No, no es una cita
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Gakuen Shiroi :: Ciudad :: Calle Principal :: Restaurantes
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Re: No, no es una cita
Realmente pensé que me golpearía, sin duda dejarlo en ese estado de excitación le hizo comportarse de esa manera. Por un lado me gustaba que actuara tan agresivo, la verdad esque lo hacia ver muy sexy.
Casi sin darme cuenta me encontraba tumbado en la cama con el encima besándome con furia, pero tan pronto como lo inició, terminó. Se separó con la misma brusquedad, ocultando su rostro en mi cuello.
Sonreí maliciosamente cuando lo escuché, y seguidamente le agarré los cabellos para separarlo de mi cuello.
—No sé lo que quieres. No, hasta que tú me lo digas. —Mi voz sonaba ronca, casi como un susurro—. Ya que lo único que conseguí fue que te empalmaras, como cualquier mañana nos podría ocurrir... —Repetí sus palabras imitando el tono burlesco de su voz.
—¿Qué quieres que haga? —Pegunte serio, sin rodeos cansado de la situación desesperante en la que me encontraba.
Moví la pierna izquierda y apreté el bulto bajo sus pantalones, con un toque sutil, sólo uno segundos, como si al moverme para cambiar de postura le hubiera dado sin querer.
Casi sin darme cuenta me encontraba tumbado en la cama con el encima besándome con furia, pero tan pronto como lo inició, terminó. Se separó con la misma brusquedad, ocultando su rostro en mi cuello.
Sonreí maliciosamente cuando lo escuché, y seguidamente le agarré los cabellos para separarlo de mi cuello.
—No sé lo que quieres. No, hasta que tú me lo digas. —Mi voz sonaba ronca, casi como un susurro—. Ya que lo único que conseguí fue que te empalmaras, como cualquier mañana nos podría ocurrir... —Repetí sus palabras imitando el tono burlesco de su voz.
—¿Qué quieres que haga? —Pegunte serio, sin rodeos cansado de la situación desesperante en la que me encontraba.
Moví la pierna izquierda y apreté el bulto bajo sus pantalones, con un toque sutil, sólo uno segundos, como si al moverme para cambiar de postura le hubiera dado sin querer.
Re: No, no es una cita
Me quedé tan anonadado con su respuesta que simplemente me quedé mirándolo con los ojos más abiertos de lo normal. ¿Cómo podía ser tan estúpido...? ¿Hasta dónde pensaba llevar aquella situación...? Entonces, como si me hubiera leído los pensamientos, el herbívoro se movió debajo de mí y, por consecuencia, apretó la rodilla contra mi entrepierna. Sabía perfectamente que lo había hecho a propósito por mucho que hubiera intentado disimular y su jueguecito me estaba cansando como nunca.
Apreté los dientes con furia, le dediqué una mirada fulminante y le sujeté de la barbilla con fiereza.
—Se me está acabando la paciencia con tus jueguecitos... —le espeté de mal humor.
Desgraciadamente, reaccionar así no funcionaba con el herbívoro porque más que amedrentarlo, le gustaba. Por primera vez, dejé a un lado, aunque fuera en parte, mi orgullo, bajé la mano con la que le sujetaba la barbilla, le sujeté la suya y la guié por dentro de mis pantalones hasta llegar al miembro.
—Es tu oportunidad de demostrarme lo equivocado que estaba antes... —Hice una pausa a conciencia antes de añadir mientras lo observaba fijamente—: Sasuke...
Apreté los dientes con furia, le dediqué una mirada fulminante y le sujeté de la barbilla con fiereza.
—Se me está acabando la paciencia con tus jueguecitos... —le espeté de mal humor.
Desgraciadamente, reaccionar así no funcionaba con el herbívoro porque más que amedrentarlo, le gustaba. Por primera vez, dejé a un lado, aunque fuera en parte, mi orgullo, bajé la mano con la que le sujetaba la barbilla, le sujeté la suya y la guié por dentro de mis pantalones hasta llegar al miembro.
—Es tu oportunidad de demostrarme lo equivocado que estaba antes... —Hice una pausa a conciencia antes de añadir mientras lo observaba fijamente—: Sasuke...
Re: No, no es una cita
No importaba las veces que lo escuchaba decir mi nombre. Cada vez que lo decía en ese tono sensual y sexy mi lívido aumentaba a límites insospechados. Dejé que guiara mi mano hasta que noté la piel hirviendo de su miembro, sólo mantuve la mirada fija en cada una de sus deliciosas reacciones mientras jugaba un poco con la punta de su pene. Dejó escapar un gemido ahogado y lentamente acaricié toda su extensión, apretando lo suficiente para dejarlo sin respiración unos segundos. Tenía mucha confianza en mis habilidades, así que estaba seguro que él lo estaba disfrutando mucho. Él empezó a embestir mi mano dándose más placer, inconscientemente dejando escapar unos roncos gemidos, mientras se pasaba la lengua por los labios lentamente y me miraba con su rostro totalmente cubierto por el placer.
El bulto en mis pantalones se hacia cada vez más grande, me molestaba inmensamente los pantalones ceñidos que llevaba puesto ahora, pero aún no me los quité.
—Me gustaría que vieras tu cara ahora mismo... —Sonreí traviesamente y solté repentinamente su miembro. Él que había mantenido los ojos cerrados al borde del orgasmo me miró rudamente, y aunque no dijo nada podía saber perfectamente lo que su mirada me decía.
— "¿Por qué paras?" —Dije preguntando con voz traviesa lo que sabía que él quería decirme—. Te demostraré lo equivocado que estás... —Besé su cuello y agarré su cabello bruscamente atrayéndolo hacia mí—. ...Tanto, que nunca volverás a pensar siquiera algo parecido...
Después solté su cabello y él me miró desafiante, yo le sonreí maliciosamente y deslizándome por la cama llegué hasta la altura de su miembro, lo agarré de nuevo y besé la punta escuchando como el enano contenía un gemido de satisfacción.
Recorrí con mi lengua todo el glande antes de bajar por toda la extensión rozándolo con mis dientes, al llegar a la punta de nuevo le di un mordisco y finalmente me la metí en la boca, sintiéndola dura y pegajosa. Sabía que estaba a punto de correrse y el simple hecho de pensarlo me hizo sentir que un calor inmenso se apoderara de todo mi cuerpo. Movía mi cabeza cada vez más rápido, apretándosela todo lo que podía con mi boca, arañándola con mis dientes. Había veces que me la sacaba completamente de la boca para soplarle la punta y metérmela de una vez, dándole una profunda succión, confundiéndolo, provocándolo...
