Una cena problemática.
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Gakuen Shiroi :: Ciudad :: Calles :: Hotel
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Una cena problemática.
Cuando salí por la puerta del instituto observé que el taxi estaba esperándome justo delante de ésta, fruncí el ceño y entré sin decir ni una palabra, el taxista sabía dónde tenía que ir y realmente no me preocupaba dónde me había citado ese bastardo, tenía una ligera idea de cúal era el lugar de encuentro.
Reconocí perfectamente el lugar dónde se había detenido el taxista, se despìdió dándome las buenas noches mientras yo salía del vehículo, me metí las manos en los bolsillos y anduve hasta la entrada, tenía claro por lo que había venido, no iba a tolerar que ese bastardo siguiera chantajeandome a su antojo, era cierto que legalmente él podía salir ganando, pero eso no quería decir que yo iba a hacer lo que él quisiera.
Nada más abrir la puerta del vestíbulo se acercó a mí uno de los trabajadores de ese lujoso hotel, me pidió mi nombre y luego que lo acompañara, lo seguí en silencio hasta el final de un corredor dónde estaba el restaurante del hotel, me guió hasta un area reservada y luego se despidió haciendo una reverencia. Suspiré y entré por la puerta, Miyagi no tardó en levantarse para recibirme, me miró de arriba a abajo lascivamente y me sonrió.
Realmente odiaba cuando me miraba de esa forma, me repugnaba el simple hecho de pensar en lo que él se estaría imaginando, luego lo fulminé con la mirada y me crucé de brazos.
—¿Y bien, qué es eso tan importante que tenías que decirme?
—Sentémonos primero. —Me indicó con una mano que me sentara, así que para terminar con este encuentro lo antes posible le hice caso, me senté en la silla que había delante de dónde él había estado sentado antes y me crucé de piernas, mientras él se sentaba enfrente sin borrar esa estúpida sonrisa de su cara.
—Veo que sigues tan apuesto como siempre, es una pena que decidieras marcharte y dejar el trabajo de modelo. —Habló con ese tono de voz que me crispaba los nervios, luego sin apartar la mirada, cogió la copa de vino y le dio un trago—. Te propongo un trato. —Soltó la copa y se relamió los labios, mostrando de nuevo esa característica sonrisa suya.
—No me interesa. —comenté tangante mirándolo con ira—. Ya te lo he dicho varias veces, no quiero tener nada que ver contigo, no me llames, olvídate de que una vez existió alguien llamado Arakami Sasuke, porque yo lo haré contigo, viejo.
Su mirada cambió radicalmente cuando le dije eso, pego un golpe en la mesa y me miró con furia.
—Te dije que dejaras de jugar conmigo mocoso, legalmente soy tu padre y tú eres menor de edad. Estos años te he dado una casa donde dormir, te he alimentado, te he educado ¡¿tan poco ha significado para ti que te recogiera de la calle cuando tu madre se suicidó y se despreocupó de ti?!
Lo fulminé con la mirada por todo lo que dijo, mi mirada destilaba odio profundo hacía esa persona que tenía delante recordándome un pasado que siempre había intentando al menos no pensar mucho en ello. Me levanté de la silla furioso a la vez que di un golpe en la mesa.
—¡¿Cómo puedes siquiera pronunciar esa palabra cuando has abusado de mí?! ¿qué clase de padre haría eso con su hijo? ¿has pensando en algún momento como me sentía yo? ¡¿eh?! —no pude contenerlo más toda la ira que había acumulado durante años estalló, era la primera vez que le decía algo como eso, pero él aunque me miraba sorprendido no parecía arrepentido. Apreté la mandíbula con fuerza y giré el rostro hacía un lado, enfadado.
Escuhé como Miyagi suspiraba y se levantaba del asiento, levanté la mirada y lo vi justo delante de mí, fruncí el ceño y me incorporé sin vacilar, preparado para lo que diría o hiciera ahora.
—Yo no quiero que me veas como un padre. Quiero que seas mi amante, era por eso por lo que quería hablar contigo. —Aprovechó mi momento de aturdimiento para acariciarme la mejilla, me sonrió y siguió: Firmaré los papeles para terminar con tu custodía y te daré el dinero que desees.
Debía de haber escuchado mal ¿ser su amante? ¿es qué había perdido completamente el juicio? ¿qué firmaría los papeles para terminar con la custodía? ¿acaso pensaba que cedería por eso? ese bastardo...
