Habitación 01 - Sasuke Arakami y Hibari Kyouya

Se incorporó con dificultad y sacó una de sus tonfas,no me escandalicé, lo miré impasible,algo me decía que no me golpearía, incluso cuando la bajó hasta mi pecho,justo dónde estaba las vendas no aparté la mirada, esa situación sólo me ponía más.
Lo miré ceñudo cuando balbuceó con descaro y sonreí irónicamente.

—¿Quién te ha dicho que es eso lo que quiero? —alcé una ceja mirándolo molesto con la respiración entrecortada—. Siento desilucionarte... —dije esbozando una sonrisa de medio lado a la vez que dejaba la mano quieta de nuevo,sólo se la agarraba con fuerza,torturándolo—. No tengo la menor intención de dejar meter nada por mi culo.

Lo vi acercarse lentamente hacia mí y supuse que me besaría, pero en vez de eso me agarró el miembro justo como lo estaba haciendo yo,gemí al notar como la estrujaba e inconscientemente me acerqué más a él,apoyé la frente en el hueco de su hombro y me mordí el labio inferior,reteniendo mis roncos gemidos lo mejor que podía,alcé el rostro rápidamente cuando lo escuché de nuevo y le puse una mano en el pecho alejándolo con brusquedad hasta la cama, poniéndome a cuatro patas encima de él.

—La tocas demasiado...es normal que la tenga así. —Agarré con mis dos manos su cabello consiguiendo que inclinara la cabeza hacia atrás,suspiré con antelación y me acerqué rápidamente a su nuez,degustándola,rasgándole con los dientes toda esa zona,me separé jadeante y le sujeté con una mano la barbilla acercándome lentamente a él hasta quedar a unos escasos centímetros de sus labios.

—¿No ibas a castigarme? —pregunté con sorna mientras le pasaba la punta de la lengua por los labios,cerré los ojos lentamente y le mordí el labio inferior tirando de él lentamente y finalmente arremetí contra él desaforado,le abrí la boca con mis labios, dándole suaves toques con la lengua al principio hasta que no pude aguantar mi propio juego y empecé a danzarla junto con la de él,cambiando mi rostro de vez en cuando de posición, intentando coger todo el aire que podía en cada movimiento para prolongar más el beso.
Jamás había sentido un sentimiento recíproco tan grande y eso me estaba jugando malas pasadas,no podía controlarme,no podía parar,no ahora.

Nuevamente volvió a ponerse encima de mí,me divertía que ninguno de los dos cediera ante el otro, todo esto me estaba poniendo más cachondo de lo que pensaba, éste imbécil...de verdad que yo también lo odiaba.
Lo miré fijamente y vi como me quitaba la venda y se acercaba a mi pecho, no entendí por qué lo hizo hasta que noté su lengua en mi herida,me incorporé un poco sobre mis brazos y lo miré suspirando sonoramente,me escocía, pero a la vez era agradable y exitante, realmente eso me ponía,cerré los ojos disfrutándolo y cuando volví a abrirlos lo vi muy cerca de mí,entrecerré los ojos al escucharlo y sonreí.

—No te hagas ilusiones... —espeté con voz dura y divertida—. Aún no puedo ponérmelas yo solo y tú has vuelto a quitármelas... —recriminé yo también agarrándolo de las solapas de su camisa—. ¿Qué voy a hacer contigo? ¿uhn? —pregunté como si un niño pequeño hubiera hecho alguna travesura, como si estuviera regañándole.

Sonreí y le pasé un dedo por el pecho serpeteando hasta llegar al borde de sus pantalones,lo miré intensamente y sin apartar la mirada de él volví a subir la mano, sonreí divertido y ataqué de nuevo su cuello a el cual ya me había hecho adicto, tiré de la piel de debajo de la oreja y subcioné ese mismo trozo de carne pasándole la lengua sensualmente al terminar,miré la marca violácea que se le había formado y sonreí con superioridad,me separé para mirarle a los ojos y suspiré ansiosamente al ver su rostro.
¿Qué cojones estaba pasando conmigo? ¿desde cuando me ponía tan cachondo en tan poco tiempo? frustrado y malhumorado enrosqué mis piernas con las suyas y volví a quedar encima de él,estaba practicamente tendido encima suyo,notaba como el bulto duro de su entrepierna palpitaba en mi estómago, lo miré afilando los ojos con intensidad y me pasé la lengua sinuosamente por mi labio inferior, moviendo adrede el labio en un sensual movimiento,me levanté lo justo y puse al mismo tiempo una mano en su entrepierna,esta vez moviéndola lentamente de arriba hacia abajo,mientras le masturbaba no dejaba de mirarlo fijamente,sonriendo prepotentemente.

