Descanso~ [Privado con Kamanosuke]

Me río sarcásticamente.

-¿Los cobardes se tiran desde un cuarto o quinto piso?-pregunto. Quisiera saber que tiene en relación la velocidad con el tocino. Miento. No me importa-No necesito que me empujes, con mi propia inercia puedo solo-aseguro. Y creo que es verdad, normalmente no tengo problemas en saltos y cosas así. Me sostengo sobre la barra de la barandilla y de un salto, coloco mis pies en el otro extremo. Me siento como la estúpida de la protagonista de Titanic cuando va a saltar por un amor fallido. Qué irónico, cursi y estúpido, pienso. Miro de nuevo hacia abajo; todo es caída libre.

Me coloco a su lado y asomo la cabeza también hacia abajo, con las manos en los bolsillos. Si señor, una buena caída.
-No intentaré explicartelo, carecería de sentido.-respondo distraídamente a la pregunta, aún mirando hacia abajo. La verdad es que te daba tiempo hasta de arrepentirte de uno o dos pecados mientras caías...
-Venga, ¿te tiras o no?-digo, dandole una palmada en la espalda.

Gyah~!
Estaba tan concentrado pensando en la gilipollez de Titanic y la tonta de su protagonista que cuando me da una palmada contra la espalda siento como una descarga nerviosa que hace que se me resbale un pie. ¡Mierda para mi!
Por suerte soy rápido y me agarro a la barandilla antes de caerme. Me encaramo y lo miro de mala manera.

-¡No vale! Estaba concentrado en la caída-repongo, con un mohín. Apoyo ambos pies en la repisa de nuevo. Pensándolo bien....

-Sería peligroso realmente si me caigo por ahí, ¿no?-intento razonar. Miro hacia abajo y suspiro. Chasqueo la lengua y de un salto me siento en la barandilla-Me has quitado las ganas-repongo, apenado-lo siento por ti-añado, con una mueca burlona.

Era obvio que no lo haría, pero claro, la cuestión era marear la perdiz. Hacer ilusiones para luego arrebatarlas. Bueno, me daba lo mismo que lo mismo me daba.
-Perro ladrador, poco mordedor.-repongo, dandome la vuelta y apoyando espalda y codos en la barandilla, con expresión aburrida.
Aunque, viendolo desde un punto de vista positivo, me ahorraba tener que dar las tanta problemáticas explicaciones de porqué se había tirado y porqué no había hecho nada por pararle.

-Es que me has desconcentrado-respondo, encogiéndome de hombros. Entrecierro los ojos y respiro hondo-Bueno, y me has desbaratado una costilla-murmuro, como excusándome. En cuanto abro los ojos la distancia que me separa del suelo vuelve a hacerse relativa. Se me hace muy grande y muy pequeña por momentos. Luego sonrío maliciosamente y vuelvo a poner los pies en la repisa, y separlo mas manos. Miro a Saizo con lo que creo que es una de mis sonritas encantadores. Oh, bueno, la gente las llama maliciosas. Depende de quien las mire.

-Tú serías capaz de empujarme, ¿no?-pregunto. No sé si me divierte más la pregunta o lo que puede ser su respuesta. Retrocedo lateralmente un poco de él. Yo SOY capaz de tirarme desde un quinto piso. Lo que no tengo ahora son ganas.

-Ya, claro, excusas-repongo, haciendo un gesto despectivo con la mano. Por eso mismo decía lo de tirarse. Sólo tenía que dejarse caer y adiós al dolor de costillas. Así de sencillo.
Veo como se pone nuevamente en pie sobre la repisa, soltando las manos y...esa sonrisa de bastante mal royo. No sabría definirla, pero no le gustaba para nada. Algo se estaba maquinando en su cabeza y no tenía ganas de saberlo.
Pero, para mi sorpresa, no es nada del otro mundo...
-¿Quieres probar?-digo, sacando la otra mano del bolsillo y extendiendolas hacia el, con la clara intención de empujarle.

Río por lo bajo y miro de nuevo al suelo. Lo pienso recapacitadamente. Si me hubiera querido tirar, me hubiera cogido de los hombros y lanzado como una pelota de béisbol. Río ante mi propia metáfora.

-Nah-le niego, con una sonrisa-Creo que soy autosuficiente.

Dicho esto, doy "un paso" al aire y espero que la gravedad siga su curso ante el vacío de varios metros que hay debajo mío.

Solo sabré si soy lo suficientemente habilidoso para sobrevivir a ello si lo intento.

Si es que este tio es imbecil, además de muchos otros apelativos.
Al ver como da un paso al frente, tirandose al vacío, lo tomo del cuello del cuello de la chaqueta y camisa, agarrando con la otra mano la barandilla y con el cuerpo recargado en este, manteniendolo en el aire.
-Tch. Sólo das problemas.-replico, molesto.-Tanto tinte y producto para el pelo te ha jodido las pocas neuronas que tenías.-añado al momento, comenzando a echarme hacia atrás para subirlo.