Ni siquiera lo escuché avisarme, sentí como se corrió con fuerza en mi boca, así que no puede hacer otra cosa que tragármelo todo.
Relamí mis labios gustosamente y él se recostó a mi lado, respirando con dificultad, yo aproveché para ponerme encima de él y no lo dejé siquiera que recuperara el aliento. Ataqué sus labios desesperadamente, mientras yo mismo me desabrochaba mi propio pantalón y dejaba libre mi endurecido miembro.
El bulto en mis pantalones se hacia cada vez más grande, me molestaba inmensamente los pantalones ceñidos que llevaba puesto ahora, pero aún no me los quité.
—Me gustaría que vieras tu cara ahora mismo... —Sonreí traviesamente y solté repentinamente su miembro. Él que había mantenido los ojos cerrados al borde del orgasmo me miró rudamente, y aunque no dijo nada podía saber perfectamente lo que su mirada me decía.
— "¿Por qué paras?" —Dije preguntando con voz traviesa lo que sabía que él quería decirme—. Te demostraré lo equivocado que estás... —Besé su cuello y agarré su cabello bruscamente atrayéndolo hacia mí—. ...Tanto, que nunca volverás a pensar siquiera algo parecido...
Después solté su cabello y él me miró desafiante, yo le sonreí maliciosamente y deslizándome por la cama llegué hasta la altura de su miembro, lo agarré de nuevo y besé la punta escuchando como el enano contenía un gemido de satisfacción.
Recorrí con mi lengua todo el glande antes de bajar por toda la extensión rozándolo con mis dientes, al llegar a la punta de nuevo le di un mordisco y finalmente me la metí en la boca, sintiéndola dura y pegajosa. Sabía que estaba a punto de correrse y el simple hecho de pensarlo me hizo sentir que un calor inmenso se apoderara de todo mi cuerpo. Movía mi cabeza cada vez más rápido, apretándosela todo lo que podía con mi boca, arañándola con mis dientes. Había veces que me la sacaba completamente de la boca para soplarle la punta y metérmela de una vez, dándole una profunda succión, confundiéndolo, provocándolo...
Ni siquiera lo escuché avisarme, sentí como se corrió con fuerza en mi boca, así que no puede hacer otra cosa que tragármelo todo.
Relamí mis labios gustosamente y él se recostó a mi lado, respirando con dificultad, yo aproveché para ponerme encima de él y no lo dejé siquiera que recuperara el aliento. Ataqué sus labios desesperadamente, mientras yo mismo me desabrochaba mi propio pantalón y dejaba libre mi endurecido miembro.
Re: No, no es una cita
Podía decir de antes que el herbívoro era bueno y ahora podía asegurarlo una vez más. Lo más probable es que se debiera al estado tan desesperado en el que me encontraba, después de que él hubiera alargado tanto el momento. Como siempre, tuvo que soltar el comentario arrogante de turno, pero la irritación ahora había pasado a un segundo plano. No contuve ni uno solo de los sonidos que me provocaba, más que nada porque no tenía razón para hacerlo y también porque me habría resultado imposible conseguirlo. ¿Cómo era posible que ese herbívoro me hiciera sentir tantas cosas, cómo era posible que la atracción que sentía por él no hubiera disminuido lo más mínimo en todo ese tiempo?
Me sentía tan agotado que, en cuanto me vine, me separé de él y me tumbé a su lado, pero por lo visto no entraba en los planes del herbívoro dejar que me recuperara. No me importó y no le permití que llevara el control del beso. Conforme el beso seguía y seguía, el ritmo desesperado con el que lo inició se volvió más calmado, tanto que en cualquier otra ocasión me habría parecido irritable. Le puse las manos en las mejillas y, al mismo tiempo que me separaba y abría los ojos, le aparté el flequillo para poder mirar aquellos ojos tan poco naturales para un japonés.
—A veces tus ojos consiguen que se me olvide odiarte.
Al decirlo en voz alta sonó demasiado extraño y me sentí irremediablemente avergonzado. Para evitar que él se diera cuenta, bajé la mirada y, tal y como había hecho él antes, me deslicé por la cama hasta que quedé a la altura de su miembro. Decidí que ya lo había fastidiado bastante, por lo que no vacilé en introducírmelo en la boca. Lo estimulé con la lengua y los labios, me ayudé en el movimiento con la mano y terminé masturbándolo así hasta que se corrió. No fue tan intenso como la vez anterior, de la que no habría pasado ni una hora, y me apresuré a recogerlo todo con la boca. Después, me arrastré por la cama hasta quedar en la misma posición que antes y le dije:
—Qué incrédulo eres si te has creído lo que te dije antes. Es evidente que sólo lo hice para reaccionaras así.
Me sentía tan agotado que, en cuanto me vine, me separé de él y me tumbé a su lado, pero por lo visto no entraba en los planes del herbívoro dejar que me recuperara. No me importó y no le permití que llevara el control del beso. Conforme el beso seguía y seguía, el ritmo desesperado con el que lo inició se volvió más calmado, tanto que en cualquier otra ocasión me habría parecido irritable. Le puse las manos en las mejillas y, al mismo tiempo que me separaba y abría los ojos, le aparté el flequillo para poder mirar aquellos ojos tan poco naturales para un japonés.
—A veces tus ojos consiguen que se me olvide odiarte.
Al decirlo en voz alta sonó demasiado extraño y me sentí irremediablemente avergonzado. Para evitar que él se diera cuenta, bajé la mirada y, tal y como había hecho él antes, me deslicé por la cama hasta que quedé a la altura de su miembro. Decidí que ya lo había fastidiado bastante, por lo que no vacilé en introducírmelo en la boca. Lo estimulé con la lengua y los labios, me ayudé en el movimiento con la mano y terminé masturbándolo así hasta que se corrió. No fue tan intenso como la vez anterior, de la que no habría pasado ni una hora, y me apresuré a recogerlo todo con la boca. Después, me arrastré por la cama hasta quedar en la misma posición que antes y le dije:
—Qué incrédulo eres si te has creído lo que te dije antes. Es evidente que sólo lo hice para reaccionaras así.