—Parece que estabas esperando por esto ¿eh?

Fruncí el ceño cuando me detuvo y sonreí al escucharlo.

—¿Ahora lo captas? —respondí de forma divertida mirándolo fijamente—. Parece ser que estás tan exitado que ni piensas con claridad ¿eh? —añadí prepotentemente acentuando aún más mi sonrisa.

Él no respondió, se limitó a devolverme la sonrisa a la vez que sentía como me agarraba la entrepierna, sentir sus manos en torno a mi erección al estar tan duro me hizo suspirar sonoramente, no me esperaba que fuera él el primero en hacerlo.
Agaché la cabeza para que no viera mi rostro y me mordí el labio inferior esta vez sin poder contener muy bien los gemidos roncos que luchaban por salir por mi boca,sentía como la movía rápidamente hasta llegar a mis testiculos para subir despacio y concentrarse en el glande, si seguía así me correría, definitivamente la haría...

—Cabrón... —murmuré con dificultad y seguí—. Haciendo ésto de r-repente...
y así pasó, después de sentir como me la estrujaba y manoseaba por todas partes me imagine que era su juguetona lengua la que recorría mi longitud de una manera sensual, gemí roncamente inclinando la cabeza hacia atrás, abrí la boca dejando escapar un sensual gemido y sin poder evitarlo me corrí en su mano.

Clavé la mirada en él, jadeante, con un calor descomunal recorriendo mi cuerpo sintiendo como el semen aún salía sin poder contenerlo, al ver como lamía su mano degustándolo me hizo estremecerme, sonreí divertido y me levanté sentándome en mi cama.

—Si no quieres arreglarte eso tú solo, te convendría dejar de jugar conmigo. —Amenacé señalando con la mano el bulto que tenía en sus pantalones, luego lo miré a los ojos—. Ven. —Ordené llamándolo con un dedo, moviéndolo lentamente, lo más seguro esque no me hiciera caso, pero pensaba que al estar tan cachondo acudiría a mí sin poner resistencia.

Sonreí irónicamente al tiempo que cerraba los ojos, lo abrí segundos después y me volví a fijar fijamente en él.

—Oh…¿en serio? —pregunté divertido acentuando aún más mi sonrisa prepotente—. ¿Entonces por qué has venido hasta aquí?

Estaba burlándome de él, me divertía que me dijera esas cosas tan contradictorías, su cuerpo me decía justamente lo contrario; realmente me divertía burlarme de él, lo miré intensamente y suspiré simulando cansancio.

—Hay varias razones que me hacen creer que deseas que yo lo haga… —ronroneé en tono divetido—. Primera: tu mirada… —acerqué la mano a su rostro y le acaricié con un dedo la mejilla derecha—. Me deseas…no puedes negarlo. —sonreí de nuevo al ver su expresión y bajé la mano hasta su pecho deteniéndolo justo ahí.

—Segundo: —seguí—. Estás empalmado y yo soy el que te la ha puesto tan dura. —Comenté mientras bajaba por su pecho y le pasaba un dedo rozándole la erección,provocándolo—. Y la tercera: ya te la dije antes... —bufé separándolo lentamente de mí—. Has venido hasta a mí con la intención de que te masturbara. —Sonreí de medio lado y lo separé más—. Pero, como según tú no tenías esa intención, te lo arreglarás tú solo.

Me levanté de la cama y sonreí con superioridad mientras me abrochaba los pantalones, sabía que había herido su orgullo más que cualquier otra cosa, aunque diciendo eso él mismo se lo había buscado, quizás finalmente se masturbara el solo, una pena sin duda, porque me habría gustado ver su cara mientras llegaba al orgasmo, seguro que era muy exitante, pero no iba a ser yo el que iba a ceder, eso lo tenía claro.

