.
Finalmente siento que me ha penetrado completamente y justo cuando lo hace me dejó caer hacia él quedándo a una pequeña distancia de sus labios, escucho su gemido, fuerte y potente volviéndome loco, sonrío al ver su expresión de gozo y me acomodo sobre mis manos para poder apreciarlo mejor. Lentamente comienzo a moverme mi trasero hacia arriba y luego me dejo caer rápidamente haciendo que los dos gimamos al unísono.
Esta sensación de deseo me desborda y ya no sé que hacer más que moverme y hacerlo gozar como nunca... Mis movimiento aumentan el ritmo y noto como él me acompaña haciéndolo todo más excitante y placentero, en una fuerte embestida pierdo la fuerza de mis brazos y caigo sobre su pecho, aprovecho para hundir la cabeza en su cuello y después de lamer, morder y besar todo a lo que alcanzaba mi boca, añado entrecortadamente:
—Haz que no me arrepienta entonces...
Lamí su dedo eróticamente cuando recorrió mi labio inferior y luego dejé que me besara sin hacer nada, sólo sintiendo el placentero escalofrío que sentí ante ese beso lento y cargado de morbo. Mi expresión se calmó cuando terminó de hablar y seguidamente sentí uno de sus dedos en mi entrada, solté un pequeño quejido, me sorprendí irremediablemente y conforme más dedos entraban más fuerte mordía mi labio inferior. La verdad era que me dolía, pero jamás iba a detenerlo por eso, demasiado blando estaba pareciendo ahora, como para siquiera pensar en decirle... Poco a poco el dolor fue menguando y a cambio sentí un inmenso placer, empecé a impacientarme e incoscientemente me sorprendí moviendo mis caderas para que sus dedos llegaran más profundo, me di cuenta que eso no era suficiente y pensé en apartarle la mano y autopenetrarme yo mismo, no obstante, él dejó de dilatar mi entrada y se quedó fijamente mirándome, por un largo tiempo; yo hice lo mismo, con la respiración agitada me fijé en cada una de sus facciones antojándoseme más atractivo por momentos.
Empieza a penetrarme, en mi cabeza hay todo un alboroto, el oxigeno me falta, mis ojos están totalmente cerrados a pesar de que me había dilatado, aguanto el dolor que me provoca lo mejor que puedo, luego empiezo a sentir un calor desbordante y un placer cada vez más notorio, gimo sonoramente y arqueo la espalda mordiéndome el labio inferior; ha pasado bastante tiempo desde que ejercí el rol pasivo y podía sentirlo claramente ya que la punzada en mi cavidad anal no se hace esperar.
Finalmente siento que me ha penetrado completamente y justo cuando lo hace me dejó caer hacia él quedándo a una pequeña distancia de sus labios, escucho su gemido, fuerte y potente volviéndome loco, sonrío al ver su expresión de gozo y me acomodo sobre mis manos para poder apreciarlo mejor. Lentamente comienzo a moverme mi trasero hacia arriba y luego me dejo caer rápidamente haciendo que los dos gimamos al unísono.
Esta sensación de deseo me desborda y ya no sé que hacer más que moverme y hacerlo gozar como nunca... Mis movimiento aumentan el ritmo y noto como él me acompaña haciéndolo todo más excitante y placentero, en una fuerte embestida pierdo la fuerza de mis brazos y caigo sobre su pecho, aprovecho para hundir la cabeza en su cuello y después de lamer, morder y besar todo a lo que alcanzaba mi boca, añado entrecortadamente:
—Haz que no me arrepienta entonces...
Re: Habitación de Hibari Kyouya
Al principio, me di cuenta de que fruncía ligeramente el ceño y en su expresión pude leer algo de dolor. Aun así, no me detuve, pero tampoco me moví en su interior de forma agresiva, continué con aquel ritmo hasta que sentí cómo cada vez me resultaba más sencillo entrar y salir de él. Su expresión ya sólo mostraba placer y fue entonces cuando aumenté el ritmo. Le aprisioné las caderas con las manos en uno de mis gemidos y lo acerqué más a mí hasta lo imposible.