Re: No, no es una cita
Disfruté de nuevo al notar su boca jugar con mi miembro, como si se tratara de un helado, como si quisiera comerme. Me masturbó con su boca hasta que me corrí.
Entonces recordé sus palabras: "—A veces tus ojos consiguen que se me olvide odiarte."
Que dijera algo como eso me descolocó, no me lo esperaba para nada, sonaba como cuando un chico romántico piropeaba a su chica para seducirla... La verdad esque yo siempre había odiado mis ojos, cuando era pequeño no entendía por qué era diferente a mis otros compañeros de clase y tampoco entendía por qué me insultaban por eso. Mi madre siempre me decía que odiaba que la mirara porque le recordaba a los ojos de mi padre, llegué a odiarme por tener estos ojos, pero ahora, cuando escuché lo que él me dijo... Pensé que quizás podría empezar a valorarlos un poco más...
Sonreí por lo que me dijo, al verlo a pocos centímetros de mi rostro y añadí en tono travieso:
—Y tú eres otro idiota por creer que me he creído lo que me dijiste. ¿Acaso no me conoces? Es imposible que yo sea malo en esto.
Dije eso, pero evidentemente sí me molestó que lo dijera, mi orgullo como hombre había sido lastimado; aunque evidentemente no se lo iba a decir.
Después sin dejar que me dijera algo más, le abracé por la espalda y me coloqué encima de él, empecé a rozar descaradamente mi trasero encima de su entrepierna y sonreí maliciosamente al ver su expresión, de verdad tendría que estar volviéndose loco, yo mismo no podría aguantar si alguien actuara como lo estoy haciendo yo, así que cansado de jugar agarré su miembro y me introducí la punta, suspiré y lo miré antes de seguir; vi como se mordía el labio inferior controlándose, luego puso las manos en mi cintura e intentó hacerme bajar, pero no lo dejé, antes de seguir me incliné hacia él y comencé a besarlo de nuevo, a la vez que me la introduje de golpe, gemimos al unísono, con fuerza, pero sin dejar de besarnos, antes de separarme mordí su labio inferior y susurré en su oído sensualmente:
—Mhn... No te acostumbres mucho a esto...
Entonces recordé sus palabras: "—A veces tus ojos consiguen que se me olvide odiarte."
Que dijera algo como eso me descolocó, no me lo esperaba para nada, sonaba como cuando un chico romántico piropeaba a su chica para seducirla... La verdad esque yo siempre había odiado mis ojos, cuando era pequeño no entendía por qué era diferente a mis otros compañeros de clase y tampoco entendía por qué me insultaban por eso. Mi madre siempre me decía que odiaba que la mirara porque le recordaba a los ojos de mi padre, llegué a odiarme por tener estos ojos, pero ahora, cuando escuché lo que él me dijo... Pensé que quizás podría empezar a valorarlos un poco más...
Sonreí por lo que me dijo, al verlo a pocos centímetros de mi rostro y añadí en tono travieso:
—Y tú eres otro idiota por creer que me he creído lo que me dijiste. ¿Acaso no me conoces? Es imposible que yo sea malo en esto.
Dije eso, pero evidentemente sí me molestó que lo dijera, mi orgullo como hombre había sido lastimado; aunque evidentemente no se lo iba a decir.
Después sin dejar que me dijera algo más, le abracé por la espalda y me coloqué encima de él, empecé a rozar descaradamente mi trasero encima de su entrepierna y sonreí maliciosamente al ver su expresión, de verdad tendría que estar volviéndose loco, yo mismo no podría aguantar si alguien actuara como lo estoy haciendo yo, así que cansado de jugar agarré su miembro y me introducí la punta, suspiré y lo miré antes de seguir; vi como se mordía el labio inferior controlándose, luego puso las manos en mi cintura e intentó hacerme bajar, pero no lo dejé, antes de seguir me incliné hacia él y comencé a besarlo de nuevo, a la vez que me la introduje de golpe, gemimos al unísono, con fuerza, pero sin dejar de besarnos, antes de separarme mordí su labio inferior y susurré en su oído sensualmente:
—Mhn... No te acostumbres mucho a esto...
Re: No, no es una cita
Me dejó perplejo, no me lo esperaba y por eso me impactó. No podía creerme que por primera vez dejara a un lado su desorbitado orgullo para tomar el rol "pasivo". Sí, lo decía entre comillas porque no podría calificarlo como pasivo cuando era él el que había tomado el mando, pero eso no me molestaba, no cuando no había rechistado ni una sola vez, es más, había sido él mismo quien se la había metido hasta el fondo.
Me desesperaba, me desesperaba y me descolocaba. Ese herbívoro... ¿cómo se atrevía a decirme encima que no me acostumbrara? Lo iba a devorar, lo iba a morder hasta la muerte, aunque el problema era que no sabía en qué orden quería hacerlo. Me volvía loco, me impedía pensar con claridad y lo peor de todo era que aquellas emociones tan contradictorias no lo parecían en absoluto cuando se trataba de él.
Él se alejó y me acompañó en el movimiento. Era consciente de que no lo había lubricado, así que me controlé para no ser demasiado brusco, antes de nada, quería eliminar el ligero fruncimiento en su entrecejo, que se debía —lo más probable— al dolor.
Estiré los brazos y le sujeté el rostro con las dos manos. Ante el contacto, él abrió los ojos y mantuvimos el contacto sin parpadear. Por alguna razón, quise demostrarle que no me gustaba ver que le dolía porque yo sólo quería hacerlo gemir de placer. Por eso, no podía esperar sin más a que su cuerpo se habituara: tenía que actuar.
Me erguí al mismo tiempo que lo obligaba a él a inclinarse más y, una vez lo tuve a mi alcance, lo besé en el entrecejo sin apartar las manos de su rostro. No me detuve ahí, sino que me separé y deposité otro beso en su mejilla. En ese punto, bajé una mano hasta su torso, me detuve un pequeño instante ahí y bajé más hasta su miembro, el cual sujeté para enseguida comenzar a masturbarlo.