Lo aparté a un lado y anduve hasta el ropero para coger algo de ropa limpia, lo miré por el rabillo del ojo mientras buscaba la ropa y fui hasta la mesita que había al lado de la puerta de salida dándole la espalda, abrí la mochila, cogí una botella de agua y bebí le di un trago, no había dicho nada desde que lo dejé al lado de la cama y no quería mirarlo porque parecería que lo estaba esperando, así que suspiré, guardé la botella de agua y me quedé estático unos minutos, sin saber realmente por qué.

Escuché sus pasos, andaba lentamente, supuse que se encerraría en el baño para desfogarse él mismo, pero cuando fui a mirar por encima del hombro lo vi a escasos centímetros de mi, me empujó con brusquedad hacia la puerta y me acorraló sin dejar un hueco entre su cuerpo y el mío, lo miré con ira por haberlo hecho tan bruscamente sabiendo que aún no me encontraba muy bien, luego sentí como me agarraba de la nuca haciendo que quedara practicamente a su altura, eso gesto me pareció divertido, aunque al escucharlo ya no me pareció tanto.


—No tengo por qué contestar a algo que ya sabes. —Bufé rodando los ojos, fijándolos nuevamente en él, sentí como se pegaba más a mí al tiempo que me manoseaba todo el pecho, luego bajó hasta el borde de mis pantalones y lo miré serio.

—Para. —Ordené con voz seria sujetándole la mano impidiéndole así que siguiera bajando—. ¿Por qué simplemente no lo aceptas? —paré unos segundos y seguí—. Aceptar que te mueres por que yo te lo haga. —sonreí prepotentemente—. ¿intentas provocarme de nuevo para que no pueda negarme a masturbarte? ¿uhn? —Cerré los ojos con parsimonía y lo encaré de nuevo—. Muy astuto.

Sabía que había dicho la verdad, él mismo lo había insinuado; ahora que tenía una de su manos sujetadas en un rápido movimiento se la puse en la espalda y cambié la posición con él, metí una de las piernas entre las suyas y apoyé los antebrazos a cada lado de su cabeza.

—Te sorprendería saber cuanto puedo aguantar… —dije ronroneando en su oído mientras bajaba una mano hasta su pantalón, se lo desabroché dejándolo caer al suelo junto con los boxer y le agarré el cabello con una mano ladeándole la cabeza para pasarle la lengua sinuosamente desde la clavícula hasta el muérdago, tirando de la carne lentamente a la vez que empezaba a refregarme con él, gemí al sentir lo duro que estaba y bajé una de las manos para desabrocharme el pantalón, me bajé los boxer lentamente sin dejar de pasarle la lengua sinuosamente por el cuello quedándome desnudo completamente, empecé a refregarme más rápidamente notando como volvía a estar empalmado, luego agarré mi miembro y lo junté con el suyo, sentiendo una carne igual de caliente que la mía, suspiré satisfecho y empecé a mover la mano de arriba abajo cada vez más rápido, no dejé de observarlo en ningún momento, realmente parecía que lo estaba disfrutando, seguí moviéndola sin parar y en una de las sacudidas me separé para masturbarle a él solo mientras yo movía mi pelvis acompasando la suya.

—Te vas a correr… —dije sensualmente en su oído mordiéndole el lóbulo, suspiré soltando un gemido ronco y lo miré con exitación—. Noto como cada vez está más dura… —seguí provocándolo más—. Como bombea en mi mano mientras te masturbo… ¿Qu'e harás si hago esto? —sonreí irónicamente, dejé de masturbarle y subí la mano que tenía enterrada en su entrepiernas hasta mi cara, pasé un dedo por mi labios y lo lamí sinuosamente, noté como me observaba exitado pensando que quizás mi dedo no era otra cosa más que su entrepierna, sonreí con sorna e insinué que le haría lo que parecía que deseaba.
Bajé lamiéndo su pecho hasta llegar a su pelvis, mordí sensualmente su muslo y miré hacia arriba encontrándome con su mirada, le sonreí de medio lado y se la agarré de nuevo, ahora estaba a la altura de su pelvis y aunque me hubiera puesto en esa posición no tenía ninguna intensión de chupársela, lo dejaría con las ganas. Empecé a agarrársela con fuerza pasándole el dedo gordo por el glande, empecé a mover la mano nuevamente con un rápido movimiento, escuchaba como gemía intentando ocultarlos sin mucho éxito, y finalmente sólo tuve que subir la mano de nuevo para notar ese líquido blanquecino en la mano, una descarga estuvo a punto de caerme en la cara, pero por suerte sólo llegó a mi hombro, me levanté pegándome a él lentamente y le sujeté de la barbilla para que me mirara.