—¡No me toques! —mis ojos mostraron un odio profundo y reaccioné dándole un brusco manotazo apartando su mano de mi mejilla—. Has perdido completamente el juicio viejo, me das asco. —Y dicho ésto le di la espalda y salí de la habitación dando un portazo.
Reconocí perfectamente el lugar dónde se había detenido el taxista, se despìdió dándome las buenas noches mientras yo salía del vehículo, me metí las manos en los bolsillos y anduve hasta la entrada, tenía claro por lo que había venido, no iba a tolerar que ese bastardo siguiera chantajeandome a su antojo, era cierto que legalmente él podía salir ganando, pero eso no quería decir que yo iba a hacer lo que él quisiera.
Nada más abrir la puerta del vestíbulo se acercó a mí uno de los trabajadores de ese lujoso hotel, me pidió mi nombre y luego que lo acompañara, lo seguí en silencio hasta el final de un corredor dónde estaba el restaurante del hotel, me guió hasta un area reservada y luego se despidió haciendo una reverencia. Suspiré y entré por la puerta, Miyagi no tardó en levantarse para recibirme, me miró de arriba a abajo lascivamente y me sonrió.
Realmente odiaba cuando me miraba de esa forma, me repugnaba el simple hecho de pensar en lo que él se estaría imaginando, luego lo fulminé con la mirada y me crucé de brazos.
—¿Y bien, qué es eso tan importante que tenías que decirme?
—Sentémonos primero. —Me indicó con una mano que me sentara, así que para terminar con este encuentro lo antes posible le hice caso, me senté en la silla que había delante de dónde él había estado sentado antes y me crucé de piernas, mientras él se sentaba enfrente sin borrar esa estúpida sonrisa de su cara.
—Veo que sigues tan apuesto como siempre, es una pena que decidieras marcharte y dejar el trabajo de modelo. —Habló con ese tono de voz que me crispaba los nervios, luego sin apartar la mirada, cogió la copa de vino y le dio un trago—. Te propongo un trato. —Soltó la copa y se relamió los labios, mostrando de nuevo esa característica sonrisa suya.
—No me interesa. —comenté tangante mirándolo con ira—. Ya te lo he dicho varias veces, no quiero tener nada que ver contigo, no me llames, olvídate de que una vez existió alguien llamado Arakami Sasuke, porque yo lo haré contigo, viejo.
Su mirada cambió radicalmente cuando le dije eso, pego un golpe en la mesa y me miró con furia.
—Te dije que dejaras de jugar conmigo mocoso, legalmente soy tu padre y tú eres menor de edad. Estos años te he dado una casa donde dormir, te he alimentado, te he educado ¡¿tan poco ha significado para ti que te recogiera de la calle cuando tu madre se suicidó y se despreocupó de ti?!
Lo fulminé con la mirada por todo lo que dijo, mi mirada destilaba odio profundo hacía esa persona que tenía delante recordándome un pasado que siempre había intentando al menos no pensar mucho en ello. Me levanté de la silla furioso a la vez que di un golpe en la mesa.
—¡¿Cómo puedes siquiera pronunciar esa palabra cuando has abusado de mí?! ¿qué clase de padre haría eso con su hijo? ¿has pensando en algún momento como me sentía yo? ¡¿eh?! —no pude contenerlo más toda la ira que había acumulado durante años estalló, era la primera vez que le decía algo como eso, pero él aunque me miraba sorprendido no parecía arrepentido. Apreté la mandíbula con fuerza y giré el rostro hacía un lado, enfadado.
Escuhé como Miyagi suspiraba y se levantaba del asiento, levanté la mirada y lo vi justo delante de mí, fruncí el ceño y me incorporé sin vacilar, preparado para lo que diría o hiciera ahora.
—Yo no quiero que me veas como un padre. Quiero que seas mi amante, era por eso por lo que quería hablar contigo. —Aprovechó mi momento de aturdimiento para acariciarme la mejilla, me sonrió y siguió: Firmaré los papeles para terminar con tu custodía y te daré el dinero que desees.
Debía de haber escuchado mal ¿ser su amante? ¿es qué había perdido completamente el juicio? ¿qué firmaría los papeles para terminar con la custodía? ¿acaso pensaba que cedería por eso? ese bastardo...