Siento cómo tiran de mi y alzo una ceja. Aunque es habitual que se meta conmigo, eso ya no tanto. Lo miro con la más pura cara de desconfianza que pueda dedicarle.

-Tú no eres Saizo-le digo simplemente, apoyando de nuevo los pies en la repisa.

Suelto un bufido al ver su cara de desconfianza y en cuanto pone los pies nuevamente sobre la repisa, lo suelto.. Evito que acabe hecho papilla, ¿y solo se le ocurría decirme eso? Bueno, que me iba a esperar de él.
-La verdad es que soy un clon.-ironizo, rodando los ojos.

Entorno los ojos.

-¿Ves? Es que no eres tú-le recrimino-En mi opinión, me hubieras dejado caer-repongo. Salto la barandilla para ponerme de nuevo a salvo. Bueno, a salvo para una persona normal. Yo podría romperme digamos X número de huesos y salir vivo. Creo-¿O es que intentas cambiar?-le pregunto, apoyando la espalda en la barandilla. Realmente no sé si me interesa la respuesta, pienso, mientras jugueteo con las puntas de mi cabello.

-Eso da lo mismo.-respondo de manera cortante. Una cosa es que, por mi parte, intente cambiar aunque sea un poquitin, y por otra, que lo diga en voz alta.-Te habría dejado caer con gusto, pero, como ya dije antes, son explicaciones innecesarias.-
Venga, Saizo, di que también fue por culpa de tu jodida conciencia. Y es que, si se quería suicidar, ¡que lo hiciese cuando no estaba yo delante! No es que me importase lo más minimo, no, pero una cosa es estar presente y otra que te lo cuenten. Ahora, si soy yo el que le empuja, hay cambia la historia.

Emito un suspiro resignado y me cruzo de brazos.

-Si no vas a dar respuestas coherentes, mejor no te pregunto-le digo. Sé que se muere de ganas de que me calle un rato. Pero he dicho que no iba a preguntar. Eso no añade comentarios ni afirmaciones. Luego, atisvo a afirmar (ya he dicho que no pregunto. Ahora afirmo, y si acierto, bien)-Estás aquí porque te lo dijo Sanada-digo.

-El que tu no las entiendas, no significa que no sean coherentes.-repongo como si nada. Mi culpa no es que no entienda lo que le digo.
Al escuchar lo siguiente no puedo evitar soltar una carcajada cargada de ironía.
-Qué listo. Me irás a decir que tu no estás aquí porque el te lo dijo, ¿no?-mirandole de reojo, con la misma sonrisa irónica en los labios. Ese viejo, será un carcamal pervertido y estupido, pero cuando quería, el muy bastardo podía usar bastante bien el cerebro.

Me encojo de hombros.

-Yo no vendría a estudiar por gusto-respondo, haciendo una mueca. Y es verdad. En los otros institutos me saltaba las clases, me peleaba con otros compañeros y de abrir un libro, menos. Y qué decir de los incautos que se atrevían a confundirme (a propósito o no) con una chica.-Pero él me lo pidió. Me dijo que después de eso me fuera a donde quisiera-Era lo lógico, pensé. Creo que cualquiera en su sano juicio haría lo mismo-¿Y a ti con qué motivo te envio a este instituto de lujo?-le pregunté, recargando con cierta burla la última palabra. La verdad es que yo en un principio me esperaba un insittuto más normal, y no creo que su idea fuera tan mal encaminada tampoco antes de llegar.

Me quedo callado ante su pregunta. Era cierto que, al igual que el, el viejo ese me había convencido de venir prometiendo que si venía, después me daría la libertad que quería, pudiendo ir a donde quisiese. Y, dejando de lado lo tentadora que era la oferta, era verdad que por su parte, también hacía tiempo que sentía la...''necesidad'', por decirlo de alguna forma, de cambiar.
-Por lo mismo.-respondo escuetamente, mirando al cielo despejado con indiferencia.-A saber que piensa ese viejo...

Hago una mueca de desagrado. Me pregunto que pensará Sanada. Una cruel idea se me pasa por la cabeza. No, no es algo que usar en contra de Saizo. Es un terror que me corroe en caso de que ocurra.

-....¿Y si le da por enviar luego a los demás?-pregunto, con una mueca. Espero que no me esté usando de conejillo de indias o algo, porque si no..... además, la idea de tener que reencontrarme con más gente aún (a pesar de que solo es un temor que flota en el aire) hace que a la larga, haberme ido a ese instituto fuera una tontería, en parte.

Ante esa pregunta, un escalofrío me recorre toda la columna de arriba abajo, mirandole casi con susto y si con bastante sorpresa. No se me había pasado esa idea por la cabeza, básicamente, porque la consideraba algo...vale, es muy posible. Si nos había mandado al loco y a mi, ¿porqué no también a los demás? Sería algo así como deshacerte de lo que ''sobra'' para poder coger lo que se quiere. ¿Quienes estabamos alli de más cuando el viejales quería hacer algo? Nosotros. ¿Qué quería llevar? Mujeres. Y era un hecho claro y sin lugar a dudas.
Poco a poco noto como el cabreo se vuelve a apoderar de mi, la venita palpitando en la sien. Aprieto los puños.
-Lo capo. Juro que lo capo.