No quería perderme ni una de sus expresiones. Me encantó ver cómo se movía, acompañando mis embestidas, cómo cerraba los ojos inmerso en el placer que sentía y cómo dejaba escapar sonoros y sensuales gemidos que me estremecían de gozo.
Lo tenía tan cerca de mí que no tenía que moverme lo más mínimo para besarlo. Se frente estaba contra la mía y de su boca entreabierta escapaban jadeos entrecortados. Entonces, él echó más su peso sobre mí y yo lo recibí abrazándolo por la cintura. Una vez más pensé que no podía sentirme mejor que ahora y una vez más me equivoqué: su lengua me recorrió eróticamente el cuello y yo eché la cabeza hacia atrás por inercia y para dejarle espacio. Al oírlo hablar, abrí lentamente los ojos, alcé una mano hasta su rostro y lo alejé de mí lo justo para mirarlo a los ojos. Incluso en aquella situación, sonreí con malicia.
Me parecía una tontería que siquiera insinuara que iba a arrepentirse dada su reacción; no dije nada, sino que acorté la distancia que nos separaba y cubrí sus labios con los míos. Mientras me separaba y volvía a besarlo, llevé la mano que seguía en sus caderas y le agarré el miembro, que palpitaba atrapado entre nuestros cuerpos. Me detuve a jugar con sus testículos y después subí por toda su extensión, al compás con mis embestidas. Tras interrumpir el beso, me desvié a su oído y le susurré:
—No es necesario; sólo tienes que esperar hasta el final para que tú también te des cuenta.
No quería perderme ni una de sus expresiones. Me encantó ver cómo se movía, acompañando mis embestidas, cómo cerraba los ojos inmerso en el placer que sentía y cómo dejaba escapar sonoros y sensuales gemidos que me estremecían de gozo.
Lo tenía tan cerca de mí que no tenía que moverme lo más mínimo para besarlo. Se frente estaba contra la mía y de su boca entreabierta escapaban jadeos entrecortados. Entonces, él echó más su peso sobre mí y yo lo recibí abrazándolo por la cintura. Una vez más pensé que no podía sentirme mejor que ahora y una vez más me equivoqué: su lengua me recorrió eróticamente el cuello y yo eché la cabeza hacia atrás por inercia y para dejarle espacio. Al oírlo hablar, abrí lentamente los ojos, alcé una mano hasta su rostro y lo alejé de mí lo justo para mirarlo a los ojos. Incluso en aquella situación, sonreí con malicia.
Me parecía una tontería que siquiera insinuara que iba a arrepentirse dada su reacción; no dije nada, sino que acorté la distancia que nos separaba y cubrí sus labios con los míos. Mientras me separaba y volvía a besarlo, llevé la mano que seguía en sus caderas y le agarré el miembro, que palpitaba atrapado entre nuestros cuerpos. Me detuve a jugar con sus testículos y después subí por toda su extensión, al compás con mis embestidas. Tras interrumpir el beso, me desvié a su oído y le susurré:
—No es necesario; sólo tienes que esperar hasta el final para que tú también te des cuenta.
Re: Habitación de Hibari Kyouya
Ver su maliciosa sonrisa en esta situación me puso más agitado de lo normal, no quería admitir que pese a lo mucho que lo negaba, me estaba gustando demasiado. Él no parecía alguien con experiencía, por eso me parecía raro que me sintiera tan condenadamente bien. ¿Era quizás porque mi cuerpo reaccionaba de modo especial con el suyo? Ronroneé en una de sus embestidas y solté el aire sin despegar mis orbes de las suyas.
No tardo en besarme de nuevo y mientras recorría su cavidad y mordía su labios de todas las maneras posibles, sentí como agarraba mi olvidada erección, empezando con una deliciosa masturbación; gemí en su boca con fuerza y me volví más agresivo mientras lo besaba sin dejar de mover las caderas.