—¡No me toques! —mis ojos mostraron un odio profundo y reaccioné dándole un brusco manotazo apartando su mano de mi mejilla—. Has perdido completamente el juicio viejo, me das asco. —Y dicho ésto le di la espalda y salí de la habitación dando un portazo.
Re: Una cena problemática.
Había estado a punto de perderlo de vista —no había contado con que un taxi lo recogiera en la misma puerta del instituto— y yo no encontré uno hasta la ciudad; afortunadamente había bastante tráfico. Para evitar miradas extrañadas o cualquier comentario estúpido, le dije al taxista que iba con un grupo más numeroso que iba en el otro taxi y que se limitara a seguirlo. Me imaginaba que el hotel adónde iba debía ser uno bastante caro y lujoso, pero buscar cuál de ellos era me habría llevado horas.
No quería que él viera otro taxi y mucho menos se diera cuenta de que era yo el que iba dentro, así que ordené al taxista que se detuviera varios metros antes, le pagué y me salí sin siquiera esperar el cambio. El orgulloso con complejo de dominante acababa de entrar, así que caminé con tranquilidad para evitar encontrármelo sin que me diera tiempo a evitarlo.
Tal y como me imaginé, el hotel era lujoso e indudablemente caro, razón por la que el recepcionista me observaba con escepticismo. En ese momento, por primera vez, me pregunté en qué estaba pensando para hacer semejante tontería. ¿Cuán estúpido me había vuelto para seguir a aquel debilucho hasta un hotel...? Me daba igual, era demasiado tarde para arrepentirme. Con intenciones de ignorar al recepcionista, me dispuse a adentrarme en el hotel, pero su voz me detuvo.
—Disculpe, ¿tiene una reserva?
No estaba de humor para estupideces, así que no le respondí y continué mi camino, entonces, él me interrumpió el paso y añadió con seriedad:
—Si no tiene ninguna reserva ni nadie le está esperando debo pedirle que se marche. —Yo fruncí el ceño, pero él no desistió—. No me obligue a llamar a seguridad...
Suspiré con impaciencia. No me convenía llamar la atención, era posible que el orgulloso con complejo de dominante se enterara, así que, muy a mi pesar, volví hasta el vestíbulo y me detuve allí, irritado. El que aquel molesto recepcionista me siguiera y se quedara detrás de mí no me ayudaba a tranquilizarme.
No quería que él viera otro taxi y mucho menos se diera cuenta de que era yo el que iba dentro, así que ordené al taxista que se detuviera varios metros antes, le pagué y me salí sin siquiera esperar el cambio. El orgulloso con complejo de dominante acababa de entrar, así que caminé con tranquilidad para evitar encontrármelo sin que me diera tiempo a evitarlo.
Tal y como me imaginé, el hotel era lujoso e indudablemente caro, razón por la que el recepcionista me observaba con escepticismo. En ese momento, por primera vez, me pregunté en qué estaba pensando para hacer semejante tontería. ¿Cuán estúpido me había vuelto para seguir a aquel debilucho hasta un hotel...? Me daba igual, era demasiado tarde para arrepentirme. Con intenciones de ignorar al recepcionista, me dispuse a adentrarme en el hotel, pero su voz me detuvo.
—Disculpe, ¿tiene una reserva?
No estaba de humor para estupideces, así que no le respondí y continué mi camino, entonces, él me interrumpió el paso y añadió con seriedad:
—Si no tiene ninguna reserva ni nadie le está esperando debo pedirle que se marche. —Yo fruncí el ceño, pero él no desistió—. No me obligue a llamar a seguridad...
Suspiré con impaciencia. No me convenía llamar la atención, era posible que el orgulloso con complejo de dominante se enterara, así que, muy a mi pesar, volví hasta el vestíbulo y me detuve allí, irritado. El que aquel molesto recepcionista me siguiera y se quedara detrás de mí no me ayudaba a tranquilizarme.
Re: Una cena problemática.
Recorrí el pasillo a paso ligero, deseando salir de ese hotel lo más pronto posible, llegué a la entrada y entré por una de las puertas que había a la izquierda, y justo cuando fui a abrirla alguien me detuvo sujetándome el brazo suavemente.
—Disculpe, señor. Ese area es reservada.