Sus gemidos se entremezclaron con los míos y no hubo lugar para el dolor. Noté que aprovechaba cualquier instante entre espasmo y espasmo de placer para volver a abrir los ojos y así mirarme, tan cerca el uno del otro. Ahora que por fin su expresión no se resquebrajaba por el dolor, alcancé tal umbral de gozo que me creí desfallecer. Ante todo, me sorprendí preguntándome qué me había ocurrido para haber cambiado tanto, ¿de verdad yo podía actuar así...? ¿De verdad era él el culpable o era sólo casualidad? Quizá fueran de verdad sus ojos, esos que conseguían que se me olvidara odiarle.
Me desesperaba, me desesperaba y me descolocaba. Ese herbívoro... ¿cómo se atrevía a decirme encima que no me acostumbrara? Lo iba a devorar, lo iba a morder hasta la muerte, aunque el problema era que no sabía en qué orden quería hacerlo. Me volvía loco, me impedía pensar con claridad y lo peor de todo era que aquellas emociones tan contradictorias no lo parecían en absoluto cuando se trataba de él.
Él se alejó y me acompañó en el movimiento. Era consciente de que no lo había lubricado, así que me controlé para no ser demasiado brusco, antes de nada, quería eliminar el ligero fruncimiento en su entrecejo, que se debía —lo más probable— al dolor.
Estiré los brazos y le sujeté el rostro con las dos manos. Ante el contacto, él abrió los ojos y mantuvimos el contacto sin parpadear. Por alguna razón, quise demostrarle que no me gustaba ver que le dolía porque yo sólo quería hacerlo gemir de placer. Por eso, no podía esperar sin más a que su cuerpo se habituara: tenía que actuar.
Me erguí al mismo tiempo que lo obligaba a él a inclinarse más y, una vez lo tuve a mi alcance, lo besé en el entrecejo sin apartar las manos de su rostro. No me detuve ahí, sino que me separé y deposité otro beso en su mejilla. En ese punto, bajé una mano hasta su torso, me detuve un pequeño instante ahí y bajé más hasta su miembro, el cual sujeté para enseguida comenzar a masturbarlo.
Sus gemidos se entremezclaron con los míos y no hubo lugar para el dolor. Noté que aprovechaba cualquier instante entre espasmo y espasmo de placer para volver a abrir los ojos y así mirarme, tan cerca el uno del otro. Ahora que por fin su expresión no se resquebrajaba por el dolor, alcancé tal umbral de gozo que me creí desfallecer. Ante todo, me sorprendí preguntándome qué me había ocurrido para haber cambiado tanto, ¿de verdad yo podía actuar así...? ¿De verdad era él el culpable o era sólo casualidad? Quizá fueran de verdad sus ojos, esos que conseguían que se me olvidara odiarle.
Re: No, no es una cita
No entendía a qué venía esa repentina muestra de cariño, porque... ¿Podía llamarlo así, no? Justo cuando besó mi frente, abrí los ojos lentamente y me perdí en su mirada llena de deseo y de algo que no podía descifrar. Di un quejido cuando sentí su mano en mi miembro olvidado y abrí la boca dejando escapar un gemido ahogado. La verdad esque aún no me había acostumbrado a su intrusión, escocía y esos gestos tan raros en él me ayudó a sentirme mejor. ¿Quizás lo estaba haciendo porque se ha dado cuenta? Sonreí por la estupidez de mi propia pregunta y cerré los ojos sintiendo la deliciosa masturbación que me ejercía.
Todo lo siguiente fueron gemidos llenos de deseo y pasión, mis caderas se movían enérgicamente encima de su miembro, subía y bajaba y en una de las veces una de las estocadas llegó a un punto en mi interior que me hizo sentir desfallecer. Me incliné hacia él atrapando mi erección entre nuestros cuerpos y de repente detuve mi movimiento. Me alejé de él con los ojos entrecerrados por el placer, apoyé una mano en su pecho y me saqué su miembro del interior.
Él me miró desconcertado y pude percibir en su mirada nerviosismo e incluso frustración. Sin decir una palabra me di la vuelta dándole la espalda, bajé de la cama y me puse de rodillas en el suelo, pegué el pecho en éste mientras giraba mi rostro hacia él, y le dije completamente excitado:
—Kyoya... —Me detuve unos segundos intentando controlar mi respiración y seguí—: Ven a por mí y métemela.
Mi voz sonó más excitada que nunca y yo aún no podía creer lo que estaba haciendo, lo que estaba diciéndole, lo que estaba pidiéndole…
Sentía mi pecho subir y bajar rápidamente, mis labios hinchados y mis ojos aguados; y ahora sólo quería que él me la metiera, que nos uniéramos de nuevo y que nos dejáramos llevar por esto que inexplicablemente me hacía sentir muy feliz.
Todo lo siguiente fueron gemidos llenos de deseo y pasión, mis caderas se movían enérgicamente encima de su miembro, subía y bajaba y en una de las veces una de las estocadas llegó a un punto en mi interior que me hizo sentir desfallecer. Me incliné hacia él atrapando mi erección entre nuestros cuerpos y de repente detuve mi movimiento. Me alejé de él con los ojos entrecerrados por el placer, apoyé una mano en su pecho y me saqué su miembro del interior.
Él me miró desconcertado y pude percibir en su mirada nerviosismo e incluso frustración. Sin decir una palabra me di la vuelta dándole la espalda, bajé de la cama y me puse de rodillas en el suelo, pegué el pecho en éste mientras giraba mi rostro hacia él, y le dije completamente excitado:
—Kyoya... —Me detuve unos segundos intentando controlar mi respiración y seguí—: Ven a por mí y métemela.
Mi voz sonó más excitada que nunca y yo aún no podía creer lo que estaba haciendo, lo que estaba diciéndole, lo que estaba pidiéndole…
Sentía mi pecho subir y bajar rápidamente, mis labios hinchados y mis ojos aguados; y ahora sólo quería que él me la metiera, que nos uniéramos de nuevo y que nos dejáramos llevar por esto que inexplicablemente me hacía sentir muy feliz.
Re: No, no es una cita
No podía sentirme de forma más contraria en tan sólo un minuto de diferencia. Primero, estaba el hecho de separarse me dejó perplejo, pues por nada del mundo me esperaba que lo hiciera. Segundo, estaba lo que hizo y dijo a continuación... Si ya me sorprendía que él mismo se la hubiera metido sin rechistar, más aún que me lo pidiera con ese tono de voz impregnado de placer.