Todo era tan diferente a como lo recordaba... No tenía nada que ver, podía sentir muchas más cosas ahora, algunas que no podía explicar y otras que simplemente ni hacia falta hacerlo. Siguió embistiéndome, besándome y masturbándome, todo a la vez y ya no era capaz de reprimir los gemidos; empecé a gemir más sonoramente y un poco avergonzado por mi reacción, cubrí mi boca con una de mis manos en cuanto el dejó de besarme para comenzar a hablar. Lo miré con los ojos velados por el placer y luego apoyé cada mano a cada lado de su rostro, sonreí divertido y me levanté, viendo rápidamente una expresión de perplejidad en su rostro, cosa que me hizo acentuar aún más mi sonrisa.
Anduve con pasos felinos hasta el alfeizar de la ventana y me senté en el filo de ésta, con una mirada cagada de morbo y sin dejar de sonreír alcé una mano y lo llamé para que se acercara, mientras recorrí con la otra lascivamente mi pecho.
—Ven. —Llamé y él obedeció sin replicar, no me sorprendió porque sabía lo excitado que se encontraba.
Cuando estuvo a mi alcance lo atraje con un mano desde la nunca y empecé a besarlo con desesperación, mientras lo acercaba bruscamente hacia a mí sintiendo como ese trozo de carne caliente y duro empezaba a buscar impaciente un lugar donde adentrarse de nuevo para quedar satisfecho.
No tardo en besarme de nuevo y mientras recorría su cavidad y mordía su labios de todas las maneras posibles, sentí como agarraba mi olvidada erección, empezando con una deliciosa masturbación; gemí en su boca con fuerza y me volví más agresivo mientras lo besaba sin dejar de mover las caderas.
Todo era tan diferente a como lo recordaba... No tenía nada que ver, podía sentir muchas más cosas ahora, algunas que no podía explicar y otras que simplemente ni hacia falta hacerlo. Siguió embistiéndome, besándome y masturbándome, todo a la vez y ya no era capaz de reprimir los gemidos; empecé a gemir más sonoramente y un poco avergonzado por mi reacción, cubrí mi boca con una de mis manos en cuanto el dejó de besarme para comenzar a hablar. Lo miré con los ojos velados por el placer y luego apoyé cada mano a cada lado de su rostro, sonreí divertido y me levanté, viendo rápidamente una expresión de perplejidad en su rostro, cosa que me hizo acentuar aún más mi sonrisa.
Anduve con pasos felinos hasta el alfeizar de la ventana y me senté en el filo de ésta, con una mirada cagada de morbo y sin dejar de sonreír alcé una mano y lo llamé para que se acercara, mientras recorrí con la otra lascivamente mi pecho.
—Ven. —Llamé y él obedeció sin replicar, no me sorprendió porque sabía lo excitado que se encontraba.
Cuando estuvo a mi alcance lo atraje con un mano desde la nunca y empecé a besarlo con desesperación, mientras lo acercaba bruscamente hacia a mí sintiendo como ese trozo de carne caliente y duro empezaba a buscar impaciente un lugar donde adentrarse de nuevo para quedar satisfecho.
Re: Habitación de Hibari Kyouya
Me dejó perplejo cuando se levantó de repente, lo miré sin apartar los ojos de él ni un segundo, devorándolo con la mirada, y respondí automáticamente a su provocación. No me importó si a él le parecía que había caído en sus redes, no pensaba darle respiro y tampoco iba a permitir que evitara que terminara lo que había empezado. Él se me adelantó antes de que pudiera abalanzarme sobre él, le seguí el ritmo y suspiré en cuanto encontré un espacio; estaba impaciente por volver a embestirlo.
Profundicé aún más el beso hasta obligarlo a inclinarse ligeramente hacia atrás, sin separarme de él, estiré los brazos hasta llegar a la ventana abierta y la cerré. Entonces, interrumpí el beso y le dije con una media sonrisa maliciosa:
—No querrás caerte en un arrebato de pasión, ¿verdad?