Miré por encima del hombro, con ira y sin decir nada abrí la puerta entrando por ella, me sorprendió encontrar un lugar de éstas carácterísticas en éste hotel, que aunque sabía que era para personas adineradas...,esas palmeras y la piscina iluminada con una luz tenue me parecían fuera de lugar, aunque realmente me parecía bonito y relajante, y era relajarme lo que necesitaba ahora mismo, así que anduve hasta llegar al lado de la piscina y me senté en el borde.
Sabía que era peligroso quedarse aún en el hotel, pero si el bastardo de Miyagi decidía buscarme seguramente nunca se imaginaría que estaría en un lugar como éste, lo más lógico esque me buscara fuera del hotel, y estaba seguro de que lo haría.
Estuve unos minutos observando el agua, pensativo y antes de que me diera cuenta sentí como alguien me abrazaba por detrás y me pegaba a su pecho, contuve la respiración uno segundos y abrí los ojos con esturpor. No había ninguna duda, ese olor y esa manera de abrazarme no podría olvidarla por mucho que me lo propusiera; recordé lo que me dijo el recepcionista del hotel antes de entrar a la habitación y suspuse que ese maldito bastardo le ofreció el dinero que le vino en gana para mantener su boca cerrada y que no le impidiera que entrara en éste supuesto lugar reservado. No esperó, ese bastardo empezó a acariciar mi pecho metiendo la mano por la parte superior de la camisa y luego sentí su acelerada respiración junto a mi cuello.
—Es inutil que intentes huir..., sabes que podré encontrarte, da igual dónde vayas... —comentó susurrándo mientras me pasaba la lengua por el cuello y me mordisqueaba debajo de la barbilla.
Con la cara descompuesta por el asco que me producía, le metí un codazo en las costilla con todas mis fuerzas, pero sólo conseguí que me abrazara con más fuerza sin darme oportunidad a escapar, gruñí con frustración y elevé la cabeza con la mirada inexpresiva, después de todo parecía que no podía evitar que ese mal nacido dejara de acosarme, pensaba que evitándolo y despreciándolo dejaría de seguirme, pero parece que sólo logré provocarlo más, estaba exitado y yo me sentía inútil, apreté la mandíbula con fuerza y agaché la cabeza.
—No me toques... —pronuncié en tono amenazador.
Sentí como temblaba, pero no de miedo evidentemente, si no de furía y frustración por no poder evitar lo que estaba pasando, escuché una sonrisa de su parte y mientras me sujetaba con su brazo izquierdo, bajó la otra mano hasta mi entrepierna, la acarició por encima de los pantalones y seguidamente me atacó el cuello nuevamente, eché la cabeza hacía atrás con brúsquedad y recordé como unas horas antes eso mismo lo había hecho el enano, el simple pensamiento de él tocándome me hizo gemir roncamente, me mordí el labio maldiciéndome mentalmente por dejar escapar ese ruido provocativo delante de él y más enfadado aún por parecer que estaba entregado a ese bastardo, le sujeté la mano con fuerza cuando noté que la metía por los pantalones.
—¡Te he dicho que no me toques hijo de puta! —maldije gritándo rudamente mientras hacía el intento de golpearle de nuevo, ese bastardo me inmovilizó nuevamente y con furía me empujó al suelo, rápidamente se puso encima de mí sujetándome los brazos con su peso, mirándome con lascividad.
—Tus gritos sólo me exitan más... —vi como se relamía los labios y a la vez descendía su mano hasta el broche de sus pantalones—. Voy a tomarte, Sasuke. He esperado mucho tiempo para hacerlo contigo de nuevo así que no voy a dejarte marchar.
Me removí debajo de él y lo fulminé con la mirada.
—¿Eso crees? —sonreí de medio lado y noté como su rostro cambió por mi inesperada reacción—. Yo no soy el mismo de antes, no voy a permitir que me controles a tu antojo.
—Disculpe, señor. Ese area es reservada.
Miré por encima del hombro, con ira y sin decir nada abrí la puerta entrando por ella, me sorprendió encontrar un lugar de éstas carácterísticas en éste hotel, que aunque sabía que era para personas adineradas...,esas palmeras y la piscina iluminada con una luz tenue me parecían fuera de lugar, aunque realmente me parecía bonito y relajante, y era relajarme lo que necesitaba ahora mismo, así que anduve hasta llegar al lado de la piscina y me senté en el borde.
Sabía que era peligroso quedarse aún en el hotel, pero si el bastardo de Miyagi decidía buscarme seguramente nunca se imaginaría que estaría en un lugar como éste, lo más lógico esque me buscara fuera del hotel, y estaba seguro de que lo haría.
