Habitación de Hibari Kyouya
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Habitación de Hibari Kyouya
Entré en mi nueva habitación y tiré de malos modos la bolsa de deportes en la cama.
Estaba furioso, furioso por el tema de la inesperada reforma, pero sobre todo furioso con el debilucho entrometido. La inesperada e inoportuna visita en la habitación del instituto impidió lo que fuera que iba a decir el orgulloso con complejo de dominante y, por si fuera poco, tampoco en el taxi se había dignado a retomar la conversación. Me había pasado todo el trayecto de brazos cruzados y con los ojos cerrados, lo más cerca a la ventana que podía. Durante un momento lo miré, él miraba por la otra ventana, con las piernas cruzadas. Por supuesto, yo no tenía ninguna intención de entablar ninguna conversación, pero yo era el único que podía permitirse estar en silencio: él debía haberme dicho lo que no pudo en su momento.
La verdad era que no sabía a qué se debía exactamente la irritación que me dominaba... Lo que sí tenía claro era que había hecho el ridículo: me había rebajado a firmar la carta y no iba a servir para nada por culpa de las reformas... Ese orgulloso debía estar regodeándose interiormente, no tenía más que recordar la expresión burlona con la que me miró cuando se metió en el ascensor.
Suspiré al tiempo que me quitaba la chaqueta y la dejé sobre la cama. Me vendría bien dar una vuelta para tratar de tranquilizarme. Con esa idea en mente, salí de mi habitación y la cerré con llave.
Estaba furioso, furioso por el tema de la inesperada reforma, pero sobre todo furioso con el debilucho entrometido. La inesperada e inoportuna visita en la habitación del instituto impidió lo que fuera que iba a decir el orgulloso con complejo de dominante y, por si fuera poco, tampoco en el taxi se había dignado a retomar la conversación. Me había pasado todo el trayecto de brazos cruzados y con los ojos cerrados, lo más cerca a la ventana que podía. Durante un momento lo miré, él miraba por la otra ventana, con las piernas cruzadas. Por supuesto, yo no tenía ninguna intención de entablar ninguna conversación, pero yo era el único que podía permitirse estar en silencio: él debía haberme dicho lo que no pudo en su momento.
La verdad era que no sabía a qué se debía exactamente la irritación que me dominaba... Lo que sí tenía claro era que había hecho el ridículo: me había rebajado a firmar la carta y no iba a servir para nada por culpa de las reformas... Ese orgulloso debía estar regodeándose interiormente, no tenía más que recordar la expresión burlona con la que me miró cuando se metió en el ascensor.
Suspiré al tiempo que me quitaba la chaqueta y la dejé sobre la cama. Me vendría bien dar una vuelta para tratar de tranquilizarme. Con esa idea en mente, salí de mi habitación y la cerré con llave.
Re: Habitación de Hibari Kyouya
Lo seguí en silencio todo el camino hasta su habitación, el enano antes no respondió debidamente y éso me hizo pensar que quizás podría haber pensado en hacerme una mamada. Sentí un calor en mis mejillas al recordar cuando me lo hizo la última vez, y aunque estaba exitado por lo que podría volver a pasar, dudé en entrar a su habitación. ¿Por qué dudaba justo ahora? realmente quería entrar..., lo miré fijamente unos pasos más alejado de la puerta y el enano parece que se dio cuenta de mi inseguridad, no dijo nada, pero giró la cabeza hacia atrás y me sonrió maliciosamente, con morbo. Su acción me hizo decidirme, entré esta vez sin dudarlo y una vez dentro de su habitación cerré la puerta suavemente, no aparté la mirada de él en ningún momento, luego anduve hasta su cama y me senté en la orilla de ésta mientras me desabrochaba los dos únicos botones que llevaba abrochado de la chaqueta.
—No me respondiste antes. —Comenté con tranquilidad haciéndole recordar y me apoyé en una de mis manos, la otra la puse en mi estomago y empecé a acariciármelo intentando calmar el dolor que aún sentía del golpe que me dio, ese imbécil..., tendría que estarme agradecido, si llega a ser otro lo hubiera molido a golpes y sin embargo, ahora estaba en su cama...,esperando que llevara a cabo lo que pensó hacer minutos antes, qué irónico.
—Te lo repitiré de nuevo ahora que estamos en privado. ¿Qué pensabas hacer?
Quería oírlo decir..., pero sobre todo, estaba deseando que lo hiciera...
—No me respondiste antes. —Comenté con tranquilidad haciéndole recordar y me apoyé en una de mis manos, la otra la puse en mi estomago y empecé a acariciármelo intentando calmar el dolor que aún sentía del golpe que me dio, ese imbécil..., tendría que estarme agradecido, si llega a ser otro lo hubiera molido a golpes y sin embargo, ahora estaba en su cama...,esperando que llevara a cabo lo que pensó hacer minutos antes, qué irónico.
—Te lo repitiré de nuevo ahora que estamos en privado. ¿Qué pensabas hacer?
Quería oírlo decir..., pero sobre todo, estaba deseando que lo hiciera...
Re: Habitación de Hibari Kyouya
Me quedé mirando, con los ojos clavados como dagas en su estómago, cómo se acariciaba lentamente. Por un momento pensé que sabía qué era lo que tenía pensado hacer y me estaba provocando. En la postura en que estaba me resultaría muy fácil hacerlo y el hecho de que siguiera frotándose el estómago quería decir que le había golpeado con más fuerza de la que pensaba. No estaba acostumbrado a contenerme, así que posiblemente no fui tan benevolente como creí en un principio.
Me quité la chaqueta, la dejé en la silla junto a la mesa y me desanudé la corbata lo suficiente para que no me molestara. También me desabroché un par de botones de la camisa para mayor comodidad. A continuación, anduve hasta él con la vista clavada en su estómago y la alcé hacia sus ojos cuando me detuve delante de él. Me sentía extrañamente tranquilo, tenía claro lo que iba a hacer y no lo haría para provocarlo, sino porque, por estúpido y extraño que sonara, me arrepentía —un poco— de haberle golpeado. Bajé de nuevo la vista hacia su estómago y le apoyé la mano encima. Después, sin apartar la mano de su estómago, lo empujé en el hombro con la mano libre hasta tumbarlo en la cama. Yo también me subí, pero no me senté encima de él, sino que me puse de rodillas, con una entre sus piernas, porque era la posición más cómoda para acceder a su estómago. Todos y cada uno de mis movimientos los realicé con lentitud y calma, no tenía prisa y sabía que él no me interrumpiría.
Con la misma lentitud, me incliné sobre él a la vez que apartaba la mano de su estómago y lo besé justo donde lo había golpeado. Cerré los ojos, entreabrí la boca y le abrí más la chaqueta con las dos manos para que no me estorbara. Sustituí los labios por mi lengua y comencé con una pequeña lamida en el mismo punto. Aumenté un poco más la intensidad, sólo un poco, y comencé a moverme por toda la zona, degustándola con la lengua. Descendí hasta su ombligo y lo acaricié de la misma manera, rodeándolo con la punta de la lengua e introduciéndole finalmente la lengua hasta el fondo. Continué más abajo, hasta donde me permitía mi posición, un poco más arriba del filo del pantalón y volví de nuevo a la zona donde lo había golpeado, lamiéndolo. Volví a depositar un suave beso y terminé mordiéndolo, con la misma calma y suavidad.
Me quedé así un poco más, sin dejar de morder su piel, y al mismo tiempo que abrí los ojos, lo solté. Las manos, que aún mantenía apartándole la chaqueta, las apoyé en su pecho y me erguí lo suficiente para mirarlo a los ojos fijamente. Podía sentir lo rápido que le latía el corazón y el mío, que había comenzado a latir de la misma en cuanto volví a acariciar su piel, latió aún más rápido. No había sido una buena idea hacerlo, me iba a resultar muy difícil detenerme en ese punto y su mirada me decía lo mismo. Tenía que hacer uso de toda mi fuerza de voluntad, no podía depender tanto de él.
—No vuelvas a decir que soy sólo tu compañero de habitación —le dije en apenas un susurro— o te morderé hasta la muerte y te aseguro que esa vez... no seré tan benevolente.
Con calma, la mejor manera para controlarme, me quité de encima de él y me senté en la cama.
Me quité la chaqueta, la dejé en la silla junto a la mesa y me desanudé la corbata lo suficiente para que no me molestara. También me desabroché un par de botones de la camisa para mayor comodidad. A continuación, anduve hasta él con la vista clavada en su estómago y la alcé hacia sus ojos cuando me detuve delante de él. Me sentía extrañamente tranquilo, tenía claro lo que iba a hacer y no lo haría para provocarlo, sino porque, por estúpido y extraño que sonara, me arrepentía —un poco— de haberle golpeado. Bajé de nuevo la vista hacia su estómago y le apoyé la mano encima. Después, sin apartar la mano de su estómago, lo empujé en el hombro con la mano libre hasta tumbarlo en la cama. Yo también me subí, pero no me senté encima de él, sino que me puse de rodillas, con una entre sus piernas, porque era la posición más cómoda para acceder a su estómago. Todos y cada uno de mis movimientos los realicé con lentitud y calma, no tenía prisa y sabía que él no me interrumpiría.
Con la misma lentitud, me incliné sobre él a la vez que apartaba la mano de su estómago y lo besé justo donde lo había golpeado. Cerré los ojos, entreabrí la boca y le abrí más la chaqueta con las dos manos para que no me estorbara. Sustituí los labios por mi lengua y comencé con una pequeña lamida en el mismo punto. Aumenté un poco más la intensidad, sólo un poco, y comencé a moverme por toda la zona, degustándola con la lengua. Descendí hasta su ombligo y lo acaricié de la misma manera, rodeándolo con la punta de la lengua e introduciéndole finalmente la lengua hasta el fondo. Continué más abajo, hasta donde me permitía mi posición, un poco más arriba del filo del pantalón y volví de nuevo a la zona donde lo había golpeado, lamiéndolo. Volví a depositar un suave beso y terminé mordiéndolo, con la misma calma y suavidad.
Me quedé así un poco más, sin dejar de morder su piel, y al mismo tiempo que abrí los ojos, lo solté. Las manos, que aún mantenía apartándole la chaqueta, las apoyé en su pecho y me erguí lo suficiente para mirarlo a los ojos fijamente. Podía sentir lo rápido que le latía el corazón y el mío, que había comenzado a latir de la misma en cuanto volví a acariciar su piel, latió aún más rápido. No había sido una buena idea hacerlo, me iba a resultar muy difícil detenerme en ese punto y su mirada me decía lo mismo. Tenía que hacer uso de toda mi fuerza de voluntad, no podía depender tanto de él.
—No vuelvas a decir que soy sólo tu compañero de habitación —le dije en apenas un susurro— o te morderé hasta la muerte y te aseguro que esa vez... no seré tan benevolente.
Con calma, la mejor manera para controlarme, me quité de encima de él y me senté en la cama.