No esperé una posible respuesta ingeniosa suya: bajé las manos hasta su torso y descendí por él hasta sus abdominales. Evité a conciencia su miembro erecto, le sujeté de una pierna para tener mejor acceso a su entrada, me pegué lo máximo a él y lo penetré. La facilidad con la que entré y el grito que dejó escapar al unísono con el mío me demostraron que ya no había espacio para el dolor. Me obligué a abrir los ojos porque me encantaba ver su rostro velado por el placer y ni siquiera me importó que alguien pudiera vernos. Sabía que el final estaba cerca, por eso no iba a desperdiciar ni un segundo.
Quería hacerlo disfrutar al máximo, pero mi estado era tal que la descarga de placer que me recorría todas y cada una de las fibras de mi cuerpo me impedía tomar el control total de mi cuerpo; sentía que los brazos me temblaban como si me hubiera dado un calambrazo. Llegué incluso a chistar en un intento de recobrar la cordura, pero verlo a él no me ayudaba.
Profundicé aún más el beso hasta obligarlo a inclinarse ligeramente hacia atrás, sin separarme de él, estiré los brazos hasta llegar a la ventana abierta y la cerré. Entonces, interrumpí el beso y le dije con una media sonrisa maliciosa:
—No querrás caerte en un arrebato de pasión, ¿verdad?
No esperé una posible respuesta ingeniosa suya: bajé las manos hasta su torso y descendí por él hasta sus abdominales. Evité a conciencia su miembro erecto, le sujeté de una pierna para tener mejor acceso a su entrada, me pegué lo máximo a él y lo penetré. La facilidad con la que entré y el grito que dejó escapar al unísono con el mío me demostraron que ya no había espacio para el dolor. Me obligué a abrir los ojos porque me encantaba ver su rostro velado por el placer y ni siquiera me importó que alguien pudiera vernos. Sabía que el final estaba cerca, por eso no iba a desperdiciar ni un segundo.
Quería hacerlo disfrutar al máximo, pero mi estado era tal que la descarga de placer que me recorría todas y cada una de las fibras de mi cuerpo me impedía tomar el control total de mi cuerpo; sentía que los brazos me temblaban como si me hubiera dado un calambrazo. Llegué incluso a chistar en un intento de recobrar la cordura, pero verlo a él no me ayudaba.
Re: Habitación de Hibari Kyouya
Empezó a besarme con más intensidad, con más brusquedad y pasión, tanto que me incliné hacia atrás; notaba el aire frío de la noche ya que la ventana estaba prácticamente abierta, el contraste frío de viento y el calor que emanaba mi cuerpo me excitaron mucho más.
Ronroneé cuando se separó y le devolví la sonrisa, ni siquiera había pensado en la posibilidad de caerme por la ventana por algo así, al contrario, pensé que alguien podría vernos y aunque eso no me convendría para nada, la verdad esque me daba mucho morbo pensarlo.
Después, antes de que yo pudiera decir algo, empezó a acariciar todo mi torso llegando hasta mis abdominales e incluso más abajo, pero sin darme el placer que necesitaba; fruncí el ceño cuando me levantó la pierna y suspiré a momentos más desesperado, no me gustaba para nada esta posición, era..., demasiado humillante para mí.
Estuve a punto de detenerlo, pero no puede más que olvidarme de eso y gemir algo más fuerte que las veces anteriores al sentir su fuerte embestida, llegó a un punto al cual dejé de respirar por unos segundos, extasiado; luego empezó a moverse eróticamente contra mí, podía notar como entraba y salía de mi trasero sin mayor dificultad, pero lo más excitante era lo dura y como su pelvis chocaba con erotismo contra mis gluteos. Para ayudarle entrelacé mis piernas en su cintura y me mordí el labio inferior mientras me pasaba la lengua insinuantemente, inmediatamente después abrí los ojos lentamente y sentí como el calor aumentaba un par de grados más al ver como me miraba.