Estuve unos minutos observando el agua, pensativo y antes de que me diera cuenta sentí como alguien me abrazaba por detrás y me pegaba a su pecho, contuve la respiración uno segundos y abrí los ojos con esturpor. No había ninguna duda, ese olor y esa manera de abrazarme no podría olvidarla por mucho que me lo propusiera; recordé lo que me dijo el recepcionista del hotel antes de entrar a la habitación y suspuse que ese maldito bastardo le ofreció el dinero que le vino en gana para mantener su boca cerrada y que no le impidiera que entrara en éste supuesto lugar reservado. No esperó, ese bastardo empezó a acariciar mi pecho metiendo la mano por la parte superior de la camisa y luego sentí su acelerada respiración junto a mi cuello.
—Es inutil que intentes huir..., sabes que podré encontrarte, da igual dónde vayas... —comentó susurrándo mientras me pasaba la lengua por el cuello y me mordisqueaba debajo de la barbilla.
Con la cara descompuesta por el asco que me producía, le metí un codazo en las costilla con todas mis fuerzas, pero sólo conseguí que me abrazara con más fuerza sin darme oportunidad a escapar, gruñí con frustración y elevé la cabeza con la mirada inexpresiva, después de todo parecía que no podía evitar que ese mal nacido dejara de acosarme, pensaba que evitándolo y despreciándolo dejaría de seguirme, pero parece que sólo logré provocarlo más, estaba exitado y yo me sentía inútil, apreté la mandíbula con fuerza y agaché la cabeza.
—No me toques... —pronuncié en tono amenazador.
Sentí como temblaba, pero no de miedo evidentemente, si no de furía y frustración por no poder evitar lo que estaba pasando, escuché una sonrisa de su parte y mientras me sujetaba con su brazo izquierdo, bajó la otra mano hasta mi entrepierna, la acarició por encima de los pantalones y seguidamente me atacó el cuello nuevamente, eché la cabeza hacía atrás con brúsquedad y recordé como unas horas antes eso mismo lo había hecho el enano, el simple pensamiento de él tocándome me hizo gemir roncamente, me mordí el labio maldiciéndome mentalmente por dejar escapar ese ruido provocativo delante de él y más enfadado aún por parecer que estaba entregado a ese bastardo, le sujeté la mano con fuerza cuando noté que la metía por los pantalones.
—¡Te he dicho que no me toques hijo de puta! —maldije gritándo rudamente mientras hacía el intento de golpearle de nuevo, ese bastardo me inmovilizó nuevamente y con furía me empujó al suelo, rápidamente se puso encima de mí sujetándome los brazos con su peso, mirándome con lascividad.
—Tus gritos sólo me exitan más... —vi como se relamía los labios y a la vez descendía su mano hasta el broche de sus pantalones—. Voy a tomarte, Sasuke. He esperado mucho tiempo para hacerlo contigo de nuevo así que no voy a dejarte marchar.
Me removí debajo de él y lo fulminé con la mirada.
—¿Eso crees? —sonreí de medio lado y noté como su rostro cambió por mi inesperada reacción—. Yo no soy el mismo de antes, no voy a permitir que me controles a tu antojo.
Re: Una cena problemática.
Estaba ideando alguna manera de despistar al molesto recepcionista cuando de repente lo vi. Estaba a tan sólo unos metros, en un pequeño jardín que estaba muy cerca de la entrada y que podía ver gracias a que las puertas eran de cristal. Lo observé en silencio mientras él miraba a nada en particular; estaba solo. Eso me sorprendió, ¿podría ser que me hubiera precipitado y que no se hubiera citado con el tipejo irritante? Llegué a sentirme ridículo por haberlo seguido hasta allí, sin lugar a dudas, él se burlaría de mí si se enterara de lo que había hecho.
A punto estuve de dar media vuelta y alejarme, pero entonces vi detrás de él al tipejo irritante. Abrí los ojos, perplejo, al ver cómo lo abrazaba. Desde allí no escuchaba lo que decían, pero era evidente que el orgulloso con complejo de irritante no quería que aquel hombre lo tocara. Durante unos instantes, me quedé estático, sin ser capaz de apartar la mirada, y en el preciso instante en que vi cómo el tipejo irritante se colocaba encima de él y comenzaba a desabrocharse los pantalones, reaccioné por fin. Caminé en dirección al jardín a paso rápido con la mayor sensación de ira que jamás se hubiera apoderado de mí. Sólo tenía en mente una cosa: matar a ese tipo. Saqué mis tonfas y las agarré con tanta fuerza que sentí un escozor en las palmas.