Me estaba matando.
No me hice de rogar y acudí a él casi con prisa. Me situé de pie pegado a su trasero, le agarré de las caderas y me incliné hacia él al mismo tiempo que le recorría con las manos el torso. Me dejé caer poco a poco sobre él sin despegarme de su trasero y cerré los ojos en cuanto tuve la piel de su espalda a mi alcance. A continuación y sin pensar siquiera en lo que hacía, apoyé suavemente los labios contra su espalda, justo en la curvatura de la columna vertebral. En ese punto, volví a penetrarlo. Me erguí conforme se la metía y afiancé las manos en sus caderas para ayudarme en el movimiento. En cuanto llegué hasta el punto más profundo dentro de él, arqueé la espalda y eché la cabeza hacia atrás acompañando el gesto de un quedo gemido.
Sentía los mechones húmedos del cabello pegados a la cara, era una de esas sensaciones que tanto me gustaban cuando hacíamos el amor. Abrí los ojos y mantuve la mirada, algo ida, clavada en el techo. Me había invadido una extraña y poco conocida emoción en el momento en que pensé en eso último... Algo en mi interior, dormido profundamente en él, me susurró a qué se debía, pero yo lo ignoré porque no me interesaba. Ahora no importaba.
Volví a cerrar los ojos, bajé la cabeza y aumenté el ritmo. No obstante, enmedio del huracán de sensaciones, aquella poco conocida persistía, y el hecho de que el correspondiera mis gemidos y demostrara que disfrutaba tanto como yo sólo conseguía que se extendiera más y más.
Me estaba matando.
No me hice de rogar y acudí a él casi con prisa. Me situé de pie pegado a su trasero, le agarré de las caderas y me incliné hacia él al mismo tiempo que le recorría con las manos el torso. Me dejé caer poco a poco sobre él sin despegarme de su trasero y cerré los ojos en cuanto tuve la piel de su espalda a mi alcance. A continuación y sin pensar siquiera en lo que hacía, apoyé suavemente los labios contra su espalda, justo en la curvatura de la columna vertebral. En ese punto, volví a penetrarlo. Me erguí conforme se la metía y afiancé las manos en sus caderas para ayudarme en el movimiento. En cuanto llegué hasta el punto más profundo dentro de él, arqueé la espalda y eché la cabeza hacia atrás acompañando el gesto de un quedo gemido.
Sentía los mechones húmedos del cabello pegados a la cara, era una de esas sensaciones que tanto me gustaban cuando hacíamos el amor. Abrí los ojos y mantuve la mirada, algo ida, clavada en el techo. Me había invadido una extraña y poco conocida emoción en el momento en que pensé en eso último... Algo en mi interior, dormido profundamente en él, me susurró a qué se debía, pero yo lo ignoré porque no me interesaba. Ahora no importaba.
Volví a cerrar los ojos, bajé la cabeza y aumenté el ritmo. No obstante, enmedio del huracán de sensaciones, aquella poco conocida persistía, y el hecho de que el correspondiera mis gemidos y demostrara que disfrutaba tanto como yo sólo conseguía que se extendiera más y más.
Re: No, no es una cita
Esto realmente me estaba matando... ¿Por qué esta vez estaba siendo todo esto más placentero de lo normal? Sentí su dulce beso en mi espalda y suspiré cuando noté su miembro rozar mi entrada una y otra vez... No me quedé quieto y moví mi trasero provocándolo más, haciendo que él inmediatamente me la volviera a meter con fuerza. Me mordí un dedo y apoyé la frente en uno de mis brazos, mientras seguía el ritmo de sus embestidas.
No podía contener mis gemidos y eso me avergonzaba en cierto modo, pero por otro no me importaba dejarle saber lo que me hacia sentir. No me importaba sólo porque era él... Sólo él podía hacerme esto.
Poco a poco me fui incorporando hasta que puse mi brazo izquierdo detrás de su cabeza, sujetándola para besar sus labios de nuevo.
Fue un beso lento y fogoso, a pesar de que era difícil por la posición en la que nos encontrábamos, podía sentir como su miembro duro y caliente golpeaba cada vez con más fuerza y precisión mi interior, y comencé a sentir esa presión en mi pelvis, esa que me estaba indicando que el final estaba cerca...
Dejó de besarme para morderme el cuello con fuerza, luego usó su lengua y me besó fogosamente por toda la zona mientras pasaba sus manos por mi pecho, y mientras yo le ayudaba con el movimiento para que el ritmo que estábamos llevando no se redujera en ningún momento.
Y me mordí los labios sintiendo ese sabor metálico de la sangre cuando encontró ese punto en mi interior.
Y me tapé la boca para no ser demasiado escandaloso cuando él se dio cuenta.
Y joder... me golpeó una, dos, tres y hasta cuatro veces en el mismo sitio.
Sin poder contenerme más me dejé caer hacia adelante y ronronee estrechando mi ano cada vez más, estrujándosela como nunca.
No podía contener mis gemidos y eso me avergonzaba en cierto modo, pero por otro no me importaba dejarle saber lo que me hacia sentir. No me importaba sólo porque era él... Sólo él podía hacerme esto.
Poco a poco me fui incorporando hasta que puse mi brazo izquierdo detrás de su cabeza, sujetándola para besar sus labios de nuevo.
Fue un beso lento y fogoso, a pesar de que era difícil por la posición en la que nos encontrábamos, podía sentir como su miembro duro y caliente golpeaba cada vez con más fuerza y precisión mi interior, y comencé a sentir esa presión en mi pelvis, esa que me estaba indicando que el final estaba cerca...
Dejó de besarme para morderme el cuello con fuerza, luego usó su lengua y me besó fogosamente por toda la zona mientras pasaba sus manos por mi pecho, y mientras yo le ayudaba con el movimiento para que el ritmo que estábamos llevando no se redujera en ningún momento.
Y me mordí los labios sintiendo ese sabor metálico de la sangre cuando encontró ese punto en mi interior.
Y me tapé la boca para no ser demasiado escandaloso cuando él se dio cuenta.
Y joder... me golpeó una, dos, tres y hasta cuatro veces en el mismo sitio.
Sin poder contenerme más me dejé caer hacia adelante y ronronee estrechando mi ano cada vez más, estrujándosela como nunca.