—Parece que te ha gustado bastante… —dije divertido—. Te has corrido mucho…¿ves? —le pasé un dedo por su mejilla llenándolo de su propía esencia y luego le pasé la lengua quitándoselo, vi de cerca la herida que tenía en la mejilla, me enfadó recordar que me ayudó con los yakuzas y que yo había salido mal herido, así que suspiré y me separé de él dándole la espalda.

—No me acoses mientras me ducho. —murmuré divertido mientras andaba para la puerta del baño y la cerraba tras mi paso.

Al entrar por la puerta del baño, me di cuenta de todo lo que había pasado ¿cómo habíamos llegado a eso? no tenía ni pies ni cabeza, empezamos discutiendo y acabamos...

suspiré intentando olvidar la palabra y anduve hasta la ducha, abrí el grifo de la ducha de un manotazo y alcé el rostro hacia arriba dejando que el agua recorriera mi cuerpo.

Sólo de pensar en como me había sentido cuando él me tocaba, me hizo enfadar, apreté la mandíbula con tanta fuerza que mis dientes chirriaron, agaché la cabeza y dejé que el agua recorriera bien mi cabello, me enjaboné y aclaré y salí de la ducha cogiendo antes una toalla pequeña que había colgada cerca de la ducha, me la enrosqué en la cintura y cogí otra poniéndomela en la cabeza, anduve hasta la puerta y dejé la mano puesta en el picaporte unos segundos pensativo, justo cuando iba a abrir la puerta escuché lo que me decía y rodé los ojos a la vez que la abría y salía del baño pasando por su lado, me sequé el pelo mientras iba para mi cama y no le miré, ahora sería una mala idea, sin duda, me enfadaba pensar en lo que había pasado hace escasos minutos, pero no podía evitar recordar que me había gustado, lo que me enfadaba aún más. Casi sin darme cuenta lo miré por encima del hombro mientras colocaba la toalla con la que me estaba secando el cabello por los hombros.
No quería ser tan obvio, si se daba cuenta seguramente se mofaría de mí y bastante ridiculo había hecho ya, como para añadir uno más.

—Estaré el tiempo que me apetezca y lo que haga ahí dentro no es asunto tuyo. —Dije rudamente y anduve ahora hasta el ropero, vi mis pantalones y los boxer enfrente de la puerta, lo recogí y lo tiré al canasto de ropa sucia, sin prestarle demasiada atención a mi compañero de habitación, volví a dirigirme al armario y cogí el pijama, luego fui a quitarme la toalla que tenía enroscada en la cintura, pero antes de hacerlo miré de reojo hacia él, lo encaré y me crucé de brazos.

—¿No tenías prisa? ¿qué haces ahí plantado como un pasmarote? —pregunté enfadado y al ver que no respondía suspiré cansinamente, me agarré el nudo de la toalla y la dejé caer, sin apartar la mirada de él, sonreí divertido al ver su expresión y me di la vuelta, me puse el pijama y me tendí en la cama dándole la espalda a su cama, esperaba que me respondiera, era raro que no dijera nada, pero la verdad lo preferia así, aunque pareciera lo contrario no tenía ganas de enfrentarlo ahora.

Cuando oí que cerraba la puerta del baño me sentí aliviado, me había dado cuenta que ahora no sólo me molestaba su presencia si no también el tener que escucharle o hablarle, suspiré aliviado y me acurruqué sobre mi mismo, al sentir un ligero dolor en el pecho, metí la mano por dentro de la parte del pijama y la posé en la herida, sentía que ya estaba mejor, me pasé la mano acariciándome la zona recordando de inprevisto, cuando él me lamió por esa zona, fruncí el ceño molesto y chisté cerrándo los ojos.

