Habitación 01 - Edward Elric y Aoyagi Ritsuka

Volví a mi habitación tras dejar a Hikari en la suya. Bostecé durante un rato. Me eché directamente en la cama, emocionado aún por el reencuentro. [Buff... espero que al menos la emoción no me impida dormir...] y no lo hizo, ya que apenas hube pensado esto me quedé profundamente dormido.

-¡Ahh! ¡Qué bien he dormido hoy!- Me levanté y me estiré. Me metí en la ducha para despejarme del todo, y me vestí después. -Bueno... a ver qué hago hoy... sería buena idea aprender a tocar un instrumento, eso me entretendrá...- Me dirigí hacia la puerta para ir a la biblioteca, quizá allí encontrase un libro para aprender a tocar la guitarra. Cerré lapuerta tras de mí y me dirigí hacia la biblioteca.

Volví a mi habitación y dejé mis compras en el armario. Mi estómago llevaba un rato pidiéndome saciar su hambre, así que ya me ocuparía luego de configurar el ordenador y todo lo demás. Salí de mi habitación cerrando la puerta tras de mí, en dirección al comedor.

[De nuevo en el dormitorio...] Cerré la puerta tras dé mí, y para pasar un poco el rato me propuse configurar ahora mi nuevo portátil. Lo saqué del armario y lo puse encima de la cama. Me quité la gabardina y la tiré en el escritorio. Cogí el manual del portátil y empecé a leerlo.
[...]
Tras habérmelo leído entero, empecé a configurarlo. [Vaya, esto es bastante sencillo... pensé que me iba a costar más... menos mal que se me da bien esto de memorizar cosas...] Diez minutos más tarde, ya tenía configurado el ordenador. Aún así, lo comprobé una vez más. -A ver... drivers de sonido, están... drivers de Internet, también están... drivers de vídeo, están...-
[Una larga lista después...]
-Y el antivirus, también está. Vaya, he tardado menos en configurarlo que en comprobar que estaba todo bien- me reí. -En fin, supongo que empezaré buscando algo para empezar a pracitcar mañana con la guitarra...- abrí el Internet, y sonreí al comprobar que no me engañaron con que el portátil tenía un módem interno. Tenía bastante velocidad, y eso me alegró más aún. Metí el URL de un buscador que venía recomendado en el manual del portátil, y puse "Partituras de guitarra". Al momento, me aparecieron un montón de entradas, así que me fijé en las dos primeras y guardé los links en la carpeta "Favoritos". Volví de nuevo al buscador, y me descargué algunas canciones en el MP3 que también me había comprado. Cuando ya las había metido, comprobé que lo había hecho bien. Se escuchaban perfectamente las canciones dentro del MP3, así que di por finalizada por hoy la sesión de ordenador. Lo apagué y lo guardé en su maletín, que dejé en el escritorio junto a la gabardina. Me pegué una ducha rápida y me eché en la cama. Mañana buscaría algún libro sobre ordenadores en la biblioteca, quería convertirme en un verdadero experto informático, de este modo podría sacarle el mayor provecho al ordenador y sus aplicaciones. Con todo esto en mente, me quedé dormido antes de que me diese cuenta...

Me levanté, algo tarde de nuevo, y me duché para despejarme. Me puse la gabardina y cogí el portátil. [Probaré a ver si hay alguna sala con instrumentos para practicar con la guitarra.] Cerré la puerta y me dirigí a la zona donde se encontraba el aula de música.

Volví después de haber estado con Ai en el aula de literatura, y decidí aprovechar que no tenía sueño aún para descargar algunas canciones más para el MP3.
[...]
Al final, acabé ocupando casi toda la memoria del MP3... debería controlarme más... Cuando iba a apagar el ordenador, recordé que tenía que poner una contraseña para protegerlo en caso de que me lo robasen o algo por el estilo, así que introduje una contraseña que nunca olvidaría... a menos que me hackeasen el ordenador, sería casi imposible que alguien descubriese mi contraseña... además, jugaba con la ventaja de que sabía a la perfección qué contraseña sería la primera que probaría la gente, aunque sería demasiado tonto si lo pusiera tan fácil...
Tras poner la contraseña, apagué el ordenador y lo puse a cargar. Casi no tenía batería, no sé cómo no se me había apagado en este rato de ahora... aparte de cuando lo dejé encendido mientras tocaba la guitarra...
Después de enchufarlo, me metí en la ducha. Fue relajante... -Creo que hoy dormiré bien, ha sido un día bastante "productivo", tal y como le dije a Ai- Me eché en la cama, pensando en volver a practicar mañana para poder tocar con Ai pronto. Sería entretenido tocar con otra persona, y quizás pueda tocar algo también con Satoru, creo que mencionó que sabía tocar algún instrumento también, aunque no recuerdo cuál...
De pronto, me quedé dormido, algo cansado por todo lo que había hecho hoy.

Me levanté algo tarde, y como de costumbre me duché para despajarme del todo. Desenchufé el ordenador, que había terminado de cargar, y lo metí en el maletín para volver a llevármelo al aula de música. Hoy practicaría algo más difícil, comprobaré hasta qué punto me ayuda mi concentración y comprobaré también si podría llegar a tocar sin tanta concentración, si me absorbía completamente no podría tocar con Ai, tal y como le prometí. Cerré la puerta tras de mí y me dirigí al aula de música.