Oh, mierda! Lo he vuelto a cabrear! Me alejo lentamente de él varios pasos y pongo una de mis manos en donde me ha pegado antes. ¡No, si recibiré encima por comentar un hecho cuasi posible! Eso ya rozaría lo injusto!

-¡Vale, vale!-le digo-¡Pero por si acaso, no te enfades conmigo! ¡Ve a casa y le pegas si quieres, pero no es culpa mía!-le justifico, alterado. Aunque comparto su opinión. Una sola cara conocida más (la que sea, aunque sea la del repartidor de periódicos!) y creo que podría (podría) colaborar con Saizo para hacer una masacre. Pero por si acaso, prefiero estar vivo para ello...

Momentáneamente, recapacito sobre lo que he dicho. Volver a casa....bueno, si a eso se le podía llamar casa...

Me giro hacia el, cambiando la expresión a una confundida, sobre todo al ver como se lleva las manos a donde le golpé antes.
-¿De qué cojones me hablas?-le digo, con una ceja alzada y una mueca de incertidumbre en el rostro. No estoy diciendole que se lo vaya a hacer a él, asique, ¿porqué narices retrocede? Está como una jodida regadera...
-Si se lo ocurre...que se vaya despidiendo de vivir.-digo, al tiempo que un nuevo escalofrío acompañado de una mueca, hacen acto de presencia. Sólo imaginarme a la puñetera de Ana toda el día enganchada a mi y la otra necia igual, Benmaru tironeandome del pantalon para que juegue con él, Kakei regañandome por mi actitud ''indecorosa'' (andar solo con los pantalones cortos y la toalla después de la ducha, no es indecoroso, por mucho que el insista en que si) y...
Joderrr, por dios, que no lo haga...Que no lo haga...

Vale, parece que no va a usarme de saco de boxeo de nuevo; pero por si acaso, no me acercaré demasiado por el momento. Se queda callado, seguramente recordando a los otros idiotas del "club de los niños de Sanada" (reconozcámoslo; suena muy pedófilo). Eso me recuerda algo.

-Bueno, no creo que caigan todos por aquí-digo. Sería lo más normal, creo. Pero me preocupa una cosa, así que lo miro de reojo y pegunto sin confianza alguna-Pero por si acaso.....le habrás pagado de vuelta los fideos soba a Isanami, ¿no?-. Algo me dice que si Satán se apareciera delante mía y me ofreciera una muerte lenta y dolorosa o ver a Isanami (y pagarle la comida), preferiría lo primero sin duda.

Le lanzo una mirada de soslayo.
-Es más que obvio que sí, aunque ella siga insistiendo en que no.-repongo con molestia, chasqueando la lengua. Y es que la muy puñetera se había pasado la mayor parte del tiempo dando la tabarra con que tenía que devolverle el favor, y, a causa de ello, había pasado por momentos bastante jodidos. Y todo por unos jodidos fideos.-Como le de por mandarla, me largo de aquí.

Bufo, aliviado. Conociéndola, podría usar esa excusa para venir aquí, pero solo espero que lo que diga Saizo sea verdad y eso garantice nuestra tranquilidad. Pero ahora que lo pienso, yo no podría irme.

-Sería un alivio para mí entonces, a la larga-murmuro, irónco-.Yo creo que me quedaría aunque estuviese toda la peña junta-maldigo, entre dientes. Lo he recapacitado varias veces, y aunque no me guste reconocerlo, sin unos estudios no creo poder llegar muy lejos. Graduarme en la Gakuen Shiroi no sería únicamente tener el graduado; también algún puntillo extra caería por haber estado en ese insti.-Porque no quiero vivir mantenido hasta que el viejo muera y toque repartir herencia *si es que alguna ha dejado para nosotros....*-aclaro, esto último en voz baja y con cierto asco.

-Sería una suerte que quedase algo, porque a este ritmo, se lo ventila todo antes de morirse.-respondo, y era bastante cierto el asunto. Si algo no sabía el idiota era lo que significaba la palabra ''ahorrar'', y conocía perfectamente la palabra ''despilfarrar'', sobre todo en sus propios caprichos.-A mi me da lo mismo mientras no me molesten.
Lo cual era como pedir peras al olmo: imposible.
No se que gracia, morbosidad o placer malsano tienen todos con estar fastidiandome la existencia cada vez que puedo. ¿Qué le ven de divertido?

Suspiro pesadamente. O nos quedamos sin dinero de herencia en caso de que haya algo, o en caso de que no, capaz es de pagarle el instituto a los otros idiotas.

-Yo solo quería tranquilidad, estar con gente desconocida y no encontrarme con nadie-mascullo entre dientes-Y me toca encontrarme con una cara conocida...-suspiro, agotado-pero a tí al menos te queda un año de estudio.-le recrimino. No sé si es una ventaja o un inconveniente. Por una parte, me da envidia que termine tan pronto. Por otro lado, se irá antes.