No tardó mucho en salir de la ducha, pero no lo encaré, esperaba que se tendiera en su cama sin dirigirme la palabra, pero no fue así, rodé los ojos mirando por encima de los hombros y bufé.

—Me decepcionaría que te lo creyeras. —contesté con seriedad, luego miré hacia la pared que tenía delante y cerré los ojos—. Aunque me decepcionaría aún más, que te encapricharas de mí ahora.

Algo me decía que no había dicho exactamente la verdad, pero ahora no estaba para deliverar de qué se trataba, lo que sí sabía esque prefería no pensar mucho en ello, olvidar lo que había pasado era lo mejor, después de todo sólo fue un calentón.
Nada más.

Abrí los ojos lentamente y fruncí el ceño claramente molesto, no sólo estaba enfadado por su comentario, si no porque no tenía nada que decirle que fuera creíble, eso era lo que realmente me hacía enfadar; suspiré cansinamente y me giré hasta quedar mirando hacia arriba.

—Como si eso me importara... —dije con desinterés,respondiendo a lo primero que había dicho—. Vaya...así que puedo hacerlo mientras estás despierto... —añadí divertido aunque estaba claramente enfadado—. Realmente parece que sí te has encaprichado de mí. —solté una risita, bostecé y cerré los ojos lentamente, luego rodé los ojos hacia él y lo miré seriamente—. No volveré a tocarte, así que puedes estar tranquilo.

Lo dije en un tono serio, para que comprendiera que no estaba siguiendo la broma de mis anteriores palabras, me giré dándole la espalda de nuevo y me acurruqué, quedando en la misma posición del principio.

Suspiré cansinamente y fruncí el ceño más molesto aún, ese imbécil se estaba haciendo la victima, como si hubiera sido yo el que empezó a tocarlo, como si él no hubiera hecho nada. ¿No recordaba que fue el mismo quién empezó toda ésta mierda? apreté los dientes con rabia.

—Creo que yo debería advertirte también. —dije dando un suspiro, cada vez más molesto—. Espero que no intentes tocarme de nuevo... —añadí cada vez con un tono de voz más brusco— ...o te cortaré las manos, imbécil.

Me acurruqué más sobre mí y abrí los ojos mirando con desinterés la pared.

—Además, que me digas ésto tú me sorprende. —espeté con voz ronca y seria—. ¿Tengo que recordarte quién empezó a besarme con desesperación? ¿no creo que haga falta,verdad?

Escucharlo decir eso me molestaba inmensamente, parecía que yo había sido el único culpable y eso no lo soportaba, no después de ver como me deseaba en ese momento, ese idiota era tan o más orgulloso que yo mismo, así que sabía como contratacarle para que se le bajaran los humos.

Entré en la habitación y cerré la puerta brúscamente, me apoyé en la puerta y solté un largo suspiro, intentando calmar mi ira sin éxito, estaba cabreado de verdad, parece que todo el mundo se había puesto de acuerdo en joderme el día, primero el imbécil de mi compañero de habitación —el que más me cabreaba sin duda—. Luego Ishikawa Daisuke, las molestas camareras del restaurante de antes y su estúpido encargado que me había metido en una disputa con el primero mencionado. Volví a suspirar y anduve revolviéndome el pelo hasta la puerta del baño, la abrí y mis ojos se tornaron de sorpresa, parpadeé varias veces, incrédulo, hasta que poco a poco aparecieron miles de venas palpitantes en mi cabeza seguidos de rápidos tics en el ojo derecho.
El bastardo de mi compañero de habitación me había tirado los productos que usaba para la piel y el cabello, pero no sólo eso; parecía que no sólo se quedó agusto con eso, también los había partido por la mitad y todo el contenido estaba esparcido por el suelo. Lo que más me molestaba —más que incluso no poder volver a usarlos—. era la perdida de dinero considerable y el atrevimiento de que tocara mis cosas. Odiaba que tocaran mis cosas sin permiso, más que culquier otra cosa.

—Ese hijo de puta... —murmuré ferozmente apretando los puños con fuerza—. ¡Te mataré!