Cuando llegué frente a mi habitación, me encontré con que allí estaba esperando frente a la puerta un chico con... orejas de gato... Hikari tenía razón, todos eran algo "peculiares" si te ponías a pensarlo, pero ya casi me había acostumbrado a estas cosas. Me acerqué más hacia donde estaba el chico, y me apoyé en la pared que había detrás de mí para no caerme dormido allí. Podré aguantar un poco más. -Esto... buenas, ¿te puedo ayudar en algo?- si a estas horas había alguien aquí que no fuese Hikari, quizás sea que se tratase de mi compañero de dormitorio... al fin, después de tanto tiempo... aunque ahora se me va a hacer raro convivir con alguien.

Estaba en lo cierto, se trataba de mi nuevo compañero de dormitorio. -Pasa, entonces, ¿no te han dado llave?- le pregunté mientras entrábamos en la habitación.

-Bueno, pero me sabe mal haberte hecho esperar. En serio, no me habría importado- le dije con una sonrisa. -Por cierto, mi nombre es Edward Elric, un placer- le dije alargando la mano hacia él para estrechárnoslas.
En esto llegó Shiel, que decía tener un mensaje para mí. -Pasa, Shiel. Dime, ¿cuál es ese mensaje del que me hablas?- le pregunté mientras le dejaba entrar.

-¿El General Blash? ¿Acaso es algún nuevo profesor? En fin, si me necesitan allí, será mejor que vaya- tendré que retrasar mi sesión de guitarra de hoy, así que dejé el portátil de nuevo en el escritorio. -Bueno, adiós a los dos entonces. Espero que podamos hablar tranquilamente luego- dije a mi nuevo compañero de dormitorio, sonriendo. -Y también ansío que nos conozcamos mejor tú y yo, Shiel. Nos vemos- dije mientras me daba la vuelta y me dirigía hacia las pistas de deportes.

Entré en el dormitorio, y me encontré al chico de las orejas de gato dormido en su cama. No recordaba su nombre, se lo preguntaría después. Me metí en el baño y me duché rápido. Cuando salí de la ducha, coloqué mi ropa en el suelo, choqué mis palmas y la toqué. El lodo se separó al instante. Me vestí de nuevo, cogí mi portátil y salí de la habitación.

Entré en la habitación y me eché directamente en la cama. Me dormí casi al instante, con lo que al parecer fue culpa de mi cansancio que el café no me sirviera para nada... la próxima vez lo pediría bien cargado. Ni siquiera me metí en la cama antes de dormirme profundamente...

Me levanté, más temprano que de costumbre, y me puse la camisa y el pantalón negros que solía llevar siempre después de ducharme. Ya había arreglado la parte que tenía rota de la camisa en mi último viaje a Ciudad Central, así que no hacía falta que me pusiera la gabardina, mi brazo estaba oculto. Me puse mis guantes blancos y me fui de la habitación.

Volví al dormitorio y me acerqué a la ventana. Me fijé en que había una carta pillada en el borde de la misma, y la cogí extrañado. En la carta ponía: "Para Acero". La abrí despacio, temeroso de qué querrían ahora los de Ciudad Central. Era una carta de Armstrong, en la que decía que había encontrado a alguien que me podría ayudar en mi investigación sobre la Piedra Filosofal, un tal Marcoh. [¿Pero éste tío está loco o qué? No sé cómo habrá averiguado que ésta era mi habitación, pero ya podría haberla ocultado un poco más, mira que dejarla aquí...] Seguí leyendo la carta, y casi al final me decía que hoy mismo podríamos hacerle una visita, y que no llevaría más de unas horas. Suspiré. Acababa de volver hace apenas unos días, y ya tenía que marcharme de nuevo. Al menos puedo confiar en su palabra, así que iré a la hora que había allí marcada y quizás esta noche ya estaría aquí de nuevo. Guardé la carta en el armario, dentro del doble fondo que preparé hace tiempo ya. Cerré de nuevo el armario, me puse la gabardina, que la había dejado encima de la cama, y miré el reloj. Si salía ahora, todavía podría coger el tren hacia allí, y tendría más posibilidades de volver hoy mismo. No cogí equipaje, me fiaba de su palabra de que sólo serían unas horas. Observé mi dormitorio de nuevo, y me di la vuelta para alejarme de allí, cerrando la puerta con cuidado para no molestar a mi compañero de dormitorio. Preferí no decirle nada a Hikari, sabía que si le decía que tenía que irme hoy se preocuparía. Sería mejor que pensase que estaba en el instituto y que simplemente no habíamos coincidido en toda la tarde, como había pasado los días siguientes a la vuelta de mi último viaje.

Volví a mi dormitorio, y guardé rápidamente el trabajo de Marcoh en el doble fondo de mi armario. Tras ésto, cerré el armario y me eché un rato en la cama a descansar un poco. Descansaría un rato y después quizás probase suerte yendo al dormitorio de Hikari, aunque con lo tarde que es dudo bastante que esté despierta. Cerré los ojos un instante...

Me levanté de la cama al notar la luz del sol en mi rostro. Me había quedado dormido toda la noche. Me levanté, rabioso por no haber podido aguantar, aunque pensé que era algo lógico, ya que todo lo que pasó ayer con Marcoh, y el hecho de que tenía en mi poder su trabajo de años de investigación sobre la Piedra Filosofal, me habían agotado en cierto modo, qiuzás por la emoción del momento. Decidí pegarme un baño en la playa para despejarme, hacía bastante tiempo que no iba allí. Me puse el bañador debajo de la ropa y me dirigí a la playa.