Re: Habitación de Hibari Kyouya
Lo observé detenidamente sin dejar de acariciarme el estómago, de repente se quitó la chaqueta y se desanudó la corbata..., no sabía si era porque ya estaba excitado, pero ese gesto hizo que mi corazón empezara a bombear más rápido; su mirada estaba fija siguiendo el movimiento de mi mano, luego me miró a los ojos y volvió a bajar su mirada hasta mi estómago. Retiré mi mano y antes de que pudiera decir nada él puso una de las suyas sustituyendo la mía, me empujó por el hombro tumbándome en la cama y lo siguiente que sentí fue un beso en esa zona, justo después de que retirara la mano de mi estómago; contuve la respiración unos segundos y luego me mordí el labio inferior al sentir su lengua vagando eróticamente por mi estómago desnudo, respirando por sobre mi piel, marcándome posesivamente, dejé escapar un ronco gemido al notar como intensificaba sus besos y lamidas y al mismo tiempo una de mis manos se dirigieron hasta su cabeza agarrando su cabello con algo de desesperación... Se detuvo en mi ombligo para comenzar a lamerlo; es realmente erótico lo que hace, me vuelve loco; llena con su saliva ese espacio para después descender aún más, abro mis ojos y suelto un gemido ahogado mientras me remuevo debajo de él. Realmente necesitaba contacto urgente en mi pene, mi erección dolía debajo de la tela y el enano no llevaba a cabo lo que yo había estado esperando.
Solté el agarre que ejercía en su cabello y el aprovechó éso para subir sus manos hasta mi torso, seguramente estaba notando la rapidez con la que mi corazón estaba bombeando y aunque yo no podía sentir de la misma manera el suyo, sabía que estaría en la misma situación que yo.
Lo miré desde mi posición esperando que continuara, pero comenzó a hablar; luego se incorporó lentamente, como si le costara separarse de mí , y se sentó en la cama dándome la espalda, yo seguí sin moverme. ¿Quería decir que había hecho todo ésto porque se sentía culpable por el golpe que me dio antes?
Cerré los ojos con cansancio y me puse el antebrazo en la frente, suspiré sonoramente y clavé mi mirada en su nuca ¿ahora encima pensaba dejarme así? ese bastarto..., me había provocado y parece que realmente no quería seguir con lo que él comenzo. Bien, si él no quería lo haría a mí manera.
—Tú... —me acerqué lentamente a su espalda dejando su cuerpo entre mis piernas mientras le pasaba el brazo derecho por sus hombros atrayéndolo hacia mí, abrazándolo—. ¿Qué te crees que haces provocándome de esa manera, para luego dejarme así?
Mi voz sonaba ronca a causa de la excitación, olisqueé su cuello y mientras le pasaba la lengua lascivamente me removí un poco rozando mi erección en su espalda.
—Ni se te ocurra pensar que voy a dejar que te alejes ahora...
Solté el agarre que ejercía en su cabello y el aprovechó éso para subir sus manos hasta mi torso, seguramente estaba notando la rapidez con la que mi corazón estaba bombeando y aunque yo no podía sentir de la misma manera el suyo, sabía que estaría en la misma situación que yo.
Lo miré desde mi posición esperando que continuara, pero comenzó a hablar; luego se incorporó lentamente, como si le costara separarse de mí , y se sentó en la cama dándome la espalda, yo seguí sin moverme. ¿Quería decir que había hecho todo ésto porque se sentía culpable por el golpe que me dio antes?
Cerré los ojos con cansancio y me puse el antebrazo en la frente, suspiré sonoramente y clavé mi mirada en su nuca ¿ahora encima pensaba dejarme así? ese bastarto..., me había provocado y parece que realmente no quería seguir con lo que él comenzo. Bien, si él no quería lo haría a mí manera.
—Tú... —me acerqué lentamente a su espalda dejando su cuerpo entre mis piernas mientras le pasaba el brazo derecho por sus hombros atrayéndolo hacia mí, abrazándolo—. ¿Qué te crees que haces provocándome de esa manera, para luego dejarme así?
Mi voz sonaba ronca a causa de la excitación, olisqueé su cuello y mientras le pasaba la lengua lascivamente me removí un poco rozando mi erección en su espalda.
—Ni se te ocurra pensar que voy a dejar que te alejes ahora...
Re: Habitación de Hibari Kyouya
Sin lugar a dudas había sido muy mala idea hacerlo. Ese herbívoro egocéntrico... Me había controlado para no seguir y ahora él lo echaba todo por tierra. Era inútil contenerme por más tiempo, lo sabía, sobre todo si él no estaba por la labor de controlarse. Con lo de "así" era evidente a qué se refería, sobre todo porque ese "así" lo tenía clavado en la espalda. Sentí como mi miembro respondía automáticamente a la fricción que él provocó; lo miré de reojo y le repliqué en el mismo susurro en el que había hablado antes:
—Así que es así como lo has interpretado. —Giré la cabeza en su dirección porque girarme yo era imposible por culpa de su abrazo posesivo—. Tú y tus fantasías sexuales... —Estaba perdiendo el hilo de lo que yo mismo decía. No conseguía apartar la mirada de la suya y ver el deseo con el que me miraba hacía que sintiera la necesidad de volver a tocarlo y besarlo cada vez con más urgencia—. No me equivoco si digo que pensabas que iba a hacerte otra cosa... —continué al mismo tiempo que le acariciaba la pierna muy lentamente en dirección a su entrepierna—, ¿verdad?
Justo en el instante en que iba a rendirme a lo inevitable, llamaron a la puerta. Los dos nos quedamos en silencio sin movernos; volvieron a llamar. Cerré los ojos, quité la mano de su pierna y volví la mirada al frente. Hice ademán de levantarme, pero él seguía abrazándome con fuerza. Volví a mirarlo, esta vez ceñudo; él suspiró con irritación, resignado, y me soltó. Aproveché para volver a anudarme la corbata mientras me incorporaba y abrí la puerta. Era uno del personal del hotel, me dejó dos sobres y se marchó. Lo que me sorprendió fue que uno de ellos iba dirigido al herbívoro egocéntrico. ¿Cómo podían saber que él estaba en mi habitación? Aun en el caso de que no estuviera en la suya, lo más lógico era dejarla en recepción.
La respuesta no se hizo de esperar. Mi carta era el contrato del que sería mi futuro trabajo como guardaespaldas del herbívoro egocéntrico y supuse que la tal Suzuki que la enviaba era aquella mujer del restaurante. Me invadió una sensación de desconfianza, ¿cómo sabía esa mujer dónde me hospedaba? Suponía que el herbívoro egocéntrico le había dicho dónde se hospedaba y ella sólo tuvo que preguntar por mí en recepción, pero entonces... ¿por qué me había enviado a mí las dos? Esa mujer... cada vez me gustaba menos.
—Así que es así como lo has interpretado. —Giré la cabeza en su dirección porque girarme yo era imposible por culpa de su abrazo posesivo—. Tú y tus fantasías sexuales... —Estaba perdiendo el hilo de lo que yo mismo decía. No conseguía apartar la mirada de la suya y ver el deseo con el que me miraba hacía que sintiera la necesidad de volver a tocarlo y besarlo cada vez con más urgencia—. No me equivoco si digo que pensabas que iba a hacerte otra cosa... —continué al mismo tiempo que le acariciaba la pierna muy lentamente en dirección a su entrepierna—, ¿verdad?
Justo en el instante en que iba a rendirme a lo inevitable, llamaron a la puerta. Los dos nos quedamos en silencio sin movernos; volvieron a llamar. Cerré los ojos, quité la mano de su pierna y volví la mirada al frente. Hice ademán de levantarme, pero él seguía abrazándome con fuerza. Volví a mirarlo, esta vez ceñudo; él suspiró con irritación, resignado, y me soltó. Aproveché para volver a anudarme la corbata mientras me incorporaba y abrí la puerta. Era uno del personal del hotel, me dejó dos sobres y se marchó. Lo que me sorprendió fue que uno de ellos iba dirigido al herbívoro egocéntrico. ¿Cómo podían saber que él estaba en mi habitación? Aun en el caso de que no estuviera en la suya, lo más lógico era dejarla en recepción.
La respuesta no se hizo de esperar. Mi carta era el contrato del que sería mi futuro trabajo como guardaespaldas del herbívoro egocéntrico y supuse que la tal Suzuki que la enviaba era aquella mujer del restaurante. Me invadió una sensación de desconfianza, ¿cómo sabía esa mujer dónde me hospedaba? Suponía que el herbívoro egocéntrico le había dicho dónde se hospedaba y ella sólo tuvo que preguntar por mí en recepción, pero entonces... ¿por qué me había enviado a mí las dos? Esa mujer... cada vez me gustaba menos.
Re: Habitación de Hibari Kyouya
No respondí a nada de lo que dijo, como respuesta sólo lo atraje más a mí mientras seguía mordiendo toda la extensión de su cuello intercambiando sensuales besos por húmedas lamidas recorriendo toda la piel que quedaba a mi alcance; sentí su mano acariciar mi pierna en dirección a mi entrepierna, de sólo pensarlo dejé escapar un gemido de impaciencia ya que el deseado roce no llegó en ningún momento.
Abrí los ojos lentamente al escuchar que alguien tocaba en la puerta, pero no hice ademán de soltarlo, no quería detenerme ahora. Pasaron unos minutos y la puerta sonó de nuevo, el enano quiso levantarse, pero se lo impedí con el brazo que tenía por sobre sus hombros, me miró ceñudo y yo suspiré con irritación y finalmente lo solté.
Mientras estuvo ocupado hablando con el hombre que vino a darle algo, yo aproveché para palpar mi erección intentando calmarla, fue inutil, necesitaba desahogarme, pero ya.
Frustrado miré hacia el enano y vi que tenía dos cartas en la mano y una cara un poco extraña, fruncí el ceño y mientras me recolocaba el cabello añadí:
—¿A qué viene esa cara? —me acerqué hasta él y vi que una de las carta era para mí, alcé una ceja confundido y se la quité de la mano, luego la abrí y la leí rápidamente. La carta era de Suzuki-san y parecía ser el contrato para que lo firmata, pensé que podría hacer éso más tarde, no había prisa; sin embargo yo necesitaba atención urgente y al parecer él también, así que no esperé más. ya nos habían interrumpido muchas veces y si ahora no me ayudaba él lo haría yo sólo.
—Ésto puede esperar... —el enano me miró ceñudo, parecía que no quería seguir y eso me molestó, pero no le insistí me di la vuelta y antes de sentarme en la cama me quité la chaqueta completamente, me desabroché los pantalones y lo dejé caer, luego me subí a la cama y me apoyé en el cabecero de ésta, seguidamente pasé lentamente una mano por mi torso hasta llegar a mi erección, me pasé la lengua sensualmente por el labio inferior y lo miré con morbo, notando como él se tensaba y estaba estático observándome.
Empecé a masajeármela por encima de la fina tela del boxer, notando como poco a poco se endurecía y se engrandaba más y más. Hacer ésto mientras él me miraba fijamente me daba mucho morbo...
Abrí los ojos lentamente al escuchar que alguien tocaba en la puerta, pero no hice ademán de soltarlo, no quería detenerme ahora. Pasaron unos minutos y la puerta sonó de nuevo, el enano quiso levantarse, pero se lo impedí con el brazo que tenía por sobre sus hombros, me miró ceñudo y yo suspiré con irritación y finalmente lo solté.
Mientras estuvo ocupado hablando con el hombre que vino a darle algo, yo aproveché para palpar mi erección intentando calmarla, fue inutil, necesitaba desahogarme, pero ya.
Frustrado miré hacia el enano y vi que tenía dos cartas en la mano y una cara un poco extraña, fruncí el ceño y mientras me recolocaba el cabello añadí:
—¿A qué viene esa cara? —me acerqué hasta él y vi que una de las carta era para mí, alcé una ceja confundido y se la quité de la mano, luego la abrí y la leí rápidamente. La carta era de Suzuki-san y parecía ser el contrato para que lo firmata, pensé que podría hacer éso más tarde, no había prisa; sin embargo yo necesitaba atención urgente y al parecer él también, así que no esperé más. ya nos habían interrumpido muchas veces y si ahora no me ayudaba él lo haría yo sólo.