—¿Qué? —Pregunté en tono divertido con una sonrisa maliciosa—. ¿Te pone...más cachondo... follarme mientras me miras de esa manera, hn...? —Dije entrecortadamente, provocándolo a conciencia y él respondió justo como yo quise; empezó a embestir con más fuerza y rápidez, y como muestra de ello eché la cabeza hacia atrás apoyándola en el cristal de la ventana, luego dirigí una de mis manos a mi entrepierna y comencé a masturbarme con rapidez al mismo tiempo que dirigía una mirada lasciva hacia él, no pude hacer otra cosa más que gemir largamente mientras lo atraía hacia a mí y lo besaba con voracidad.
Ronroneé cuando se separó y le devolví la sonrisa, ni siquiera había pensado en la posibilidad de caerme por la ventana por algo así, al contrario, pensé que alguien podría vernos y aunque eso no me convendría para nada, la verdad esque me daba mucho morbo pensarlo.
Después, antes de que yo pudiera decir algo, empezó a acariciar todo mi torso llegando hasta mis abdominales e incluso más abajo, pero sin darme el placer que necesitaba; fruncí el ceño cuando me levantó la pierna y suspiré a momentos más desesperado, no me gustaba para nada esta posición, era..., demasiado humillante para mí.
Estuve a punto de detenerlo, pero no puede más que olvidarme de eso y gemir algo más fuerte que las veces anteriores al sentir su fuerte embestida, llegó a un punto al cual dejé de respirar por unos segundos, extasiado; luego empezó a moverse eróticamente contra mí, podía notar como entraba y salía de mi trasero sin mayor dificultad, pero lo más excitante era lo dura y como su pelvis chocaba con erotismo contra mis gluteos. Para ayudarle entrelacé mis piernas en su cintura y me mordí el labio inferior mientras me pasaba la lengua insinuantemente, inmediatamente después abrí los ojos lentamente y sentí como el calor aumentaba un par de grados más al ver como me miraba.
—¿Qué? —Pregunté en tono divertido con una sonrisa maliciosa—. ¿Te pone...más cachondo... follarme mientras me miras de esa manera, hn...? —Dije entrecortadamente, provocándolo a conciencia y él respondió justo como yo quise; empezó a embestir con más fuerza y rápidez, y como muestra de ello eché la cabeza hacia atrás apoyándola en el cristal de la ventana, luego dirigí una de mis manos a mi entrepierna y comencé a masturbarme con rapidez al mismo tiempo que dirigía una mirada lasciva hacia él, no pude hacer otra cosa más que gemir largamente mientras lo atraía hacia a mí y lo besaba con voracidad.
Re: Habitación de Hibari Kyouya
Si intentaba provocarme o no, yo no contesté verbalmente, sino que aumenté el ritmo de mis embestidas y también la intensidad de mis gemidos. Verlo disfrutar aún más me encantaba, quizá hasta tenía que admitir lo que él había dicho. En realidad no tenía ningún problema en hacerlo y seguramente él pensara que no sería capaz de admitirlo. Llegué a pensar en decírselo, deseando ver la cara que pondría, pero él consiguió que se me olvidara cuando comenzó a masturbarse y al mismo tiempo me atrajo hacia él para besarme.
Me di cuenta de que aquel momento idílico estaba a punto de terminar y no pensaba permitir que él resistiera más que yo, así que, sin interrumpir el beso ni dejar de moverme de manera alocada dentro de él, apoyé una mano en el cristal de la ventana, al lado de su cabeza, y la otra la apoyé encima de la suya, con la que se masturbaba. Lo obligué a detenerse y la sustituí por la mía. Imité el ritmo desaforado de mis embestidas, recorriéndole toda la longitud del miembro, y se lo apreté con más fuerza en la punta. En cuanto comencé la masturbación, oí sus gemidos ahogados por el beso y, cuando nos separamos, lancé un profundo jadeo y me incliné hasta apoyar la cabeza en su hombro. No detuve el movimiento de la mano hasta que se corrió, después, mientras recogía el semen y se lo untaba eróticamente por sus abdominales y el torso, me acerqué a su oído y le susurré:
—Por supuesto.