Re: No, no es una cita
Una vez más, volví a sentir esa extraña opresión que, lejos de ser molesta, me satisfacía. No lograba entender por qué se expandía a cada segundo que pasaba, por qué era más intensa a la vez que el vaivén se hacía también más intenso. Entonces, él se las ingenió para que nuestros labios se unieran y me dejé llevar. Intenté olvidarme de esa opresión, esa maldita sensación que debía ser molesta y en realidad era todo lo contrario. Entonces, ¿por qué me desesperaba tanto? No, no podía ser algo satisfactorio si me dominaba hasta tal punto... o eso pensé hasta que la sentí crecer al escucharlo contener los sonoros gemidos. No me molestó, más bien me divertía comprobar que yo le hacía reaccionar de tal manera que hasta alguien como él se veía obligado a contenerse.
Conseguí olvidarme de la sensación que me envolvía conforme me acercaba al clímax. En ese momento, en mi mente no hubo lugar para nada más. Me dejé llevar por completo, si detenerme, hasta que escuché un gemido más ronco por su parte. Poco a poco, mi cuerpo se fue recuperando del reciente orgasmo. Sentí cómo él se dejaba caer al suelo y yo me dejé llevar con él, de modo que quedé tumbado sobre su espalda. Casi sin darme cuenta de lo que hacía, le aparté el pelo de la nuca y lo besé largo rato ahi, sin moverme, tan solo posando los labios sobre su piel. Después, me incorporé y musité mientras me dirigía al baño:
—Voy a darme una ducha rápida, aprovecha para desayunar, sería un desperdicio dejar que se enfriara.
No quise tomarme mucho tiempo porque no paraba de darle vueltas a lo que había ocurrido, a esa sensación que me invadía... ¿Por qué me daba la sensación de que yo ya sabía qué era?
Me obligué a darme prisa, me vestí rápidamente en el mismo baño y volví a la habitación. Él ya estaba esperando para entrar, le dediqué una mirada al pasar por su lado, recogí la bandeja con el desayuno y la coloqué sobre la cama.
No quería actuar de forma extraña para que él no me malinterpretara, pero no podía evitarlo si el maldito ritmo de mis latidos estaba tan acelerado sin ninguna razón aparente.
Conseguí olvidarme de la sensación que me envolvía conforme me acercaba al clímax. En ese momento, en mi mente no hubo lugar para nada más. Me dejé llevar por completo, si detenerme, hasta que escuché un gemido más ronco por su parte. Poco a poco, mi cuerpo se fue recuperando del reciente orgasmo. Sentí cómo él se dejaba caer al suelo y yo me dejé llevar con él, de modo que quedé tumbado sobre su espalda. Casi sin darme cuenta de lo que hacía, le aparté el pelo de la nuca y lo besé largo rato ahi, sin moverme, tan solo posando los labios sobre su piel. Después, me incorporé y musité mientras me dirigía al baño:
—Voy a darme una ducha rápida, aprovecha para desayunar, sería un desperdicio dejar que se enfriara.
No quise tomarme mucho tiempo porque no paraba de darle vueltas a lo que había ocurrido, a esa sensación que me invadía... ¿Por qué me daba la sensación de que yo ya sabía qué era?
Me obligué a darme prisa, me vestí rápidamente en el mismo baño y volví a la habitación. Él ya estaba esperando para entrar, le dediqué una mirada al pasar por su lado, recogí la bandeja con el desayuno y la coloqué sobre la cama.
No quería actuar de forma extraña para que él no me malinterpretara, pero no podía evitarlo si el maldito ritmo de mis latidos estaba tan acelerado sin ninguna razón aparente.
Re: No, no es una cita
No entendía muy bien por qué, pero ahora mi corazón latía incluso más rápido que cuando estábamos haciendo el amor... Cuando terminó dentro de mí y antes de separarse me dio un beso en la espalda, me puse nervioso. ¿A qué venían esas muestras de cariño repentinas? No es que me molestaran, pero me hacia sentir incómodo... ¿Cómo se supone que iba a actuar si me trataba de esta manera tan dulce e impropia de él? Suspiré cuando entró en el baño y me incorporé poco a poco, mirando la bandeja de comida olvidada que estaba al lado de la cama. Me senté en la orilla de la cama y puse una de mis manos en mi pecho... ¿Qué estaba mal en mí? Cerré los ojos intentando que los latidos de mi corazón se calmaran, luego me dirigí hacia el baño con la intención de hablar con él, no sabía de qué, pero quería...
Entonces él abrió la puerta del baño pasando por mi lado con rapidez, entrecerré los ojos observando todos sus movimientos y me di cuenta de que evidentemente estaba tratando de evitarme.
—¿Qué pasa? —Pregunté seriamente mientras cruzaba los brazos por encima de mi pecho.
Quizás no debería haberme parado a preguntarle, quizás sólo debería haberme metido en el baño y dejar las cosas como estaban... Pero no podía, quería saber qué le pasaba... A pesar de que no me encontraba muy bien, esta sensación no la había sentido nunca antes y me sentía un poco mareado.
Entonces él abrió la puerta del baño pasando por mi lado con rapidez, entrecerré los ojos observando todos sus movimientos y me di cuenta de que evidentemente estaba tratando de evitarme.
—¿Qué pasa? —Pregunté seriamente mientras cruzaba los brazos por encima de mi pecho.
Quizás no debería haberme parado a preguntarle, quizás sólo debería haberme metido en el baño y dejar las cosas como estaban... Pero no podía, quería saber qué le pasaba... A pesar de que no me encontraba muy bien, esta sensación no la había sentido nunca antes y me sentía un poco mareado.
Re: No, no es una cita
Se había dado cuenta.
Imaginé que tampoco era tan extraño, dado mi comportamiento esquivo... Ahora me debatía entre dos opciones: hacerme el desentendido, algo que nunca funcionaba, o aparentar sorpresa y decirle que por qué tendría que pasar algo, así, él comprendería que eran imaginaciones suyas...
Me preparé mentalmente para responderle y así no delatarme de ninguna manera, pero antes de que lo hiciera, escuché un aleteo y Hibird entró en la habitación por la ventana. No me sorprendió que me hubiera encontrado en aquel hotel, ya estaba habituado, además, su presencia no podía ser más bienvenida. Tuve que contenerme para no suspirar. De todos modos, Hibird solo me había conseguido más tiempo...