Volteé saliendo del baño y con un odio profundo fui hasta su cama, le di una patada tan violenta que el colchón quedó pegado a la pared y seguidamente lo agarré tirándolo al suelo de mala gana, miré el colchón con desprecio y me fijé en algo que llamó mi atención, sonreí malévolamente y anduve hasta allí. No me contentaba sólo con hacer eso.

Llegué hasta la silla que había cerca del ropero y vi que estaban nuestras ropas perfectamente limpias y dobladas, cogí la de mi compañero y la tiré al suelo despreocupadamente, la pisoteé y la dejé tal cual, luego me di la vuelta y anduve hasta mi cama, me senté en el borde y crucé las piernas mientras me crucaba de brazos, suspiré más calmado y cerré los ojos, seguramente se montaría una buena cuando él volviera, pero ahora mismo eso era lo que menos me importaba, nadie tocaba mis cosas sin permiso, nunca.

A los minutos noté un revoleteo a mi alrededor, abrí los ojos y vi en mi hombro al pájaro de ese bastardo, ahora que lo veía de cerca era bastante extraño...demasiado grande y cabezón. Lo miré inexpresivamente controlándome para no darle un manotazo y espantarlo, ese bicho me miró y empezó a cantar una canción que no conocía para nada ¿una pájaro que cantaba?
suspiré negando mis pensamientos, intentando que el cabreo no me hicieran escuchar alucinaciones, pero por mucho que lo intentaba o me calmaba, ese pájaro seguía cantando y pronunciando el nombre de ese imbécil...

-Deambulaba por el instituto con aburrimiento. Hacía ya varias semanas atrás el joven amo me había encargado un montón de trabajo y desde ese entonces mi vida era un ajetreo contínuo. No estaba para nada cansado, lo que me molestaba era lo tranquilo que se había vuelto el instituto. Últimamente no había pasado nada interesante, cosa que lo hacía aun mas hastiante. Ya había terminado de hacer lo que me había pedido -enviar unas mercancías a la mansión- y en ese momento me dirigía hacia mi habitación. Lo habría echo con bastante rapidez si no hubiera oido ruidos que provenían de la habitación del humano con el que había..hablado, una vez. Mostré una sonrisita al recordarlo. Ahora no tenía prisa, por lo que decidí ir a ver lo que estaban haciendo. Sabía que el y su compañero de habitación no se llevaban bien. La verdad es que oía sus gritos desde mi habitación, pero no me había pasado antes porqué, lo primero de todo era ocuparme de los quehaceres que tenía pendientes y, sobretodo, cuidar a mi amo. -Así que Sasuke ha vuelto a hacer travesuras- pensé, divertido mientras caminaba hasta su habitación. No me molesté en abrir la puerta, simplemente aparecí, dentro de la estancia, recostado "casualmente" en una de las paredes de la habitación y los observé. El chico en cuestión, Sasuke estaba sentado en la cama, no parecía de muy buen humor. Después de observarlo a el, mis ojos se clavaron en su compañero, al que no había visto nunca. Me fijé en las armas que llevaba y mostré una sonrisita traviesa. la acción que había estado esperando por tanto tiempo porfin había llegado- Estáis causando mucho alboroto por lo que veo. Ocurre algo malo? -dije con una sonrisita

Levanté la vista hacia él y lo miré con odio profundo, parece que seguía creyendo que yo tenía algo que ver con ese estúpido pájaro parlanchín.

—Ya te lo dije antes... —mi voz sonaba peligrosa y ronca—. No tengo nada que ver con este estúpido pájaro, él simplemente entró por la ventana y se puso en mi hombro, más importante que eso... —dije fulminándolo con la mirada—. ¿Tienes idea de lo que has hecho? ésto no te lo perdonaré fácilmente... —iba a seguir hablando, pero al escuchar una voz de sobra conocida me detuve y clavé la mirada en él.

¿Qué coño hacía ese bastardo ahora aquí? ya estaba demasiado mosqueado como para aguantar también sus estupideces, estreché la mirada y suspiré cansinamente.

—Piérdete, ésto no es de tu incumbencia. —comenté rudamente fijando la mirada en mi compañero de nuevo, él también parecía claramente molesto, no sólo lo sabía por su rostro si no porque sus tonfas ahora parecían más peligrosas y nunca antes las había mostrado así.