El recepcionista, que me seguía gritándome algo de que no podía ir a aquella zona, llegó hasta mí y trató de cogerme del brazo, pero antes de que me tocara siquiera, giré las pupilas hacia él, ceñudo, y le asesté un fuerte golpe que lo lanzó contra la pared y lo dejó inconsciente. Continué mi camino y me detuve al percatarme de un cambio en la actitud del tipejo irritante; parecía sorprendido, pero sobre todo furioso. De pronto, sentí cómo alguien me sujetaba por detrás y trataba de tirarme al suelo. Yo me revolví, lo hice caer al suelo con un barrido y lo tumbé con un golpe seco en la nuca. Después, alcé la vista hacia el segundo de los que sin duda eran los seguratas del hotel, esperé hasta que llegara a mí, esquivé su torpe golpe y lo golpeé de lleno en la mandíbula, terminando con un golpe en la cabeza que lo dejó sin sentido.
Me incorporé, por momentos más furioso, entré al jardín y me dirigí caminando al mismo paso rápido hacia el tipejo irritante. En cuanto llegué hasta él, lo cogí del hombro, lo giré con brusquedad hacia mí y lo golpeé con todas mis fuerzas en la mandíbula, de modo que se apartó de encima del debilucho y cayó al suelo de espaldas. Desde mi posición superior, lo miré con rabia y le amenacé hablando con falsa calma y voz dura:
—Tú... Si te atreves a volver a ponerle un dedo encima, en cualquiera de los sentidos, a intentar ponerte en contacto con él o incluso a dirigirte a él... —Entorné los ojos en un gesto peligroso y agregué—: Te morderé hasta la muerte.
A continuación, me giré hacia el debilucho, lo miré por primera vez, sin suavizar mi expresión, y le espeté:
—¿Qué pasa contigo? ¿Es que pensabas quedarte ahí parado sin hacer nada?
A punto estuve de dar media vuelta y alejarme, pero entonces vi detrás de él al tipejo irritante. Abrí los ojos, perplejo, al ver cómo lo abrazaba. Desde allí no escuchaba lo que decían, pero era evidente que el orgulloso con complejo de irritante no quería que aquel hombre lo tocara. Durante unos instantes, me quedé estático, sin ser capaz de apartar la mirada, y en el preciso instante en que vi cómo el tipejo irritante se colocaba encima de él y comenzaba a desabrocharse los pantalones, reaccioné por fin. Caminé en dirección al jardín a paso rápido con la mayor sensación de ira que jamás se hubiera apoderado de mí. Sólo tenía en mente una cosa: matar a ese tipo. Saqué mis tonfas y las agarré con tanta fuerza que sentí un escozor en las palmas.
El recepcionista, que me seguía gritándome algo de que no podía ir a aquella zona, llegó hasta mí y trató de cogerme del brazo, pero antes de que me tocara siquiera, giré las pupilas hacia él, ceñudo, y le asesté un fuerte golpe que lo lanzó contra la pared y lo dejó inconsciente. Continué mi camino y me detuve al percatarme de un cambio en la actitud del tipejo irritante; parecía sorprendido, pero sobre todo furioso. De pronto, sentí cómo alguien me sujetaba por detrás y trataba de tirarme al suelo. Yo me revolví, lo hice caer al suelo con un barrido y lo tumbé con un golpe seco en la nuca. Después, alcé la vista hacia el segundo de los que sin duda eran los seguratas del hotel, esperé hasta que llegara a mí, esquivé su torpe golpe y lo golpeé de lleno en la mandíbula, terminando con un golpe en la cabeza que lo dejó sin sentido.
Me incorporé, por momentos más furioso, entré al jardín y me dirigí caminando al mismo paso rápido hacia el tipejo irritante. En cuanto llegué hasta él, lo cogí del hombro, lo giré con brusquedad hacia mí y lo golpeé con todas mis fuerzas en la mandíbula, de modo que se apartó de encima del debilucho y cayó al suelo de espaldas. Desde mi posición superior, lo miré con rabia y le amenacé hablando con falsa calma y voz dura:
—Tú... Si te atreves a volver a ponerle un dedo encima, en cualquiera de los sentidos, a intentar ponerte en contacto con él o incluso a dirigirte a él... —Entorné los ojos en un gesto peligroso y agregué—: Te morderé hasta la muerte.