Mientras observaba a Hibird picotear los trocitos de pan que le había dejado, le contesté por fin al herbívoro:
—Lo que pasa es que tienes que comer, que seas modelo no es una excusa para saltarte comidas.
Me vi incapaz de mirarlo durante más de cinco segundos y, en cuanto le dije aquello, volví a mirar a Hibird. Era consciente de mi extraña reacción, pero ahora mismo lo que más extraño me resultaba era lo inexplicadamente nervioso e incómodo que estaba. ¿Qué... me ocurría...?
Imaginé que tampoco era tan extraño, dado mi comportamiento esquivo... Ahora me debatía entre dos opciones: hacerme el desentendido, algo que nunca funcionaba, o aparentar sorpresa y decirle que por qué tendría que pasar algo, así, él comprendería que eran imaginaciones suyas...
Me preparé mentalmente para responderle y así no delatarme de ninguna manera, pero antes de que lo hiciera, escuché un aleteo y Hibird entró en la habitación por la ventana. No me sorprendió que me hubiera encontrado en aquel hotel, ya estaba habituado, además, su presencia no podía ser más bienvenida. Tuve que contenerme para no suspirar. De todos modos, Hibird solo me había conseguido más tiempo...
Mientras observaba a Hibird picotear los trocitos de pan que le había dejado, le contesté por fin al herbívoro:
—Lo que pasa es que tienes que comer, que seas modelo no es una excusa para saltarte comidas.
Me vi incapaz de mirarlo durante más de cinco segundos y, en cuanto le dije aquello, volví a mirar a Hibird. Era consciente de mi extraña reacción, pero ahora mismo lo que más extraño me resultaba era lo inexplicadamente nervioso e incómodo que estaba. ¿Qué... me ocurría...?
Re: No, no es una cita
Si creía que con lo que me había respondido me iba a convencer estaba muy equivocado, no sabía qué le pasaba y si él estaba intentando evadir el tema yo no insistiría, después de todo no tendría que importarme lo que pensara...
Suspiré dándole la espalda y me metí en el baño cerrando la puerta tras de mí. No me tomé mucho tiempo dentro, salí con una pequeña toalla anudada en mi cintura y con otra en la cabeza, me dirigí hacia el armario y cogí algo casual y sexy para ponerme.
El enano parecía que había terminado de comer y ahora se encontraba mirando por la gran ventana que daba al balcón de nuestra suite.
Desvié la mirada de él y me desnudé por completo para empezar a vestirme. Me puse unos pantalones blancos ajustados con los muslos y rodillas rotas, dejándome visible parte de ellas; la camisa era gris de mangas largas con un acentuado escote donde se veía bien mi trabajado pecho. Volví a mirarlo de reojo mientras me secaba el cabello y él parecía que seguía pensativo, hice un mohín acercándome a él y le tiré encima la toalla húmeda. El enano se sobresaltó y rápidamente giró el rostro hacia a mí fulminándome con la mirada.
—Hoy es mi día libre así que eso significa que también es el tuyo, no tenemos que pasar el día juntos.
Dije tranquilamente pensando que eso era lo que le molestaba, que pasáramos el día juntos. Luego mostré una sonrisa traviesa al ver su expresión y añadí mientras me dirigía al espejo para arreglarme el cabello.
—Te estoy diciendo que no tienes que esperarme y que puedes irte ya si te apetece. Nos veremos mañana en la agencia.
Me di los últimos retoques dejando el cabello perfecto y volví a mirarlo, esperando que dijera o hiciera algo.
Suspiré dándole la espalda y me metí en el baño cerrando la puerta tras de mí. No me tomé mucho tiempo dentro, salí con una pequeña toalla anudada en mi cintura y con otra en la cabeza, me dirigí hacia el armario y cogí algo casual y sexy para ponerme.
El enano parecía que había terminado de comer y ahora se encontraba mirando por la gran ventana que daba al balcón de nuestra suite.
Desvié la mirada de él y me desnudé por completo para empezar a vestirme. Me puse unos pantalones blancos ajustados con los muslos y rodillas rotas, dejándome visible parte de ellas; la camisa era gris de mangas largas con un acentuado escote donde se veía bien mi trabajado pecho. Volví a mirarlo de reojo mientras me secaba el cabello y él parecía que seguía pensativo, hice un mohín acercándome a él y le tiré encima la toalla húmeda. El enano se sobresaltó y rápidamente giró el rostro hacia a mí fulminándome con la mirada.
—Hoy es mi día libre así que eso significa que también es el tuyo, no tenemos que pasar el día juntos.
Dije tranquilamente pensando que eso era lo que le molestaba, que pasáramos el día juntos. Luego mostré una sonrisa traviesa al ver su expresión y añadí mientras me dirigía al espejo para arreglarme el cabello.
—Te estoy diciendo que no tienes que esperarme y que puedes irte ya si te apetece. Nos veremos mañana en la agencia.
Me di los últimos retoques dejando el cabello perfecto y volví a mirarlo, esperando que dijera o hiciera algo.
Re: No, no es una cita
Decidí no mirarlo porque sabía que mi expresión me delataría y que, efectivamente, trataba de evadirlo. No lo hacía a propósito, sino que realmente lo necesitaba; ahora mismo estar cerca de él no hacía más que incrementar mi nerviosismo.
Lo oí salir del baño y permanecí junto a la ventana, acariciando distraídamente a Hibird. De pronto, algo húmedo me cayó sobre la cabeza. Ceñudo, me giré hacia el herbívoro al tiempo que me quitaba la toalla de la cabeza. No llegué a protestar porque él se me adelantó. Al escucharlo, no pude evitar mostrarme sorprendido.
¿Era eso lo que quería él...? ¿Buscaba una manera de librarse de mí? Me irritó, me indignó pensar que prefería irse sin mí, pero me convencí a mí mismo de que era lo mejor: tenía que aclarar mis pensamientos y si estaba con él, no sería nada fácil. Así pues, solté la toalla sobre la cama y me dirigí hacia la puerta al mismo tiempo que le respondía con una sola palabra:
—Bien.