Me habría quedado horas así, pero no podía ser. Mi límite llegó al poco después, pero aun así seguí dentro de él, completamente pegado a su cuerpo y a espera de recobrar el aliento. Me gustaba alargar el momento lo máximo posible.
Me di cuenta de que aquel momento idílico estaba a punto de terminar y no pensaba permitir que él resistiera más que yo, así que, sin interrumpir el beso ni dejar de moverme de manera alocada dentro de él, apoyé una mano en el cristal de la ventana, al lado de su cabeza, y la otra la apoyé encima de la suya, con la que se masturbaba. Lo obligué a detenerse y la sustituí por la mía. Imité el ritmo desaforado de mis embestidas, recorriéndole toda la longitud del miembro, y se lo apreté con más fuerza en la punta. En cuanto comencé la masturbación, oí sus gemidos ahogados por el beso y, cuando nos separamos, lancé un profundo jadeo y me incliné hasta apoyar la cabeza en su hombro. No detuve el movimiento de la mano hasta que se corrió, después, mientras recogía el semen y se lo untaba eróticamente por sus abdominales y el torso, me acerqué a su oído y le susurré:
—Por supuesto.
Me habría quedado horas así, pero no podía ser. Mi límite llegó al poco después, pero aun así seguí dentro de él, completamente pegado a su cuerpo y a espera de recobrar el aliento. Me gustaba alargar el momento lo máximo posible.
Re: Habitación de Hibari Kyouya
No pude contenerme mucho más dada a la situación que me encontraba, él reemplazó la mano que yo mantenía en mi pene dándome auto placer por la suya y empezó a embestirme con más fuerza consiguiendo que con su brusquedad me diera leves golpes con el cristal, haciéndome sentir todo mucho más...
Finalmente cerré los ojos con fuerza y curvaba la espalda de una manera erótica y descargué mi semilla violentamente en su mano. Aún después de que jugueteara con mi torso y me lo manchara con mi propia esencia, pude sentir los escalofríos del reciente orgasmo recorrer todo mi cuerpo; apreté mi entrada y él me acompañó en el orgasmo con un gemido tan sensual y morboso como el mío propio.
No me esperaba que reconociera y aceptara lo que yo le pregunté, aún y así sólo me sentí mejor, me gustaba que aunque fuera muy obvio me lo dijera él mismo; los dos respirábamos con dificultad aún, él seguía pegado completamente a mi cuerpo así que aproveché para abrazarlo posesivamente con una mano entre sus cabellos. Ahora que no podía verme mostré una sonrisa sincera y satisfecha y sin separarme de él susurré también en su oído:
—Kyouya... —Olisqueé e inspiré su olor, luego suspiré recorriendo con mi otra mano su espalda atrayéndolo más si pudiese hacia mí—. …realmente vas a volverme loco, maldito enano caprichoso... —bajé las piernas que aún había mantenido entrelazadas a su cintura y tiré de su pelo para poder mirarle a los ojos, fue sólo unos segundos, después, me acerqué a él lentamente y lo besé, fue un beso dulce y calmado, esta vez sin esa pasión y deseo contenidos.
Ahora esperaba que entendiera lo que quería decirle con actos y que no era capaz de decirle con palabras...
Finalmente cerré los ojos con fuerza y curvaba la espalda de una manera erótica y descargué mi semilla violentamente en su mano. Aún después de que jugueteara con mi torso y me lo manchara con mi propia esencia, pude sentir los escalofríos del reciente orgasmo recorrer todo mi cuerpo; apreté mi entrada y él me acompañó en el orgasmo con un gemido tan sensual y morboso como el mío propio.