A continuación, me giré hacia el debilucho, lo miré por primera vez, sin suavizar mi expresión, y le espeté:
—¿Qué pasa contigo? ¿Es que pensabas quedarte ahí parado sin hacer nada?
Re: Una cena problemática.
Mientras observaba a Miyagi vi que él desvió su mirada, y pude notar como su rostro se mostraba preocupante, —preocupante, suponía por el cambio brusco de mirada—. De repente escuché un fuerte golpe y como ese bastardo salía disparado hacía atrás gimiendo de dolor, abrí los ojos sorprendido y entonces lo escuché.
No me lo creía, ¿qué se supone que hacía el enano aquí? ¿acaso me había estado siguiendo? aturdido, me incorporé y lo miré con perplejidad cuando se dirigió a Miyagi, no pude evitar sentir ese cosquilleo en el estómago al escucharlo, sus palabras me hicieron sentir bien, pero...¿por qué decía ahora todo eso? ¿quería decir acaso que alguien como yo le importaba? desvié la mirada avergonzado y segundos después escuché que se dirigía a mí, levanté la mirada y lo miré fijamente.
—¿Qué haces tú aquí? —respondí con otra pregunta evitando la suya, y luego miré de reojo a Miyagi que ya se estaba levantando poco a poco, después volví a dirigirla hasta él—. No necesitaba tu ayuda... —comenté en tono bajo aunque bastante rudo, estaba enfadado por todo lo acontecido, nuevamente había sido salvado por él y eso me molestaba, tenía que hacerle entender que no necesitaba la ayuda de nadie.
—Tú...mocoso... —Miyagi terminó de incorporarse y con la furia pintada en su rostro se dirigió hasta el enano velozmente y le golpeó en la mejilla con fuerza, a causa del fuerte impacto cayó al suelo y justo en ese momento me puse delante de él, evitando que ese bastardo siguiera golpeándolo, lo fulminé con la mirada y añadí seriamente—:
—Te lo repetiré de nuevo. No vuelvas a llamarme ni a buscarme, o te juro que la próxima vez que vea tu cara, te la partiré.
Me miró con ira y sonrió maliciosamente.
—Veo que has encontrado un nuevo juguete. —Miró hacía el enano con desprecio y mientras se acariciaba la mandíbula soltó una carcajada—. Será mejor que no te encapriches de Sasuke, mocoso. Lo pasarás mal.
Fruncí el ceño por su comentario y apreté el puño con fuerza.
—Tú no tienes nada que ver con él.
No me lo creía, ¿qué se supone que hacía el enano aquí? ¿acaso me había estado siguiendo? aturdido, me incorporé y lo miré con perplejidad cuando se dirigió a Miyagi, no pude evitar sentir ese cosquilleo en el estómago al escucharlo, sus palabras me hicieron sentir bien, pero...¿por qué decía ahora todo eso? ¿quería decir acaso que alguien como yo le importaba? desvié la mirada avergonzado y segundos después escuché que se dirigía a mí, levanté la mirada y lo miré fijamente.
—¿Qué haces tú aquí? —respondí con otra pregunta evitando la suya, y luego miré de reojo a Miyagi que ya se estaba levantando poco a poco, después volví a dirigirla hasta él—. No necesitaba tu ayuda... —comenté en tono bajo aunque bastante rudo, estaba enfadado por todo lo acontecido, nuevamente había sido salvado por él y eso me molestaba, tenía que hacerle entender que no necesitaba la ayuda de nadie.
—Tú...mocoso... —Miyagi terminó de incorporarse y con la furia pintada en su rostro se dirigió hasta el enano velozmente y le golpeó en la mejilla con fuerza, a causa del fuerte impacto cayó al suelo y justo en ese momento me puse delante de él, evitando que ese bastardo siguiera golpeándolo, lo fulminé con la mirada y añadí seriamente—:
—Te lo repetiré de nuevo. No vuelvas a llamarme ni a buscarme, o te juro que la próxima vez que vea tu cara, te la partiré.
Me miró con ira y sonrió maliciosamente.