—Ésto puede esperar... —el enano me miró ceñudo, parecía que no quería seguir y eso me molestó, pero no le insistí me di la vuelta y antes de sentarme en la cama me quité la chaqueta completamente, me desabroché los pantalones y lo dejé caer, luego me subí a la cama y me apoyé en el cabecero de ésta, seguidamente pasé lentamente una mano por mi torso hasta llegar a mi erección, me pasé la lengua sensualmente por el labio inferior y lo miré con morbo, notando como él se tensaba y estaba estático observándome.
Empecé a masajeármela por encima de la fina tela del boxer, notando como poco a poco se endurecía y se engrandaba más y más. Hacer ésto mientras él me miraba fijamente me daba mucho morbo...
Re: Habitación de Hibari Kyouya
Me extrañó mucho que volviera a la cama sin tratar de convencerme ni nada más, pero pronto averigüé por qué lo hizo. Había pensado que con el tema de las cartas se olvidaría de lo que estábamos haciendo antes, pero a él no parecía importarle nada. Me irritó que tratara de provocarme porque él sabía perfectamente que no podría contenerme. Ese orgulloso con complejo de dominante... Me conocía lo suficiente para saber cómo conseguir lo que quería de mí en cada situación y por eso lo odiaba más que nunca.
Me resultó imposible apartar la mirada de él. Su expresión y sonrisa lascivas, la posición en que estaba, su pecho al descubierto y, peor aún, lo que estaba haciendo me excitaron hasta tal punto que lo único que impidió que me abalanzara sobre él fue el mínimo de autocontrol que conseguí mantener. Los pantalones me apretaban y pronto comencé a sentir la falta de oxígeno y el calor abrasador que siempre me dominaban cuando estaba con él. Ese maldito herbívoro egocéntrico...
Estiré los labios en una mueca que intenté que se pareciera a una sonrisa, pero no pasó de ser una línea recta. Entrecerré los ojos, dejé la carta en la mesa y caminé hacia él. La falta de aire me obligó a desanudarme la corbata, la deslicé por el cuello de la camisa y la lancé a la cama, justo a su lado. Me moría de ganas de hacer lo que él también deseaba, pero por haber interpretado lo que hice antes como un intento de provocarlo, lo desesperaría un poco más.
Me subí a la cama y gateé hacia él. Puse una mano en el cabecero, al lado de su rostro y la otra la apoyé en su estómago.
—Se ve que te mueres porque atienda tu "parte problemática" —le dije con una media sonrisa—. ¿Por qué no me lo pides directamente en vez de intentar provocarme?—Comencé a bajar por su estómago muy lentamente—. Si es por orgullo, olvídalo. —Llegué hasta su entrepierna y se la agarré con fuerza por encima de los bóxers—. No tienes ni idea de lo desesperado que te ves.
Me resultó imposible apartar la mirada de él. Su expresión y sonrisa lascivas, la posición en que estaba, su pecho al descubierto y, peor aún, lo que estaba haciendo me excitaron hasta tal punto que lo único que impidió que me abalanzara sobre él fue el mínimo de autocontrol que conseguí mantener. Los pantalones me apretaban y pronto comencé a sentir la falta de oxígeno y el calor abrasador que siempre me dominaban cuando estaba con él. Ese maldito herbívoro egocéntrico...
Estiré los labios en una mueca que intenté que se pareciera a una sonrisa, pero no pasó de ser una línea recta. Entrecerré los ojos, dejé la carta en la mesa y caminé hacia él. La falta de aire me obligó a desanudarme la corbata, la deslicé por el cuello de la camisa y la lancé a la cama, justo a su lado. Me moría de ganas de hacer lo que él también deseaba, pero por haber interpretado lo que hice antes como un intento de provocarlo, lo desesperaría un poco más.
Me subí a la cama y gateé hacia él. Puse una mano en el cabecero, al lado de su rostro y la otra la apoyé en su estómago.
—Se ve que te mueres porque atienda tu "parte problemática" —le dije con una media sonrisa—. ¿Por qué no me lo pides directamente en vez de intentar provocarme?—Comencé a bajar por su estómago muy lentamente—. Si es por orgullo, olvídalo. —Llegué hasta su entrepierna y se la agarré con fuerza por encima de los bóxers—. No tienes ni idea de lo desesperado que te ves.
Re: Habitación de Hibari Kyouya
No pudo resistirse a mí por más tiempo, pocos minutos después de observarme lascivamente anduvo hasta mí, gateó por la cama hasta estar a mi altura y lo siguiente que sentí fue una de sus manos agarrando mi erección con fuerza, solté un gemido ahogado sin poder evitarlo, pero me mantuve lo más sereno que pude, ahora que lo tenía comiendo de mi mano, no dejaría que me tocara a su antojo aunque no era éso lo que realmente me apetecía hacer...
Sabía que mi desesperación era evidente, pero no me importó que él lo comentara; ahora éso era lo que menos me importaba.
—Nunca he pedido nada a nadie. Siempre me lo han hecho sin que tuviera que hacerlo... —Susurré directo controlándo mi respiración mientras dirigia una de mis manos hasta la suya y la retiraba de mi entrepierna—. No voy a hacerlo ahora tampoco..., así que déjame acabar solo...
Sonreí divertido y lo empujé separándolo lentamente, no quería hacerlo, pero él no me dejaba otra opción; no iba a ceder ahora que le apetecía cuando antes casi me dejaba a medias, lo odié y lo odié aún más al observar su rostro sorprendido. Seguramente había pensando que al encontrarme tan excitado no sería capaz de recharzarlo tan fácilmente, aunque no fue realmente tan fácil como lo había hecho parecer..., yo realmente quería hacerlo de nuevo con él.
Aproveché su desconcierto para meter una mano por mis boxer's sujetando mi dureza con fuerza, al mismo tiempo apoyé la cabeza en el cabecero de la cama y me pasé la lengua sinuosamente por mis labios; luego inicié un suave vaivén que iba incrementando poco a poco haciéndoseme imposible contener los suaves y roncos gemidos que luchaban por salir de mi boca. Sabía que estaba siendo muy cruel ahora, pero no me importaba, me encantaba provocarlo de ésta manera..
Abrí los ojos que mantuve cerrados al iniciar la masturbación y vi como seguía sentado en la cama sin dejar de mirarme lascivamente, parecía que estaba a punto de saltar sobre mí, me devoraba con la mirada y eso era tan evidente como la erección que él mismo escondía debajo de sus pantalones, pero no se movía..., así que intenté provocarlo siendo aún más pervertido. Me pasé un dedo por mis labios y lo lamí sensualmente sin apartar la mirada de él, cada vez más rápido al ritmo de la mano que acariciaba mi excitado pene. Ésto se me estaba yendo completamente de las manos...ahora no podía parar aunque quisiera.
Sabía que mi desesperación era evidente, pero no me importó que él lo comentara; ahora éso era lo que menos me importaba.
—Nunca he pedido nada a nadie. Siempre me lo han hecho sin que tuviera que hacerlo... —Susurré directo controlándo mi respiración mientras dirigia una de mis manos hasta la suya y la retiraba de mi entrepierna—. No voy a hacerlo ahora tampoco..., así que déjame acabar solo...
Sonreí divertido y lo empujé separándolo lentamente, no quería hacerlo, pero él no me dejaba otra opción; no iba a ceder ahora que le apetecía cuando antes casi me dejaba a medias, lo odié y lo odié aún más al observar su rostro sorprendido. Seguramente había pensando que al encontrarme tan excitado no sería capaz de recharzarlo tan fácilmente, aunque no fue realmente tan fácil como lo había hecho parecer..., yo realmente quería hacerlo de nuevo con él.
Aproveché su desconcierto para meter una mano por mis boxer's sujetando mi dureza con fuerza, al mismo tiempo apoyé la cabeza en el cabecero de la cama y me pasé la lengua sinuosamente por mis labios; luego inicié un suave vaivén que iba incrementando poco a poco haciéndoseme imposible contener los suaves y roncos gemidos que luchaban por salir de mi boca. Sabía que estaba siendo muy cruel ahora, pero no me importaba, me encantaba provocarlo de ésta manera..
Abrí los ojos que mantuve cerrados al iniciar la masturbación y vi como seguía sentado en la cama sin dejar de mirarme lascivamente, parecía que estaba a punto de saltar sobre mí, me devoraba con la mirada y eso era tan evidente como la erección que él mismo escondía debajo de sus pantalones, pero no se movía..., así que intenté provocarlo siendo aún más pervertido. Me pasé un dedo por mis labios y lo lamí sensualmente sin apartar la mirada de él, cada vez más rápido al ritmo de la mano que acariciaba mi excitado pene. Ésto se me estaba yendo completamente de las manos...ahora no podía parar aunque quisiera.
Re: Habitación de Hibari Kyouya
Mi desconcierto iba en aumento conforme él iba más allá. Era un suplicio verlo en tal estado sin ser yo el causante de sus gemidos. Sin embargo, a pesar de la imperiosa necesidad de sustituir su mano por la mía y de lanzarme sobre él por provocarme de esa forma tan obscena, me quedé inmóvil en la misma posición después de que él me apartara. La razón era lo que había dicho y hecho y lo que me había obligado a hacer. No le entendía... tampoco intentaba entenderlo, pero después de lo que acababa de hacer no pensaba hacerlo. ¿Por qué me provocaba y después me rechazaba si estaba deseando que yo lo masturbara? Lo peor era que se creía que yo había empezado con el juego de la provocación, no tenía ni idea de lo que significaba lo que había hecho y eso me irritaba... mucho. Había sido culpa suya que le hubiera golpeado, también que me hubiera arrepentido por primera vez en mi vida, había conseguido controlarme porque odiaba ser tan dependiente de él y cuando me rendía ante él me rechazaba. Lo que más me molestaba, hasta el punto de querer matarlo, era lo que había dicho. Sus palabras me demostraban que habían sido muchos antes que yo los que lo habían tocado y besado y, por si fuera poco, me hacía ver como si sólo fuera uno de ese montón. Yo había sido capaz de dejar atrás mi orgullo para que no me malinterpretase, como había hecho esa mañana. Estaba harto de tener que ser siempre yo el que iba en su búsqueda y odiaba sentirme como si fuera su perrito faldero.
Aparté la mirada de él; lo odié aún más por ser capaz de hacer que mi cuerpo no correspondiera a mis pensamientos y por tanto aún me viera obligado a contenerme para no caer rendido a sus pies... otra vez.
—Bien, ya nos veremos mañana entonces. —Me bajé de la cama y me dirigí al baño, antes de entrar, me giré hacia él y añadí con la misma seriedad—: Asegúrate de no dejar manchas.
Cerré sin esperar una posible respuesta y, aprovechando que él no me veía, fruncí el ceño y chisté con rabia. Abrí el grifo de la ducha, pero no llegué a entrar ni tan siquiera a desnudarme, simplemente me quedé allí de pie. Por su culpa me vería obligado a tratar también mi "problema".
Aparté la mirada de él; lo odié aún más por ser capaz de hacer que mi cuerpo no correspondiera a mis pensamientos y por tanto aún me viera obligado a contenerme para no caer rendido a sus pies... otra vez.
—Bien, ya nos veremos mañana entonces. —Me bajé de la cama y me dirigí al baño, antes de entrar, me giré hacia él y añadí con la misma seriedad—: Asegúrate de no dejar manchas.
