Habitación 01 - Edward Elric y Aoyagi Ritsuka

Se alejó por los pasillos después de despedirse de mí. Cerré la puerta y me eché en la cama. Estaba muy cansado, ya pensaría mañana en lo que le pediría... me acomodé y me dormí.

Me levanté, me puse la gabardina y salí de la habitación.

Volví a mi habitación tras hablar con Yami - sensei en la biblioteca. No había visto a Hikari, ni siquiera en la clase de Yami - sensei, lo que me extrañó. En fin, supongo que tendría asuntos que atender, ya la veré mañana, espero, ya que hoy me encuentro bastante cansado, por alguna razón... me pegué una ducha bastante relajante, y acto seguido me eché en la cama, ansiando tanto ver a Hikari de nuevo como los resultados de Yami - sensei sobre la Piedra Filosofal. Sonreí al atisbar una pequeña posibilidad de conseguirlo al fin, aunque tampoco debía alegrarme demasiado en realidad. Me dejé el pelo suelto para dormir mejor, y me acabé quedando profundamente dormido...

Me desperté bastante tarde. Debería controlar éste desfase de dormir algún día de éstos. Bueno, como ya es tan tarde, supongo que iré a dar una vuelta por la ciudad y volveré aquí... cogí mi gabardina, y no me molesté siquiera en recogerme el pelo como de costumbre. Cerré la puerta detrás de mí y me dirigí a la ciudad.

Volví de los recreativos y me eché en la cama. No podía dejar de darle vueltas a la posibilidad de que Yami - sensei pudiese acabar descubriendo lo que necesitaba para transmutar una Piedra Filosofal, con ella podría hacer grandes cosas... aunque principalmente, está el devolverle a mi hermano su cuerpo, claro... aún así, evocaba imágenes de cuán grande podría ser mi capacidad con la Alquimia con semejante potenciador... me podría saltar prácticamente la Ley del Intercambio Equivalente...
Con todo esto en mente, acabé quedándome dormido sin darme casi cuenta.

Me levanté, tarde de nuevo, y me metí en el baño para ducharme. Cuando terminé, me vestí y salí de mi habitación.

Tras la cita con Hikari, entré en la habitación, cerré la puerta y me quedé un rato allí apoyado. Me repasé lentamente los labios, recordando los besos de hace un momento. Sonreí. Me alegraba de que la idea le pareciese bien. Estaba henchido de felicidad, seguramente hoy soñaría con ella, eso al menos si con tanta felicidad podría dormir esta noche. Me duché y después me eché en la cama. Antes de que me diese cuenta, pudo más el cansancio, y me quedé dormido rápidamente... pensando siempre... en Hikari...

Me levanté de muy buen humor: había soñado con Hikari. Me duché rápido y salí de mi habitación, aún con una sonrisa de lado a lado de la cara.

Entré en mi habitación, aún con unas pocas lágrimas en los ojos. Decidí que sería mejor irme ya, si me quedaba a dormir aquí para irme mañana, seguramente acabaría costándome mucho más dolor del que ya me estaba causando ahora. Cogí mi pequeño maletín, que traje aquí dentro de la maleta, y revisé que ahí tenía lo necesario. No había llegado a abrirla desde que llegué, así que estaba todo allí. No cogí ropa, porque cuando llegase ya me cambiaría allí. Eché un último vistazo a la habitación, apagué las luces y cerré la puerta. Me di la vuelta y me alejé de allí y del instituto, en dirección a Ciudad Central, donde había quedado con Al. Ya de paso, cobraría el salario de Alquimista Nacional que me correspondía del mes pasado, y así también les daría la dirección para que me lo enviasen cada mes, no quería tener que hacer más viajes de los necesarios hacia allí.

Llegué a mi habitación para volver a dejar mis maletas. Decidí que ya recogería y colocaría todo más tarde, así que me di la vuelta y me apresuré al dormitorio de Hikari...