No comprobé si me miraba o si reaccionaba de alguna manera en especial: me apresuré a salir y cerré la puertra tras de mí. Me permití unos segundos en los que me quedé pensativo junto a la puerta y después chisté y me dirigí a la salida.
Lo oí salir del baño y permanecí junto a la ventana, acariciando distraídamente a Hibird. De pronto, algo húmedo me cayó sobre la cabeza. Ceñudo, me giré hacia el herbívoro al tiempo que me quitaba la toalla de la cabeza. No llegué a protestar porque él se me adelantó. Al escucharlo, no pude evitar mostrarme sorprendido.
¿Era eso lo que quería él...? ¿Buscaba una manera de librarse de mí? Me irritó, me indignó pensar que prefería irse sin mí, pero me convencí a mí mismo de que era lo mejor: tenía que aclarar mis pensamientos y si estaba con él, no sería nada fácil. Así pues, solté la toalla sobre la cama y me dirigí hacia la puerta al mismo tiempo que le respondía con una sola palabra:
—Bien.
No comprobé si me miraba o si reaccionaba de alguna manera en especial: me apresuré a salir y cerré la puertra tras de mí. Me permití unos segundos en los que me quedé pensativo junto a la puerta y después chisté y me dirigí a la salida.
Re: No, no es una cita
Había estado todo el día de un lado para otro, sin saber realmente qué hacer. No pude dejar de pensar en todo lo que había pasado desde que conocí al enano y en lo que extrañamente me hacia sentir cuando estábamos juntos. No podía comprender que alguien como él me hiciera sentir de esta manera, a veces tan confuso, tan irritado y otras tantas tan nervioso...
Ya eran las 22:30 de la noche y cuando entré a la habitación de hotel la encontré totalmente vacia, suspiré en parte aliviado y me dirigí a la cama tirándome despreocupadamente en ella...
Podía oler el olor a limpio que desprendian las sábanas, pero por alguna razón aún podía oler el olor del enano en ellas, ¿acaso me estaba volviendo loco? Abrí los ojos sorprendido y me giré mirando hacia la pared, puse una mano en mi pecho y chisté cabreándome conmigo mismo al sentir como el corazón me latía con fuerza.
Sí... definitivamente algo en mí no estaba bien.
Ya eran las 00:45 de la madrugada y llevaba como 30 minutos dando vueltas por la habitación, me había dado tiempo de meterme en el jacuzzy y disfrutar tranquilamente de mi soledad, incluso había pedido la cena para los dos ya que supondría que cuando llegara tendría hambre, pero ya era tarde y aún no daba señales de vida...
¿Acaso se estaba cansando de MI presencia? ¿quizás era yo el único que me estaba preocupando demasiado por todo esto? Me estaba empezando a sentir ridículamente patético y por eso me estaba empezando a enfadar de verdad.
De repente mi móvil sonó y fui a ver de quién era el mensaje; no podía creer lo que estaba leyendo ahora mismo.
[REMITENTE]: Enano caprichoso.
[HORA]: 00:50 am
[MENSAJE]:
Esta noche estaré ocupado, nos vemos por la mañana en la agencia.
'
---
Una vena palpitante creció en mi frente mientras fruncía el ceño bruscamente.
—¡¿Qué?! ¡¿qué estás ocupado?! —Miré de nuevo el mensaje y apreté el aparato con mi mano mientras me disponía a responderle.
[REMITENTE]: Arakami Sasuke
[HORA]: 1:00 am
[MENSAJE]:
¿Por qué te molestas en decírmelo? Ahora mismo también estoy ocupado.
---
No podía simplemente dejar que él pensara que lo estaba esperando o algo así, así que mentirle se convirtió en la mejor opción, aunque haber tenido que mentir para que mi orgullo no se sintirera tan dañado había sido incluso peor que aceptar o decirle la verdad... quizás lo mejor hubiera sido ignorar su mensaje. Joder...
Tiré el móvil en la cama y me tumbé en ella soltando un sonoro suspiro. ¿Así qué ocupado, eh? Maldito bastardo...
Ya eran las 22:30 de la noche y cuando entré a la habitación de hotel la encontré totalmente vacia, suspiré en parte aliviado y me dirigí a la cama tirándome despreocupadamente en ella...
Podía oler el olor a limpio que desprendian las sábanas, pero por alguna razón aún podía oler el olor del enano en ellas, ¿acaso me estaba volviendo loco? Abrí los ojos sorprendido y me giré mirando hacia la pared, puse una mano en mi pecho y chisté cabreándome conmigo mismo al sentir como el corazón me latía con fuerza.
Sí... definitivamente algo en mí no estaba bien.
Ya eran las 00:45 de la madrugada y llevaba como 30 minutos dando vueltas por la habitación, me había dado tiempo de meterme en el jacuzzy y disfrutar tranquilamente de mi soledad, incluso había pedido la cena para los dos ya que supondría que cuando llegara tendría hambre, pero ya era tarde y aún no daba señales de vida...
¿Acaso se estaba cansando de MI presencia? ¿quizás era yo el único que me estaba preocupando demasiado por todo esto? Me estaba empezando a sentir ridículamente patético y por eso me estaba empezando a enfadar de verdad.
De repente mi móvil sonó y fui a ver de quién era el mensaje; no podía creer lo que estaba leyendo ahora mismo.
[REMITENTE]: Enano caprichoso.
[HORA]: 00:50 am
[MENSAJE]:
Esta noche estaré ocupado, nos vemos por la mañana en la agencia.
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Una vena palpitante creció en mi frente mientras fruncía el ceño bruscamente.
—¡¿Qué?! ¡¿qué estás ocupado?! —Miré de nuevo el mensaje y apreté el aparato con mi mano mientras me disponía a responderle.
[REMITENTE]: Arakami Sasuke
[HORA]: 1:00 am
[MENSAJE]:
¿Por qué te molestas en decírmelo? Ahora mismo también estoy ocupado.
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No podía simplemente dejar que él pensara que lo estaba esperando o algo así, así que mentirle se convirtió en la mejor opción, aunque haber tenido que mentir para que mi orgullo no se sintirera tan dañado había sido incluso peor que aceptar o decirle la verdad... quizás lo mejor hubiera sido ignorar su mensaje. Joder...
Tiré el móvil en la cama y me tumbé en ella soltando un sonoro suspiro. ¿Así qué ocupado, eh? Maldito bastardo...
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