Probando un poco más el traspaso de alma... [Cerrado]

Legué a los jardines, donde como de costumbre no había nadie. Respiré hondo un par de veces y choqué mis palmas. Toqué el suelo y de él surgió una estatua idéntica a mí. Me levanté para comprobar que era tal y como quería, y tras ésto choqué mis palmas de nuevo y toqué la estatua, concentrado en trasnsmitirle una pequeña parte de mi alma. Al momento, empezó a moverse, y me percaté de que no era lo mismo que cuando lo hice con Mac - joy. Al pasarlo a un objeto inanimado, pude sentir que podía ordenarle hacer algo con sólo pensarlo, y comprobé que así era. También comprobé que podía actuar por sí mismo, y al ordenarle usar la Alquimia para erigir un muro, comprobé también que podía usarla... me sorprendía el hecho de que, pasando una parte tan pequeña de mi alma, pudiese ser algo tan poderoso. Me quité la gabardina y la tiré junto a un árbol, y decidí entrenarme un poco contra aquélla copia mía, sería entretenido. Le envié una orden mental, pero me sorprendí al comprobar que no me hizo falta llegar a pensarlo para que él ya supiese lo que pretendía... sacudí la cabeza, al fin y al cabo, él era una parte de mí, era lógico que actuase como quería sin llegar a ordenárselo. Para mayor seguridad, chocamos nuestras palmas a la vez y creamos un cubo gigante a nuestro alrededor, para evitar que nos viesen en plena acción. Sonreímos, y ambos saltamos hacia el otro para comenzar con el entrenamiento.

-Ahh... ahh...- ambos nos encontrábamnos jadeando. No había caído en la cuenta de que él, al ser una estatua, podía modificar cualquier parte de su cuerpo con la Alquimia, y no sólo el brazo Automail. Sin embargo, eso me sirvió aún más para entrenarme, era todo un reto. Pude aguantarle hasta que nos tuvimos que detener los dos, exhaustos. Utilicé las últimas fuerzas en atacarle con un pilar surgido del suelo, pero él reaccionó de la misma manera, y al final... ambos caímos al suelo, golpeados por una columna aparecida de pronto frente a nuestras caras.

-Vaya... hacía bastante que no me entrenaba tan bien... creo que podré sacarle bastante provecho a ésta nueva habilidad...- me incorporé, frotándome el lugar donde me había alcanzado la columna de mi homólogo. Observé que él también se estaba levantando, algo costosamente. Nos acercamos al centro del cubo, y levantamos nuestras manos para chocar nuestras manos derechas y nuestras manos izquierdas, para después tocar el suelo a la vez. El cubo se deshizo al instante, y después me volví a levantar, choqué otra vez mis palams y toqué de nuevo a la estatua para recuperar la porción de alma que le había prestado. Cuando volví a sentir mi alma completa, choqué otra vez mis palmas y devolví la estatua al suelo, de donde la había sacado antes. Seguidamente, fui donde había tirado la gabardina y me la puse, y salí de los jardines rumbo a algún lugar...