Cerré sin esperar una posible respuesta y, aprovechando que él no me veía, fruncí el ceño y chisté con rabia. Abrí el grifo de la ducha, pero no llegué a entrar ni tan siquiera a desnudarme, simplemente me quedé allí de pie. Por su culpa me vería obligado a tratar también mi "problema".
Re: Habitación de Hibari Kyouya
Lo miré con desconcierto cuando se levantó de la cama y se dirigió al baño, paré mis caricias y fruncí el ceño brúscamente. Ese estúpido enano..., ¿por qué no se daba cuenta de lo que realmente quería? nunca antes había siquiera pensando en seguir a alguien que me dejaba de ésta manera, ya era la tercera vez que me lo hacia, estaba harto de tanta tontería así que enfadado me levanté de la cama y entré en el baño abriendo la puerta de golpe. Él estaba delante de la ducha con la cabeza gacha y con el grifo abierto, probablemente pensando en aliviarse él mismo, chisté molesto y anduve hasta él con pasos decididos y lo agarré de la muñeca para llevarlo de vuelta a la habitación, lo tiré de mala gana en la cama y me posicioné encima de él. Lo miré severo desde mi posición y añadí:
—Ya has hecho que vaya a por ti tres veces..., nunca he ido detrás de nadie y tú estás rechazándome una y otra vez cuando realmente no quieres hacerlo...¿por qué haces ésto? si quieres tocarme simplemente hazlo, imbécil...
Era cierto que antes lo había detenido yo, pero sólo fue un pequeño castigo, no pensé que se levantaría y se marcharía tan tranquilamente...
Sentí una punzada en mi entrepierna que me hizo recordar que aún seguía erguida y en busca de contacto urgente, luego suspiré apoyando la cabeza en el hueco de sus hombros.
—Hazlo... —dejé escapar en un sensual susurro en su oído, incitándolo; el enano parece que quiso reaccionar, pero no llegó siquiera a rozarme, odiaba que dudara tanto cuando yo mismo se lo estaba pidiendo; sujeté su mano y la guié hasta mi miembro, su mano permanecía inmóvil en esa zona, yo estaba desesperado, así que hago que comience a adentrarse en la tela. Mi respiración es dificultosa, mi erección está gravemente hinchada como consecuencia de lo excitado que estoy, el dolor es agobiante y finalmente parace no poder resistirse y lo toma entre sus manos, acariciándolo suavemente, gimo roncamente a consecuencía de lo que me hace sentir. Él sigue masturbándome deliciosamente y yo aprovecho que está tan concentrado para desabotonar su pantalón y meter la mano por sus boxer's, teniendo contacto con la piel hirviendo de su sexo. Empiezo a masturbarlo del mismo modo que él me lo hacia a mí, nuestros cuerpo queman, su erección está completamente despierta y descontrolada bombeando en mi mano, sabía que había estado muy exitado desde que lo provoqué tocándome yo mismo y por fin parecía que cedería sin tapujos, sonreí de medio lado y justo desués busqué sus labios, le di un pequeño bocado en el labio inferior y luego arremetí ferozmente contra su boca ocultando así los gemidos que luchan por salir de mi boca cada vez con mayor intensidad...
Ésto era realmente bueno....
—Ya has hecho que vaya a por ti tres veces..., nunca he ido detrás de nadie y tú estás rechazándome una y otra vez cuando realmente no quieres hacerlo...¿por qué haces ésto? si quieres tocarme simplemente hazlo, imbécil...
Era cierto que antes lo había detenido yo, pero sólo fue un pequeño castigo, no pensé que se levantaría y se marcharía tan tranquilamente...
Sentí una punzada en mi entrepierna que me hizo recordar que aún seguía erguida y en busca de contacto urgente, luego suspiré apoyando la cabeza en el hueco de sus hombros.
—Hazlo... —dejé escapar en un sensual susurro en su oído, incitándolo; el enano parece que quiso reaccionar, pero no llegó siquiera a rozarme, odiaba que dudara tanto cuando yo mismo se lo estaba pidiendo; sujeté su mano y la guié hasta mi miembro, su mano permanecía inmóvil en esa zona, yo estaba desesperado, así que hago que comience a adentrarse en la tela. Mi respiración es dificultosa, mi erección está gravemente hinchada como consecuencia de lo excitado que estoy, el dolor es agobiante y finalmente parace no poder resistirse y lo toma entre sus manos, acariciándolo suavemente, gimo roncamente a consecuencía de lo que me hace sentir. Él sigue masturbándome deliciosamente y yo aprovecho que está tan concentrado para desabotonar su pantalón y meter la mano por sus boxer's, teniendo contacto con la piel hirviendo de su sexo. Empiezo a masturbarlo del mismo modo que él me lo hacia a mí, nuestros cuerpo queman, su erección está completamente despierta y descontrolada bombeando en mi mano, sabía que había estado muy exitado desde que lo provoqué tocándome yo mismo y por fin parecía que cedería sin tapujos, sonreí de medio lado y justo desués busqué sus labios, le di un pequeño bocado en el labio inferior y luego arremetí ferozmente contra su boca ocultando así los gemidos que luchan por salir de mi boca cada vez con mayor intensidad...
Ésto era realmente bueno....
Re: Habitación de Hibari Kyouya
Llegué a pensar que lo que quería era que lo viera satisfacerse a sí mismo hasta el final y lo que dijo no me ayudaba a saber qué era lo que realmente quería. ¿Que lo tocara cuando quería? Eso intenté antes y me detuvo, ¿qué esperaba entonces? Entonces, lo dijo. Una sola palabra que me susurró al oído y me hizo abrir los ojos, sorprendido, al mismo tiempo que sentía cómo mi cuerpo se estremecía y luchaba por moverse antes de que yo se lo dijera. Él se mostró impaciente y guió mis movimientos en todo momento hasta que sentí su entrepierna. Sentir su dureza hizo que yo mismo sintiera la desesperación de calmar mi erección. Entrecerré los ojos al escuchar lo que tanto me gustaba: sus gemidos, sobre todo cuando era yo el que hacía que gimiera así. Mis manos se movían sin que yo tuviera que ordenárselo, recorrían toda la extensión de su miembro y que tan bien conocían ya. Casi me sobresalté al notar su mano dentro de mis bóxers y cerré los ojos conteniendo un gemido cuando llegó a mi miembro. No interrumpí la masturbación a pesar del placer que me brindaba sentir cómo hacía lo que yo también deseaba y sin habérselo pedido, era como si mi mente se hubiera desvinculado de mi cuerpo y cada uno actuara por sí solo.
Abrí los ojos cuando me mordió el labio inferior y lo miré con los ojos velados de deseo y placer. Su lengua recorrió cada resquicio de mi cavidad y yo le di permiso en todo momento, me contuve para no sacar una de las manos de sus bóxers para sujetarlo de la nuca y atraerlo más a mí y por el contrario continué masturbándolo, deteniéndome sólo cuando me era imposible continuar por culpa de sus labios y de la masturbación que él mismo me hacía. Cuando nos separamos, acaricié su lengua con la mía y nos mantuvimos a una distancia mínima; nuestras frentes se rozaban.
En mi estado no aguantaría mucho más, así que aumenté el ritmo y comencé a masturbarlo más rápido, desde los testículos hasta la punta y continué hasta que sentí su semen entre mis dedos. Él no se quedó atrás y también aumentó la velocidad, mis manos seguían dentro de sus bóxers y como medio de descargar la pasión, se enroscaron de nuevo alrededor de su miembro hasta que yo también me corrí. Cerré la boca después del último gemido, pero me vi obligado a volver a abrir a causa de mis jadeos. No quería que se alejara sin escuchar lo que tenía que decirle, así que traté de tranquilizarme y recuperar el aliento y le dije en cuanto fui capaz de hablar:
—Supongo que... debería sentirme halagado por ser el primero al que sigues, eso quiere decir... que los demás sólo eran tus compañeros de habitación o ni siquiera eso. —Inspiré profundamente; al fin conseguí dejar de jadear—. Yo ni siquiera he tenido alguien al que seguir, así que considérate también halagado y... si quieres que te toque, simplemente dímelo... —Hice una pausa a propósito para después añadir—: Estúpido.
Abrí los ojos cuando me mordió el labio inferior y lo miré con los ojos velados de deseo y placer. Su lengua recorrió cada resquicio de mi cavidad y yo le di permiso en todo momento, me contuve para no sacar una de las manos de sus bóxers para sujetarlo de la nuca y atraerlo más a mí y por el contrario continué masturbándolo, deteniéndome sólo cuando me era imposible continuar por culpa de sus labios y de la masturbación que él mismo me hacía. Cuando nos separamos, acaricié su lengua con la mía y nos mantuvimos a una distancia mínima; nuestras frentes se rozaban.
En mi estado no aguantaría mucho más, así que aumenté el ritmo y comencé a masturbarlo más rápido, desde los testículos hasta la punta y continué hasta que sentí su semen entre mis dedos. Él no se quedó atrás y también aumentó la velocidad, mis manos seguían dentro de sus bóxers y como medio de descargar la pasión, se enroscaron de nuevo alrededor de su miembro hasta que yo también me corrí. Cerré la boca después del último gemido, pero me vi obligado a volver a abrir a causa de mis jadeos. No quería que se alejara sin escuchar lo que tenía que decirle, así que traté de tranquilizarme y recuperar el aliento y le dije en cuanto fui capaz de hablar:
—Supongo que... debería sentirme halagado por ser el primero al que sigues, eso quiere decir... que los demás sólo eran tus compañeros de habitación o ni siquiera eso. —Inspiré profundamente; al fin conseguí dejar de jadear—. Yo ni siquiera he tenido alguien al que seguir, así que considérate también halagado y... si quieres que te toque, simplemente dímelo... —Hice una pausa a propósito para después añadir—: Estúpido.
Re: Habitación de Hibari Kyouya
Todo continuó a un ritmo rápido y desesperado, su movimiento se hizo más enloquecedor, ya no podía aguantar más..., terminé justo en el momento que entreabrí los ojos, ver su expresión de goce mientras dejaba escapar esos gemidos tan insinuantes fue lo más que pude aguantar; me corrí violentamente en su mano, él no dejó de sujetármela en ningún momento, recorriéndomela lentamente ahora que había terminado. Yo por mi parte aumenté el ritmo de una manera enloquecedora, sientiéndola cada vez más y más dura hasta que finalmente terminó corriendose en mi mano, su último gemido fue realmente erótico...
Luego dejé descansar la cabeza en el hueco de su hombro y solté su entrepierna, apoyé la mano en la cama para no caerme encima de él y sonreí cuando me separé de él, sonreí divertido y satisfecho aún con la respiración entrecortada.
—Eso es..., deberías sentirte halagado. ¿Sabes cuánta gente desearía estar en tu lugar? —sonreí maliciosamente con su último comentario y añadí picaronamente—: Ya te lo dije antes, te doy permiso para tocarme, así que no necesito perdirte nada... —La última palabra la dije en tono sensual, con la voz aún rota a causa de mi dificultosa respiración.
Cansado de aguantar el peso con mis brazos me dejé caer encima de él inclinado a uno de sus costados para no echar todo mi peso sobre él, luego puse los brazos la lado de su cabeza y lo atraje hacia a mí; inspiré profundamente y añadí:
—Déjame quedarme así un poco más.
Me sentía extrañamente calmado y aliviado con él en mis brazos en ésta posición, quería quedarme así...
Luego dejé descansar la cabeza en el hueco de su hombro y solté su entrepierna, apoyé la mano en la cama para no caerme encima de él y sonreí cuando me separé de él, sonreí divertido y satisfecho aún con la respiración entrecortada.