No me esperaba que reconociera y aceptara lo que yo le pregunté, aún y así sólo me sentí mejor, me gustaba que aunque fuera muy obvio me lo dijera él mismo; los dos respirábamos con dificultad aún, él seguía pegado completamente a mi cuerpo así que aproveché para abrazarlo posesivamente con una mano entre sus cabellos. Ahora que no podía verme mostré una sonrisa sincera y satisfecha y sin separarme de él susurré también en su oído:
—Kyouya... —Olisqueé e inspiré su olor, luego suspiré recorriendo con mi otra mano su espalda atrayéndolo más si pudiese hacia mí—. …realmente vas a volverme loco, maldito enano caprichoso... —bajé las piernas que aún había mantenido entrelazadas a su cintura y tiré de su pelo para poder mirarle a los ojos, fue sólo unos segundos, después, me acerqué a él lentamente y lo besé, fue un beso dulce y calmado, esta vez sin esa pasión y deseo contenidos.
Ahora esperaba que entendiera lo que quería decirle con actos y que no era capaz de decirle con palabras...
Re: Habitación de Hibari Kyouya
Sonreí en respuesta a lo que dijo. Básicamente podía interpretarlo como que había disfrutado mucho e incluso más, estaba convencido de para él era tan nuevo como lo era para mí, a pesar de todas las relaciones que habría mantenido y en las que no quería pensar. Me entraron ganas de burlarme un poco de él por eso de arrepentirse, pero cambié de opinión: esa frase era suficiente, no iba a presionarlo como tampoco él hacía cuando yo no era capaz de aceptar algo. Un claro ejemplo era aquel beso, lo sentía igual que siempre, no era un beso de pasión arrebatadora, sino uno de esos gestos que respondían lo que nuestros pensamientos gritaban y a los que ninguno de los dos le poníamos voces.
Era el tipo de beso que tanto había echado de menos durante todo ese tiempo, del que ya creí haberme olvidado,
Lentamente, mientras continuaba ese tranquilo beso, sentí cómo poco a poco el tamaño de mi miembro disminuía, ya calmada la erección, y comenzaba a deslizarse por su interior. Tras terminar el beso, me separé para salir por completo de él, me incliné sobre su estómago y lamí los restos de semen que yo mismo había dejado sobre su cuerpo. Me incorporé pasándome la lengua por los labios para no dejar rastro y sonreí de manera traviesa.
—Vas a tener que quedarte aquí quieras o no —le recordé, hice una pausa para causar impresión y agregué—: Sasu-chan.
Sabía que se iba a enfadar porque odiaba que lo llamara así —razón para hacerlo—, así que me alejé rápidamente de él y entré en el baño. Amplié la sonrisa y no la borré hasta que me metí en la ducha. Después de ducharme, me sequé el cabello y me quedé mirando la toalla y el albornoz. Después de recordar cuando me echó las culpas por "provocarle", me decidí por éste último y volví a la habitación. Le dediqué una mirada de reojo mientras caminaba hacia mi cama, me senté en el filo y me terminé de secar el cabello con las mangas del albornoz.
Era el tipo de beso que tanto había echado de menos durante todo ese tiempo, del que ya creí haberme olvidado,
Lentamente, mientras continuaba ese tranquilo beso, sentí cómo poco a poco el tamaño de mi miembro disminuía, ya calmada la erección, y comenzaba a deslizarse por su interior. Tras terminar el beso, me separé para salir por completo de él, me incliné sobre su estómago y lamí los restos de semen que yo mismo había dejado sobre su cuerpo. Me incorporé pasándome la lengua por los labios para no dejar rastro y sonreí de manera traviesa.
—Vas a tener que quedarte aquí quieras o no —le recordé, hice una pausa para causar impresión y agregué—: Sasu-chan.
Sabía que se iba a enfadar porque odiaba que lo llamara así —razón para hacerlo—, así que me alejé rápidamente de él y entré en el baño. Amplié la sonrisa y no la borré hasta que me metí en la ducha. Después de ducharme, me sequé el cabello y me quedé mirando la toalla y el albornoz. Después de recordar cuando me echó las culpas por "provocarle", me decidí por éste último y volví a la habitación. Le dediqué una mirada de reojo mientras caminaba hacia mi cama, me senté en el filo y me terminé de secar el cabello con las mangas del albornoz.
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