—Veo que has encontrado un nuevo juguete. —Miró hacía el enano con desprecio y mientras se acariciaba la mandíbula soltó una carcajada—. Será mejor que no te encapriches de Sasuke, mocoso. Lo pasarás mal.
Fruncí el ceño por su comentario y apreté el puño con fuerza.
—Tú no tienes nada que ver con él.
Re: Una cena problemática.
Estaba tan irritado mirando al orgulloso con complejo de dominante que no me di cuenta de que el tipejo irritante se dirigía a mí y me golpeó, haciéndome caer al suelo. Estreché los ojos, aún más furioso. No sólo había intentado someter al debilucho, sino que incluso se había atrevido a golpearme; lo mataría. Hice ademán de incorporarme, pero entonces el orgulloso con complejo de dominante se puso delante de mí. Lo miré con una mezcla de perplejidad y rabia, odiaba que intentara protegerme e iba a dejarle claro que no se le ocurriera volver a hacerlo.
Lo que me extrañó y al mismo tiempo me descolocó fue lo que dijo el tipejo irritante. ¿Nuevo juguete? ¿Que lo pasaría mal si me encaprichaba de él? Fruncí el ceño y aferré las tonfas con más fuerza. ¿Qué quería decir...? ¿Acaso, después de todo, sí era cierto que ese tipo y el chico del restaurante eran clientes del debilucho? De nuevo, me sentía confundido y, sobre todo, ridículo. Por una parte me arrepentía de haberlo seguido hasta allí, pero por otra no. No soportaba la idea de saber qué habría ocurrido si no los hubiera interrumpido.
En el momento en que me puse en pie, llegaron cuatro hombres vestidos de igual manera que los que había derrotado antes acompañados de otro con aspecto arrogante.
—Si no os vais ahora mismo de mi hotel, llamaré a la policía y antes me tomaré el lujo de devolveros un "favor" —dijo éste en tono amenazante, mirándome a mí al decir aquello último.
Yo lo fulminé con la mirada y levanté una tonfa. De inmediato, los cuatro seguratas que lo acompañaban se pusieron en guardia. Empezaba a hartarme de todo eso y, a pesar de que deseaba más que nunca morder hasta la muerte al tipejo irritante y a todo aquel que se pusiera en mi camino, me guardé las tonfas y, sin mirarlo, agarré bruscamente del brazo izquierdo al debilucho y lo obligué a seguirme. Durante el recorrido hasta la salida del hotel, ni me dirigí a él ni lo miré e hice caso omiso de sus quejas. La mano libre la tenía cerrada con tanta fuerza que por el escozor debía de estar sangrando, pero no me importó; no podía quitarme de la cabeza eso de "nuevo juguete"...
Lo que me extrañó y al mismo tiempo me descolocó fue lo que dijo el tipejo irritante. ¿Nuevo juguete? ¿Que lo pasaría mal si me encaprichaba de él? Fruncí el ceño y aferré las tonfas con más fuerza. ¿Qué quería decir...? ¿Acaso, después de todo, sí era cierto que ese tipo y el chico del restaurante eran clientes del debilucho? De nuevo, me sentía confundido y, sobre todo, ridículo. Por una parte me arrepentía de haberlo seguido hasta allí, pero por otra no. No soportaba la idea de saber qué habría ocurrido si no los hubiera interrumpido.
En el momento en que me puse en pie, llegaron cuatro hombres vestidos de igual manera que los que había derrotado antes acompañados de otro con aspecto arrogante.
—Si no os vais ahora mismo de mi hotel, llamaré a la policía y antes me tomaré el lujo de devolveros un "favor" —dijo éste en tono amenazante, mirándome a mí al decir aquello último.
Yo lo fulminé con la mirada y levanté una tonfa. De inmediato, los cuatro seguratas que lo acompañaban se pusieron en guardia. Empezaba a hartarme de todo eso y, a pesar de que deseaba más que nunca morder hasta la muerte al tipejo irritante y a todo aquel que se pusiera en mi camino, me guardé las tonfas y, sin mirarlo, agarré bruscamente del brazo izquierdo al debilucho y lo obligué a seguirme. Durante el recorrido hasta la salida del hotel, ni me dirigí a él ni lo miré e hice caso omiso de sus quejas. La mano libre la tenía cerrada con tanta fuerza que por el escozor debía de estar sangrando, pero no me importó; no podía quitarme de la cabeza eso de "nuevo juguete"...
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