—Eso es..., deberías sentirte halagado. ¿Sabes cuánta gente desearía estar en tu lugar? —sonreí maliciosamente con su último comentario y añadí picaronamente—: Ya te lo dije antes, te doy permiso para tocarme, así que no necesito perdirte nada... —La última palabra la dije en tono sensual, con la voz aún rota a causa de mi dificultosa respiración.
Cansado de aguantar el peso con mis brazos me dejé caer encima de él inclinado a uno de sus costados para no echar todo mi peso sobre él, luego puse los brazos la lado de su cabeza y lo atraje hacia a mí; inspiré profundamente y añadí:
—Déjame quedarme así un poco más.
Me sentía extrañamente calmado y aliviado con él en mis brazos en ésta posición, quería quedarme así...
Re: Habitación de Hibari Kyouya
Me quedé inmóvil desde el momento en que me abrazó, tenía los ojos abiertos y la cabeza contra su hombro. No sabía qué hacer con las manos, lo más normal sería devolverle el abrazo, pero por alguna razón estaba nervioso y sabía que si lo hacía, mi nerviosismo aumentaría. Hacía rato ya que mi respiración se había normalizado, así que no entendía por qué el corazón me seguía latiendo tan fuerte. Giré sólo las pupilas hacia él, ¿lo notaría? Volví a mirar la pared que quedaba por encima de su hombro. Quería decirle que ese "poco más" iba a convertirse en "toda la noche" si seguíamos así, pero tenía la boca contra su hombro. Mis latidos se hacían cada vez más rápidos al igual que mi nerviosismo iba en aumento y sólo vi como alternativa para calmarme el alejarme de él. Me moví un poco; él seguía abrazándome, pero su agarre era más suave, separé la cabeza de su hombro y la giré hacia él.
—Oye, ya es suficien- —me interrumpí en ese punto al ver su rostro tranquilo y el suave sonido de su respiración.
Estaba dormido.
Lo observé largo rato y medité mis alternativas. Ahora estaba en un dilema: quería ir a ducharme, lo necesitaba con urgencia, pero eso supondría tener que separarme y deshacer el abrazo. Entrecerré un poco los ojos; no, no quería hacerlo. Perdí la cuenta del tiempo que permanecí así, mirándolo fijamente y entonces me di cuenta de que algo inusual pasaba en mi rostro. Resistí la tentación de alzar la mano y comprobarlo, tampoco es que fuera necesario. Mis labios estaban estirados en una sonrisa que distaba mucho de ser la que yo solía usar, no había diversión, malicia o satisfacción en ella, era como... la que él me mostró aquel día en el parque. Me di cuenta de que el ritmo acelerado de mis latidos ya no me extrañaba o incomodaba y me sentía... bien.
Volví a mi anterior posición, cerré los ojos y finalmente le rodeé la cintura con los brazos.
—Oye, ya es suficien- —me interrumpí en ese punto al ver su rostro tranquilo y el suave sonido de su respiración.
Estaba dormido.
Lo observé largo rato y medité mis alternativas. Ahora estaba en un dilema: quería ir a ducharme, lo necesitaba con urgencia, pero eso supondría tener que separarme y deshacer el abrazo. Entrecerré un poco los ojos; no, no quería hacerlo. Perdí la cuenta del tiempo que permanecí así, mirándolo fijamente y entonces me di cuenta de que algo inusual pasaba en mi rostro. Resistí la tentación de alzar la mano y comprobarlo, tampoco es que fuera necesario. Mis labios estaban estirados en una sonrisa que distaba mucho de ser la que yo solía usar, no había diversión, malicia o satisfacción en ella, era como... la que él me mostró aquel día en el parque. Me di cuenta de que el ritmo acelerado de mis latidos ya no me extrañaba o incomodaba y me sentía... bien.
Volví a mi anterior posición, cerré los ojos y finalmente le rodeé la cintura con los brazos.
Re: Habitación de Hibari Kyouya
Me removí lentamente soltando un dévil gemido ahogado, mi mano izquierda empezó a acariciar sin mi consentimiento un sedoso cabello lacio y luego lentamente abrí los ojos. El enano estaba dormido plácidamente entre mis brazos, quería permanecer así un poco más, pero recordé que justo esta mañana tenía cosas que hacer..., no era el momento de hacerse el perezoso; así que me incorporé o al menos lo intenté porque el enano caprichoso me tenía abrazado fuertemente por la cintura, me dejé caer encima de él poco a poco y sonreí al ver su expresión; cuando dormía su expresión cambiaba radicalmente, sus faciones no estaban tan tensas como de costumbre e incluso ahora mismo parecía que mostraba una pequeña sonrisa, lo observé detenidamente y él poco a poco fue abriéndo los ojos, acentué aún más mi sonrisa y añadí en tono burlón:
—¿Qué, no piensas soltarme?
Poco a poco el agarre se hizo más suave hasta que finalmente me soltó, yo me incorporé sentándome en la orilla de la cama, luego me levanté y desentumecí los huesos, anduve hasta el baño y me di una ducha rápida, luego me vestí con la ropa que me compré los otros días, la que pedí que me llevaran al hotel y que recogí en recepción antes de subir aquí. Escogí un estilo formal, pero siempre a mi estilo, cómodo y sexy.
Cogí unos pantalones blancos ni muy ajustados ni muy desahogados y una camisa de tirantes del mismo color bien ceñida a mi torso, para pasar un poco desapercivido cogí una gorra que tenía dibujada un caravela en la parte delantera y me la coloqué hacia un lado, el cabello me había quedado perfecto con tan solo unos retoques de laca. Ya estaba listo.
Él enano que entró justo después de mí en la ducha, estaba terminando de vestirse también, me parecío extraño que no dijera nada desde que se despertó, pero yo tampoco quise comentar nada; después de ponerme los zapatos cogí la carta de Suziki-san y me crucé de brazos justo al lado de la puerta, esperándolo.
—¿Qué, no piensas soltarme?
Poco a poco el agarre se hizo más suave hasta que finalmente me soltó, yo me incorporé sentándome en la orilla de la cama, luego me levanté y desentumecí los huesos, anduve hasta el baño y me di una ducha rápida, luego me vestí con la ropa que me compré los otros días, la que pedí que me llevaran al hotel y que recogí en recepción antes de subir aquí. Escogí un estilo formal, pero siempre a mi estilo, cómodo y sexy.
Cogí unos pantalones blancos ni muy ajustados ni muy desahogados y una camisa de tirantes del mismo color bien ceñida a mi torso, para pasar un poco desapercivido cogí una gorra que tenía dibujada un caravela en la parte delantera y me la coloqué hacia un lado, el cabello me había quedado perfecto con tan solo unos retoques de laca. Ya estaba listo.
Él enano que entró justo después de mí en la ducha, estaba terminando de vestirse también, me parecío extraño que no dijera nada desde que se despertó, pero yo tampoco quise comentar nada; después de ponerme los zapatos cogí la carta de Suziki-san y me crucé de brazos justo al lado de la puerta, esperándolo.
Re: Habitación de Hibari Kyouya
Cerré la puerta tras de mí con llave, ésta la dejé en la mesita de noche y caminé hacia el baño mientras me desanudaba la corbata. A pesar de que estaba actuando con calma, la irritación que me embargaba era cada vez mayor. Bastante molesto estaba ya para que encima el herbívoro egocéntrico se fuera con esa mujer... a solas. Podría haberse negado o haberle preguntado por qué no podía decirlo allí. Era evidente que él no se daba cuenta de cómo lo miraba Suzuki y seguro que si yo no se lo hubiera advertido, no le habría dicho a esa mujer que se había equivocado al enviarnos las cartas.
Terminé de ducharme y volví a la habitación en toalla y secándome el cabello. No conseguía dejar de recordar lo último que había dicho. Me molestaba, me molestaba porque debía reconocer que mi intención era esperarlo. Apreté ligeramente los dientes y me levanté para ponerme el pijama. Después, dejé las toallas en el baño y me senté en la cama. Necesitaba olvidarme de él... y el problema era que conseguía lo contrario por culpa de la cama. Reaccioné con rabia, alargué la mano hacia la bolsa donde estaba la comida que había comprado de camino al hotel y comencé a comer. Cuando terminé, me dejé caer de espaldas en la cama y cerré los ojos.
No estaba para nada cansado, pero no quería permanecer despierto para no pensar más en ese herbívoro egocéntrico.
Terminé de ducharme y volví a la habitación en toalla y secándome el cabello. No conseguía dejar de recordar lo último que había dicho. Me molestaba, me molestaba porque debía reconocer que mi intención era esperarlo. Apreté ligeramente los dientes y me levanté para ponerme el pijama. Después, dejé las toallas en el baño y me senté en la cama. Necesitaba olvidarme de él... y el problema era que conseguía lo contrario por culpa de la cama. Reaccioné con rabia, alargué la mano hacia la bolsa donde estaba la comida que había comprado de camino al hotel y comencé a comer. Cuando terminé, me dejé caer de espaldas en la cama y cerré los ojos.
No estaba para nada cansado, pero no quería permanecer despierto para no pensar más en ese herbívoro egocéntrico.
Re: Habitación de Hibari Kyouya
No bajé a la entrada de la compañía aunque le dije que nos veríamos allí. Todavía no me había contestado, por tanto no me fiaba del herbívoro egocéntrico y no sabía si vendría o no. Desde el balcón en el que estaba, en el primer piso, veía la puerta de entrada sin problemas, así que sólo bajaría si lo veía aparecer. Empecé a impacientarme... No me había respondido ni tampoco llamado y era posible que no tuviera pensado venir y yo estuviera esperándolo como un idiota. Entonces, por fin, lo vi salir al exterior y mirar alrededor; supuse que me estaba buscando.
Me quedé un rato mirándolo, quizá tratando de imaginar en qué estaba pensando. Entrecerré los ojos y apreté los dientes cuando acudió de nuevo a mi mente la escena que presencié antes de irme. Apreté los puños con fuerza en torno a la barandilla y finalmente me impulsé, salté por encima de la barandilla y aterricé en el suelo sin ningún problema.
El herbívoro egocéntrico me dirigió una mirada extraña y dijo algo que aumentó mi irritación. Me contuve para no ir hacia él y golpearle y me limité a ir detrás de él, en silencio. Ninguno de los dos dijo nada y cuando llegamos al hotel, lo seguí con la mirada hasta que lo perdí de vista. Después, yo también entré en mi habitación. Me di una ducha rápida y me acosté aunque no tenía sueño, pero si seguía despierto lo único que haría sería pensar en él.
Me quedé un rato mirándolo, quizá tratando de imaginar en qué estaba pensando. Entrecerré los ojos y apreté los dientes cuando acudió de nuevo a mi mente la escena que presencié antes de irme. Apreté los puños con fuerza en torno a la barandilla y finalmente me impulsé, salté por encima de la barandilla y aterricé en el suelo sin ningún problema.
El herbívoro egocéntrico me dirigió una mirada extraña y dijo algo que aumentó mi irritación. Me contuve para no ir hacia él y golpearle y me limité a ir detrás de él, en silencio. Ninguno de los dos dijo nada y cuando llegamos al hotel, lo seguí con la mirada hasta que lo perdí de vista. Después, yo también entré en mi habitación. Me di una ducha rápida y me acosté aunque no tenía sueño, pero si seguía despierto lo único que haría sería pensar en él.