Entré en mi habitación, suspirando por tener que esperar hasta mañana para volver a ver a Hikari. Me metí en la ducha, pensando en ella, y seguía pensando en ella cuando ya me metí en la cama después de colocar todo lo de la maleta. [Sí que te ha dado fuerte, Edward... estás colgado de ella más de lo que pensabas...] Me acomodé en la cama e intenté quedarme dormido, pero me daba la impresión de que me iba a costar bastante.

No pude dormir bien, como ya me había imaginado. Me levanté bastante pronto, así que pensé en ir a desayunar para que se me hiciese más rápida la mañana. Me vestí y salí hacia el comedor.

Entré en mi habitación y me quité la gabardina tras cerrar la puerta. Me asomé a la ventana para que me diera un poco el aire. [En fin... ojalá lea la nota antes de que sea la hora de las cases de Yami - sensei... si no, acabaré preocupándome... espero que esté bien...]

Llamaron a la puerta. Fueron unos golpes rápidos, y empecé a sonreír. [Tiene que ser ella...] Emocionado, corrí hasta la puerta y la abrí. -Hikari...- se me escaparon un par de lágrimas, y la abracé. Su tacto me hizo olvidarme del resto del mundo. -Te he extrañado tanto...- no podía parar de sonreír. Al fin nos reencontrábamos... habían sido solo tres días, pero se me hicieron bastante largos...

Me dió un beso en los labios y nos separamos de nuevo. Seguía sin poder parar de sonreír, y ella también sonreía. Me limpió las lágrimas que se me escaparon al verla, y ya empecé a sonrojarme. Nos sentamos en la cama y me preguntó por el viaje. -Bien, todo sigue como de costumbre, y además he crecido un poquito- le dije sacando la lengua. -Me tuvieron que cambiar el brazo y la pierna Automail precisamente por ello. Llevaba tanto tiempo con la pierna un poco más corta de lo que debía que no me daba cuenta de que me apoyaba siempre en ella, y ahora es cuando noto que realmente cojeaba, aún no me he acostumbrado del todo- dije sonriendo. -Por lo demás, todo sigue igual, no ha pasado nada que me tuviese que entretener más de la cuenta, y me alegro por ello. Por cierto, te he traído una cosita- le guiñé un ojo, y saqué de mi bolsillo la pulsera plateada que le había comprado en Ciudad Central. Estaba grabado su nombre por delante, y por detrás se podía leer: "Para mi Harajuku, de parte de su ochibi". -Espero que te guste.-

-Sí, haré todo lo que esté en mi mano para retrasarlo lo máximo posible...- me apretó un poco la mano y se soprendió por lo que le traje. Lo cogió y lo miró. "ponmelo quieres" me dijo, extendiendo su mano derecha. "sos un sol, mi ochibi" dijo mientras le ponía la pulsera. Me sonrojé de nuevo. -Me sentía triste porque sabía que lo estarías pasando mal, y por eso te traje este regalo, como compensación. Me alegro de que te guste- le dije sonriendo.

Escuché lo que me dijo, y me sonrojé bastante. -Siento lo mismo... tú eres lo que más aprecio... si te pasara algo, yo... no sé qué haría...- sacudí la cabeza para borrar esos pensamientos. No era momento de entristecerse. -En fin, sólo he hablado de mí. ¿Qué tal aquí en el instituto?¿Cómo has pasado el fin de semana?- le pregunté mientras le cogía nuevamente la mano.

Escuché con atención todo lo que me dijo. -Entonces, me alegro de que no estuvieras deprimida todo el tiempo. En cierto modo, también se lo debo yo- sonreí, aunque cuando habló de Yami - sensei no pude evitar mirar el reloj... no debía haberlo hecho, era la hora de su clase. -Vaya, el tiempo vuela... parece que ya es la hora de ir a clase de Yami - sensei... no creo que sea buena idea retrasarnos, aunque me apena tener que ir precisamente ahora... en fin, no tenemos elección, supongo- le dije mientras me ponía de nuevo la gabardina. -¿Vamos?- le pregunté cuando estuve listo.

Cerré la puerta tras nosotros y nos alejamos hacia el aula de literatura.