Re: Habitación de Hibari Kyouya
La entrevista se me hizo eterna y las preguntas me molestaron cada vez más. ¿Qué les importaba a esos periodistas la vida privada del herbívoro? Por si fuera poco él contestaba con tanta naturalidad que por un momento pensé que decía la verdad. Resistí la tentación de preguntarle lo que quería justo después de la entrevista y esperé hasta llegar al hotel, justo delante de la puerta de mi habitación. Me mentalicé para esperar incluso a preguntárselo una vez dentro, pero sólo conseguí aguantar hasta que abrí la puerta, la empujé y mientras se abría me giré hacia él y le dije sin poder evitar sentir cierta molestia:
—Así que te gustan las mujeres altas y con el pelo largo...
Parecía que lo hubiera dicho a propósito para molestarme o quizá alguna mujer le vino a la mente al contestar... Había respondido con bastante seguridad e incluso había pensado bien su respuesta.
—¿En quién pensabas para dar esa descripción? —añadí frunciendo el ceño.
—Así que te gustan las mujeres altas y con el pelo largo...
Parecía que lo hubiera dicho a propósito para molestarme o quizá alguna mujer le vino a la mente al contestar... Había respondido con bastante seguridad e incluso había pensado bien su respuesta.
—¿En quién pensabas para dar esa descripción? —añadí frunciendo el ceño.
Re: Habitación de Hibari Kyouya
Finalmente llegamos al hotel, la entrevista duró más de lo previsto ya que incluso después de contestarlas todas, tuve que firmar autógrafos para las fans que habían venido a verme.
Ahora era media noche, estábamos delante de la puerta de su habitación y yo me sentía cada vez más impaciente, quería empujarlo dentro y hacerlo mío sin descanso durante toda la noche.
Él antes de entrar giró su rostro hacia mí y yo sonreí divertido antes su pregunta, evidentemente no había pensado en ninguna chica cuando respondí a la pregunta que me hicieron en la entrevista, sólo pensé en él y dije lo contrario para molestarlo, me divertía verlo celoso.
—¿Estás celoso? —Pregunté con media sonrisa aunque ya sabía la respuesta, el enano tenía el ceño fruncido y aprovechando que estaba dudando en contestar, le agarré la mano y entré en su habitación tirando de él, lo solté justo delante de la cama y lo empujé para que se tendiera en ella, luego me subí encima de él. Cada vez estaba más agitado, ya había esperado lo suficiente.
Guié mis labios hasta su mejilla, la besé y recorrí con besos todo su rostro, evitando a conciencia sus labios, luego me separé y nuestras miradas se encontraron, estuvimos varios segundos así, mirándonos, observando el rostro del otro detalladamente.
—Me divierte verte así..., tan celoso..., tan vulnerable..., haces que quiera comerte ahora mismo. —No pude aguantar mi propio juego, besé sus labios y me moví lentamente sobre ellos intercambiando la posición de la cabeza de vez en cuando, respiré sobre su boca y él respiraba sobre la mía, me volvía loco sentir su respiración sobre mi rostro, me impacientaba por momentos, así que me dejé caer lentamente sobre su cuerpo y a la vez que hundía la boca en su cuello volviéndome más agresivo al escuchar sus roncos gemidos.
Ahora era media noche, estábamos delante de la puerta de su habitación y yo me sentía cada vez más impaciente, quería empujarlo dentro y hacerlo mío sin descanso durante toda la noche.
Él antes de entrar giró su rostro hacia mí y yo sonreí divertido antes su pregunta, evidentemente no había pensado en ninguna chica cuando respondí a la pregunta que me hicieron en la entrevista, sólo pensé en él y dije lo contrario para molestarlo, me divertía verlo celoso.
—¿Estás celoso? —Pregunté con media sonrisa aunque ya sabía la respuesta, el enano tenía el ceño fruncido y aprovechando que estaba dudando en contestar, le agarré la mano y entré en su habitación tirando de él, lo solté justo delante de la cama y lo empujé para que se tendiera en ella, luego me subí encima de él. Cada vez estaba más agitado, ya había esperado lo suficiente.
Guié mis labios hasta su mejilla, la besé y recorrí con besos todo su rostro, evitando a conciencia sus labios, luego me separé y nuestras miradas se encontraron, estuvimos varios segundos así, mirándonos, observando el rostro del otro detalladamente.
—Me divierte verte así..., tan celoso..., tan vulnerable..., haces que quiera comerte ahora mismo. —No pude aguantar mi propio juego, besé sus labios y me moví lentamente sobre ellos intercambiando la posición de la cabeza de vez en cuando, respiré sobre su boca y él respiraba sobre la mía, me volvía loco sentir su respiración sobre mi rostro, me impacientaba por momentos, así que me dejé caer lentamente sobre su cuerpo y a la vez que hundía la boca en su cuello volviéndome más agresivo al escuchar sus roncos gemidos.
Re: Habitación de Hibari Kyouya
Me esperaba lo de celoso, pero... ¡¿vulnerable?! No sabía qué le hacía pensar que era vulnerable, quizá necesitara que le demostrara lo contrario. Tuve que apartar esos pensamientos a causa del beso que inició, se lo correspondí con voracidad y lancé un suspiro cuando él se desvió a mi cuello. Cerré los ojos y le puse una mano en la nuca y la otra la enterré en sus cabellos. Me encantaba sentir su lengua y sus labios en el cuello, me volvía completamente loco y siempre que lo hacía, me entraban ganas de morderle, como si de verdad pretendiera comérmelo. Estaba impaciente, más incluso de lo normal, pero no quería saltarme ningún paso, quería saborearlo de principio a fin como si aquella fuera la primera vez que nos acostábamos.
Bajé las manos hasta su rostro, lo alejé de mi cuello y le dije con cierta molestia:
—¿Qué te hace pensar que soy vulnerable? Es más... ¿qué te hace pensar que vas a ser tú el que me vaya a comer a mí y no al revés?
Él sabía perfectamente a qué me refería y me imaginaba que también sabía que, aunque había dado a entender que volvería a oponerme, muy posiblemente no fuera capaz de negarme si él trataba de ser el dominante. Decidí no pensar más en eso, si ese herbívoro se daba cuenta, se aprovecharía para soltar alguno de sus comentarios ingeniosos y antes tenía que demostrarle que yo no era vulnerable.
Le aparté el pelo del rostro en un gesto tan delicado que me sorprendió hasta a mí, me incorporé para conseguir llegar hasta él y le lamí la mejilla verticalmente hasta llegar a la altura del ojo. Mientras le besaba el párpado, aproveché para bajar con la otra mano por su nuca hasta su pecho. Lo hice con calma, disfrutando del tacto de su piel bajo mis dedos. Luego, le pellizqué la tetilla por encima de la camiseta y sonreí con malicia al notar cómo se endurecía ante mis caricias. Me encantaba que su cuerpo reaccionara a mí de esa manera...
Bajé las manos hasta su rostro, lo alejé de mi cuello y le dije con cierta molestia:
—¿Qué te hace pensar que soy vulnerable? Es más... ¿qué te hace pensar que vas a ser tú el que me vaya a comer a mí y no al revés?
Él sabía perfectamente a qué me refería y me imaginaba que también sabía que, aunque había dado a entender que volvería a oponerme, muy posiblemente no fuera capaz de negarme si él trataba de ser el dominante. Decidí no pensar más en eso, si ese herbívoro se daba cuenta, se aprovecharía para soltar alguno de sus comentarios ingeniosos y antes tenía que demostrarle que yo no era vulnerable.
Le aparté el pelo del rostro en un gesto tan delicado que me sorprendió hasta a mí, me incorporé para conseguir llegar hasta él y le lamí la mejilla verticalmente hasta llegar a la altura del ojo. Mientras le besaba el párpado, aproveché para bajar con la otra mano por su nuca hasta su pecho. Lo hice con calma, disfrutando del tacto de su piel bajo mis dedos. Luego, le pellizqué la tetilla por encima de la camiseta y sonreí con malicia al notar cómo se endurecía ante mis caricias. Me encantaba que su cuerpo reaccionara a mí de esa manera...
Re: Habitación de Hibari Kyouya
Notaba su impaciencia incluso más que la mía, su boca sigue danzando contra la mía, no nos separamos hasta que él me agarra del cabello y nos detenemos al mismo tiempo, tal como imaginé no le gustó lo que dije y me atacó poniéndose agresivo, pero no hice caso a su comentario; sabía tan bien como él que esta vez no se opondría tanto como la primera.
Entonces hizo algo que me descolocó, cuando me lamió la mejilla y luego me besó en el párpado me pareció una acción tan dulce, tan inesperada que simplemente me quedé observándolo sin poder decir o hacer nada; él aprovechó mi desconcierto para acariciar mi pecho y finalmente se detuvo en mis tetillas, que reaccionaron rápidamente a los estímulos que él ejercía con su mano.
No hay espacio para una respuesta, aprisiono desesperado sus labios, esos de los que ya me he vuelto adicto; ahora son mis manos la que aprisionan su rostro para que no pueda siquiera pensar en separarse, para que se entregara a mí sin siquiera dudarlo. Está sorprendido ante mis acciones, pero inmediatamente siento como ahora su lengua se entrelaza con la mía, como abre su boca y la mueve desenfrenadamente queriendo llegar más profundo en mí.
Me tumbo a su lado lentamente, metiendo una de mis piernas entre las suyas, al mismo tiempo agarré su trasero con mis manos y lo atraje bruscamente hacia mí, empezando a restregar mi erección con la suya, haciendo un movimiento realmente erótico y enloquecedor.
Había pasado demasiado tiempo y ahora estaba completamente descontrolado, completamente necesitado de él...
Entonces hizo algo que me descolocó, cuando me lamió la mejilla y luego me besó en el párpado me pareció una acción tan dulce, tan inesperada que simplemente me quedé observándolo sin poder decir o hacer nada; él aprovechó mi desconcierto para acariciar mi pecho y finalmente se detuvo en mis tetillas, que reaccionaron rápidamente a los estímulos que él ejercía con su mano.
No hay espacio para una respuesta, aprisiono desesperado sus labios, esos de los que ya me he vuelto adicto; ahora son mis manos la que aprisionan su rostro para que no pueda siquiera pensar en separarse, para que se entregara a mí sin siquiera dudarlo. Está sorprendido ante mis acciones, pero inmediatamente siento como ahora su lengua se entrelaza con la mía, como abre su boca y la mueve desenfrenadamente queriendo llegar más profundo en mí.
Me tumbo a su lado lentamente, metiendo una de mis piernas entre las suyas, al mismo tiempo agarré su trasero con mis manos y lo atraje bruscamente hacia mí, empezando a restregar mi erección con la suya, haciendo un movimiento realmente erótico y enloquecedor.
Había pasado demasiado tiempo y ahora estaba completamente descontrolado, completamente necesitado de él...
Última edición por Arakami Sasuke el Vie Jul 16, 2010 2:52 pm, editado 1 vez
Re: Habitación de Hibari Kyouya
Sentir su erección contra la mía me provocó tal placer que gemí de una forma que hasta yo mismo consideré exagerada. Me recordó la exquisita sensación que me dominó cuando me penetró y ese simple pensamiento me hizo gemir nuevamente, sólo que esta vez me apresuré a cerrar la boca para acortarlo. No era que no quisiera que él oyera lo que para mí era la respuesta más evidente y fácil en contraposición a las palabras De hecho, me gustaba saber que él sabía que lo que yo no expresaba en palabras quedaba completamente demostrado en mis acciones, al igual que le ocurría a él: no era necesario que dijera nada —y tampoco lo quería; era demasiado complicado—, sabía que yo también provocaba en él las mismas sensaciones que él en mí. El problema y razón para haber acortado mi último gemido era que no quería que él siguiera pensando que era "vulnerable", él ya me lo había dicho: siempre habían sido los demás los que habían acudido a él, los que se habían dejado seducir por él y los que siempre —estaba seguro— ejercían el rol pasivo.
Yo no quería ser como esos. Me molestaba pensar que pudiera compararme con otros anteriores a mí, por eso le demostraría que no era... "vulnerable". Además, yo era demasiado activo para quedarme quieto.
Si pensaba que me iba a olvidar de lo que estaba haciendo antes de que él iniciera aquella fricción, estaba muy equivocado. En cuanto interrumpimos el beso, guié la mano que tenía a su espalda hasta su pecho y con la otra, que no había apartado de su torso, volví a pellizcarle el pezón. No esperé a que volviera a interrumpirme, bajé la cabeza hasta la altura de su pecho y sustituí la mano por mi boca. Le mordí el pezón por encima de la camiseta y pronto esa zona quedó húmeda debido a mi saliva. Todavía sin quitársela, hice círculos con la lengua alrededor del pezón y lo succioné a través de la ropa. Desistí de inmediato de seguir el mismo juego con la otra tetilla: estaba deseando besar y lamer directamente su piel y su camiseta me estaba estorbando demasiado.
Moví las manos con impaciencia, le agarré la camiseta por el filo y aproveché para volver a mirarlo a los ojos, intensa y profundamente. Se la subí sólo hasta la mitad del torso, necesitaba que él me ayudara a quitársela, pero si no lo hacía, lo haría yo de la primera forma que se me ocurriera.
Yo no quería ser como esos. Me molestaba pensar que pudiera compararme con otros anteriores a mí, por eso le demostraría que no era... "vulnerable". Además, yo era demasiado activo para quedarme quieto.
Si pensaba que me iba a olvidar de lo que estaba haciendo antes de que él iniciera aquella fricción, estaba muy equivocado. En cuanto interrumpimos el beso, guié la mano que tenía a su espalda hasta su pecho y con la otra, que no había apartado de su torso, volví a pellizcarle el pezón. No esperé a que volviera a interrumpirme, bajé la cabeza hasta la altura de su pecho y sustituí la mano por mi boca. Le mordí el pezón por encima de la camiseta y pronto esa zona quedó húmeda debido a mi saliva. Todavía sin quitársela, hice círculos con la lengua alrededor del pezón y lo succioné a través de la ropa. Desistí de inmediato de seguir el mismo juego con la otra tetilla: estaba deseando besar y lamer directamente su piel y su camiseta me estaba estorbando demasiado.
Moví las manos con impaciencia, le agarré la camiseta por el filo y aproveché para volver a mirarlo a los ojos, intensa y profundamente. Se la subí sólo hasta la mitad del torso, necesitaba que él me ayudara a quitársela, pero si no lo hacía, lo haría yo de la primera forma que se me ocurriera.
Re: Habitación de Hibari Kyouya
Se estaba controlando de nuevo, hace unos segundos, justo cuando empecé con ese delicioso vaivén emitió un gemido que me descolocó y altero de una manera descomunal. ¿Por qué se controlaba ahora? Gruñí en un gemido y suspiré cuando interrumpimos el beso que yo había iniciado.
Él no se detuvo, en una caricia dirigió una de sus manos hasta mi pecho pellizcándome uno de mis pezones, yo le respondí agarrándole los cabellos y él descendió hasta la altura de mi pecho, empezó a lamerme la tetilla por encima de la camisa y yo me estaba desesperando más y más; no hizo lo mismo con la otro y ahora mientras nos mirábamos a los ojos con un brillo de deseo en ellos, empezó a subir mi camisa deteniéndose en mi torso, entendí lo que quería y no me opuse; yo mismo me la quité mientras me incorporaba un poco, y luego la tiré hacia atrás.
Él aprovechando que me había incorporado un poco empieza a lamer mi tetilla directamente, está muy ocupado excitándose con el solo saborear mi piel; el que respire sobre mi piel a momentos saca los jadeos mas exquisitos que alguna vez halla escuchado, mi respiración se entrecorta, y mi excitación va en aumento… mis dedos se enredan en sus cabellos, los sujetan con locura, pero lentamente; toda lo que realizamos va en cámara lenta, tratamos de disfrutar a fondo esto que nos inunda…Esta lujuria que se presenta como algo nuevo para mí y sé que para él también. Su lengua delineando mis pezones, lamiéndolos como si fuera piel que nunca ha tocado, deslizándose con premura para arrancar de mi garganta más gemidos ahogados.
Las veces que me habían tocado en la misma zona no se sintió ni siquiera igual de bien, que fuera el enano el que estuviera haciendo esto me excitaba más aún, me gustaba demasiado que lamiera en esa zona…
Gruño en un ronco gemido y tiro de sus cabellos donde mis manos seguían agarrando bruscamente para parar sus movimientos, pero no se detiene, el enano continúa probando mi cuerpo, baja lentamente y comienzo a sudar; antes de que entierre su lengua más abajo le tiro nuevamente del cabello, con fuerza para que se detenga y me mire. Sus ojos permanecen entre abiertos, su respiración esta agitada al igual que la mía… y es indiscutible el echo de que estamos desquiciadamente necesitados del otro…
—Tú… —digo en tono ronco y simulando amenaza—. Bésame.
Mientras espero que me haga caso, bajo una de mis manos hasta el cierre de sus pantalones y con la otra empiezo a desabrocharle la camisa, luego adentro una mano entre sus pantalones y agarro con fuerza su creciente erección, suspiré al notar lo excitado que estaba y una descarga de placer atacó mi pelvis, endureciendo aún más mi miembro.
Realmente me había vuelto loco. ¿Desde cuando pedía y no hacia? Normalmente lo hubiera besado sin mediar palabra y ahora yo… Joder, lo odiaba…ese enano me estaba cambiando más de lo que pensaba en un principio...
Él no se detuvo, en una caricia dirigió una de sus manos hasta mi pecho pellizcándome uno de mis pezones, yo le respondí agarrándole los cabellos y él descendió hasta la altura de mi pecho, empezó a lamerme la tetilla por encima de la camisa y yo me estaba desesperando más y más; no hizo lo mismo con la otro y ahora mientras nos mirábamos a los ojos con un brillo de deseo en ellos, empezó a subir mi camisa deteniéndose en mi torso, entendí lo que quería y no me opuse; yo mismo me la quité mientras me incorporaba un poco, y luego la tiré hacia atrás.
Él aprovechando que me había incorporado un poco empieza a lamer mi tetilla directamente, está muy ocupado excitándose con el solo saborear mi piel; el que respire sobre mi piel a momentos saca los jadeos mas exquisitos que alguna vez halla escuchado, mi respiración se entrecorta, y mi excitación va en aumento… mis dedos se enredan en sus cabellos, los sujetan con locura, pero lentamente; toda lo que realizamos va en cámara lenta, tratamos de disfrutar a fondo esto que nos inunda…Esta lujuria que se presenta como algo nuevo para mí y sé que para él también. Su lengua delineando mis pezones, lamiéndolos como si fuera piel que nunca ha tocado, deslizándose con premura para arrancar de mi garganta más gemidos ahogados.
Las veces que me habían tocado en la misma zona no se sintió ni siquiera igual de bien, que fuera el enano el que estuviera haciendo esto me excitaba más aún, me gustaba demasiado que lamiera en esa zona…
Gruño en un ronco gemido y tiro de sus cabellos donde mis manos seguían agarrando bruscamente para parar sus movimientos, pero no se detiene, el enano continúa probando mi cuerpo, baja lentamente y comienzo a sudar; antes de que entierre su lengua más abajo le tiro nuevamente del cabello, con fuerza para que se detenga y me mire. Sus ojos permanecen entre abiertos, su respiración esta agitada al igual que la mía… y es indiscutible el echo de que estamos desquiciadamente necesitados del otro…
—Tú… —digo en tono ronco y simulando amenaza—. Bésame.
Mientras espero que me haga caso, bajo una de mis manos hasta el cierre de sus pantalones y con la otra empiezo a desabrocharle la camisa, luego adentro una mano entre sus pantalones y agarro con fuerza su creciente erección, suspiré al notar lo excitado que estaba y una descarga de placer atacó mi pelvis, endureciendo aún más mi miembro.
Realmente me había vuelto loco. ¿Desde cuando pedía y no hacia? Normalmente lo hubiera besado sin mediar palabra y ahora yo… Joder, lo odiaba…ese enano me estaba cambiando más de lo que pensaba en un principio...
Re: Habitación de Hibari Kyouya
En cuanto se quitó la camiseta, ataqué desaforado el otro pezón. Me resultaba imposible detenerme, estaba totalmente entregado y poco a poco me volví más agresivo, aumentando el ritmo con la intención de seguir bajando. En ese punto, sentí un tirón en el cabello un poco más fuerte de lo normal, pero no me detuve, pensé que era un arrebato de pasión que no había conseguido controlar. Ante el segundo tirón, esa vez más fuerte aún, me separé de él y lo miré con una ceja ligeramente arqueada.
Entonces, me llamó de una manera que me hizo entornar los ojos poco a poco. ¿"Tú"? ¿Cómo se atrevía a llamarme de una forma tan despectiva? Estaba acostumbrado a que lo hiciera cuando discutíamos o cuando nos conocimos, pero no ahora. Al contrario de lo que yo mismo pudiera imaginar, no me enfadé. Creía entender por qué lo había hecho y antes de hacer lo que me había pedido —mejor dicho, ordenado—, quería decírselo. Ni él mismo parecía haberse dado cuenta aún de lo diferente que era todo aquello cuando lo hacía conmigo.
Estuve a punto de hablar, pero él no esperó más y metió la mano por mis pantalones mientras con la otra comenzaba a desabrocharme la camisa. Lancé un sonoro gemido al sentir su mano alrededor de mi miembro erecto. Cerré los ojos con fuerza y dejé caer la cabeza hacia adelante hasta apoyarla en su hombro, jadeé con fuerza y me mordí el labio inferior. No, no podría decírselo y mucho menos besarlo si me masturbaba de esa manera, me resultaba imposible coordinar mis pensamientos y concentrarme en reaccionar de tres maneras distintas porque en ese momento gemir era lo único que conseguía. Muy a mi pesar, me alejé para volver a mirarlo a los ojos y le sostuve con fuerza el brazo.
—¿Cómo que "tú"? —No mostré enfado, sino que sonreí de manera maliciosa—. ¿Qué pasa, has vuelto a olvidar mi nombre? La otra vez me demostraste que te lo sabías muy bien... —Le solté el brazo, lo agarré de los hombros y lo obligué a acostarse de nuevo en la cama, conmigo encima—. Sé por qué lo haces... Es la única manera que tienes de recordarte a ti mismo que han sido siempre los demás los que han acudido a ti y no al revés y piensas que conmigo debería ser igual. —Me incliné más sobre él hasta dejar una distancia mínima; su mirada me complicaba mucho la tarea de controlarme—. Pero ya es demasiado tarde —continué, ya sin sonreír y en voz más baja—. Los dos lo sabemos.
No lo dejé responder, hice lo que me había pedido por fin. Besé sus labios moviéndome sobre ellos con desenfreno, sintiendo cómo a pesar de haber sido yo el que lo había iniciado él me correspondía de tal manera que logró mantener el control del beso. Lo solté de los hombros y me dejé caer más sobre él aprovechando que había apoyado los antebrazos a cada lado de su cabeza.
Entonces, me llamó de una manera que me hizo entornar los ojos poco a poco. ¿"Tú"? ¿Cómo se atrevía a llamarme de una forma tan despectiva? Estaba acostumbrado a que lo hiciera cuando discutíamos o cuando nos conocimos, pero no ahora. Al contrario de lo que yo mismo pudiera imaginar, no me enfadé. Creía entender por qué lo había hecho y antes de hacer lo que me había pedido —mejor dicho, ordenado—, quería decírselo. Ni él mismo parecía haberse dado cuenta aún de lo diferente que era todo aquello cuando lo hacía conmigo.
Estuve a punto de hablar, pero él no esperó más y metió la mano por mis pantalones mientras con la otra comenzaba a desabrocharme la camisa. Lancé un sonoro gemido al sentir su mano alrededor de mi miembro erecto. Cerré los ojos con fuerza y dejé caer la cabeza hacia adelante hasta apoyarla en su hombro, jadeé con fuerza y me mordí el labio inferior. No, no podría decírselo y mucho menos besarlo si me masturbaba de esa manera, me resultaba imposible coordinar mis pensamientos y concentrarme en reaccionar de tres maneras distintas porque en ese momento gemir era lo único que conseguía. Muy a mi pesar, me alejé para volver a mirarlo a los ojos y le sostuve con fuerza el brazo.
—¿Cómo que "tú"? —No mostré enfado, sino que sonreí de manera maliciosa—. ¿Qué pasa, has vuelto a olvidar mi nombre? La otra vez me demostraste que te lo sabías muy bien... —Le solté el brazo, lo agarré de los hombros y lo obligué a acostarse de nuevo en la cama, conmigo encima—. Sé por qué lo haces... Es la única manera que tienes de recordarte a ti mismo que han sido siempre los demás los que han acudido a ti y no al revés y piensas que conmigo debería ser igual. —Me incliné más sobre él hasta dejar una distancia mínima; su mirada me complicaba mucho la tarea de controlarme—. Pero ya es demasiado tarde —continué, ya sin sonreír y en voz más baja—. Los dos lo sabemos.
No lo dejé responder, hice lo que me había pedido por fin. Besé sus labios moviéndome sobre ellos con desenfreno, sintiendo cómo a pesar de haber sido yo el que lo había iniciado él me correspondía de tal manera que logró mantener el control del beso. Lo solté de los hombros y me dejé caer más sobre él aprovechando que había apoyado los antebrazos a cada lado de su cabeza.
Re: Habitación de Hibari Kyouya
Seguí masturbando su miembro hasta que él con dificultad me detuvo, se separó unos centímetros de mí y cuando empezó a hablar lo miré impasible, esperando que terminara. No me dio tiempo de responder, sus labios me apresan otra vez obedeciendo mi pedido, sólo que ahora con mucha más pasión que antes, hago lo que deseo y le correspondo rápidamente siguiendo su ritmo sin problemas llevando el control del beso que él había iniciado; su cabeza se mueve ligeramente haciendo que llegue aún más profundo en mí; nuestras salivas forman una sola y me dejo llevar por todo esto que me inunda, sin poderlo remediar, sin siquiera pensar en ocultarlo.
Detuvimos el beso y aprovecho para recoger con mi lengua la saliva que escapa de la comisura de sus labios, al mismo tiempo con una de mis manos agarro su nunca y lo atraigo hacia el hueco de mi hombro.
—No. —Comento respondiendole, lo que dijo no era del todo cierto, yo no quería que él fuera igual que mis anteriores amantes; no lo hacia por eso, yo simplemente no sabía como actuar en este tipo de situación porque tal y como él había intuido siempre acudían a mí y no al contrario—. Te equivocas en algo. No quiero que sea igual contigo.
Mis palabras sonaron roncamente sobre su oído y luego sonreí al notar como su cuerpo reaccionaba simplemente con eso.
—Y tampoco he olvidado tu nombre… —digo ahora rozando con mis labios su oreja, sin dejar de sonreir—. …Kyouya…
Mi voz sonó insinuante y atrevida, para descolocarlo y excitarlo, sabía que no esperaba que actuara así y eso fue un punto a mi favor. Terminé por quitarle la camisa y ahora nuestras pieles estaban rozándose con descaro. Ataco la sensible piel de su cuello de nuevo, me encanta hacerlo y sé que a él le encanta que lo haga porque sus gemidos aumentan de intensidad, porque puedo sentir como su piel se estremece por lo toques lujuriosos de mi lengua, por mis besos lascivos…
No me detengo sólo ahí, mi mano vuelve a bajar hasta su pelvis y con ayuda de mi otra mano le bajo los pantalones, —aunque en la posición que nos encontramos no puedo quitárselo por completo— y masajeo su erección nuevamente sintiéndola incluso más dura y caliente que antes.
—Déjame escuchar los sonidos que te provoco… —Digo sin detener la masturbación que ejerzo en su pene, besando su cuello con lujuria y pasión, dejando que mis gemidos chocaran con la piel de su cuello.
Detuvimos el beso y aprovecho para recoger con mi lengua la saliva que escapa de la comisura de sus labios, al mismo tiempo con una de mis manos agarro su nunca y lo atraigo hacia el hueco de mi hombro.
—No. —Comento respondiendole, lo que dijo no era del todo cierto, yo no quería que él fuera igual que mis anteriores amantes; no lo hacia por eso, yo simplemente no sabía como actuar en este tipo de situación porque tal y como él había intuido siempre acudían a mí y no al contrario—. Te equivocas en algo. No quiero que sea igual contigo.
Mis palabras sonaron roncamente sobre su oído y luego sonreí al notar como su cuerpo reaccionaba simplemente con eso.
—Y tampoco he olvidado tu nombre… —digo ahora rozando con mis labios su oreja, sin dejar de sonreir—. …Kyouya…
Mi voz sonó insinuante y atrevida, para descolocarlo y excitarlo, sabía que no esperaba que actuara así y eso fue un punto a mi favor. Terminé por quitarle la camisa y ahora nuestras pieles estaban rozándose con descaro. Ataco la sensible piel de su cuello de nuevo, me encanta hacerlo y sé que a él le encanta que lo haga porque sus gemidos aumentan de intensidad, porque puedo sentir como su piel se estremece por lo toques lujuriosos de mi lengua, por mis besos lascivos…
No me detengo sólo ahí, mi mano vuelve a bajar hasta su pelvis y con ayuda de mi otra mano le bajo los pantalones, —aunque en la posición que nos encontramos no puedo quitárselo por completo— y masajeo su erección nuevamente sintiéndola incluso más dura y caliente que antes.
—Déjame escuchar los sonidos que te provoco… —Digo sin detener la masturbación que ejerzo en su pene, besando su cuello con lujuria y pasión, dejando que mis gemidos chocaran con la piel de su cuello.
Re: Habitación de Hibari Kyouya
Su respuesta hizo que el corazón me diera un vuelco. Creía que contestaría con alguno de sus comentarios ingenioso o que dijera cualquier otra cosa, pero que nunca lo admitiría con tanta normalidad. Yo ya lo sabía, lo sabía desde hacía tiempo, pero él nunca lo había dicho y a veces pensaba que era sólo imaginación mía. Me hacía sentir bien..., me alegraba que conmigo fuera diferente, aunque de haberme dicho lo contrario habría hecho todo lo posible para demostrarle lo equivocado que estaba, porque su cuerpo ya me había dado esa misma respuesta... sólo que mucho antes.
Cerré los ojos, aliviado, aunque no comprendí por qué. Entonces, de nuevo volvió a sorprenderme, esta vez aún más. La manera en que me susurró mi nombre al oído me hizo abrir los ojos de golpe. Su voz había sonado muy sensual al hacerlo; me dejó totalmente sin palabras y tuve que morderme el labio inferior para no decirle que volviera a repetirlo.
A causa de las dos cosas que había dicho, me sentí más excitado y deseoso de seguir, si es que era posible. Mi cuerpo reaccionaba a mayor intensidad ante él y no volví a sentir la necesidad de acallar mis gemidos. Abrí los ojos lentamente cuando me bajó los pantalones y dejé escapar un gemido más desesperado ante el tacto de su mano en mi entrepierna. Estaba totalmente entregado al placer que me brindaba cada cosa que hacía y decía, mi cuerpo reaccionaba por propia voluntad ante sus caricias y mis manos se aferraban a su espalda con desesperación. No oculté ni contuve ninguno de mis gemidos, no era sólo porque me lo hubiera pedido, sino porque necesitaba que escuchara lo que me hacía sentir.
Volví a apoyar la cabeza en el hueco entre su cuello y hombro, subí una mano hasta su nuca y me acerqué a su oreja. Se la lamí de arriba abajo y capturé el lóbulo con los labios, sin morderlo, después, ante una nueva oleada de placer desbordante, me arqueé sobre él y le gemí justo en el oído. Quería que me oyera bien. Sin apartarme de ahí, bajé las manos hasta el cierre de su pantalón y comencé a bajárselo lo máximo que podía, después, introduje la mano por dentro de sus bóxers y le agarré con firmeza el miembro al mismo tiempo que un nuevo gemido escapaba de mi garganta. No se lo solté, sino que comencé a masturbarlo tal y como él hacía y mientras tanto me separé de su oído y le mordí en un arrebato de pasión en el cuello.
Quería quitarme los pantalones y sobre todo quitárselos a él, pero eso significaría alejar mi cuerpo del suyo, aunque sólo fuera un momento. Suspiré sobre su cuello y, por el contrario, aumenté el ritmo con el que lo masturbaba, sin dejar de gemir y suspirar.
Cerré los ojos, aliviado, aunque no comprendí por qué. Entonces, de nuevo volvió a sorprenderme, esta vez aún más. La manera en que me susurró mi nombre al oído me hizo abrir los ojos de golpe. Su voz había sonado muy sensual al hacerlo; me dejó totalmente sin palabras y tuve que morderme el labio inferior para no decirle que volviera a repetirlo.
A causa de las dos cosas que había dicho, me sentí más excitado y deseoso de seguir, si es que era posible. Mi cuerpo reaccionaba a mayor intensidad ante él y no volví a sentir la necesidad de acallar mis gemidos. Abrí los ojos lentamente cuando me bajó los pantalones y dejé escapar un gemido más desesperado ante el tacto de su mano en mi entrepierna. Estaba totalmente entregado al placer que me brindaba cada cosa que hacía y decía, mi cuerpo reaccionaba por propia voluntad ante sus caricias y mis manos se aferraban a su espalda con desesperación. No oculté ni contuve ninguno de mis gemidos, no era sólo porque me lo hubiera pedido, sino porque necesitaba que escuchara lo que me hacía sentir.
Volví a apoyar la cabeza en el hueco entre su cuello y hombro, subí una mano hasta su nuca y me acerqué a su oreja. Se la lamí de arriba abajo y capturé el lóbulo con los labios, sin morderlo, después, ante una nueva oleada de placer desbordante, me arqueé sobre él y le gemí justo en el oído. Quería que me oyera bien. Sin apartarme de ahí, bajé las manos hasta el cierre de su pantalón y comencé a bajárselo lo máximo que podía, después, introduje la mano por dentro de sus bóxers y le agarré con firmeza el miembro al mismo tiempo que un nuevo gemido escapaba de mi garganta. No se lo solté, sino que comencé a masturbarlo tal y como él hacía y mientras tanto me separé de su oído y le mordí en un arrebato de pasión en el cuello.
Quería quitarme los pantalones y sobre todo quitárselos a él, pero eso significaría alejar mi cuerpo del suyo, aunque sólo fuera un momento. Suspiré sobre su cuello y, por el contrario, aumenté el ritmo con el que lo masturbaba, sin dejar de gemir y suspirar.
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