Despejándome por la mañana a la orilla del mar... [Cerrado]

Llegué a la playa, que estaba vacía como la última vez que estuve aquí, y dejé la toalla cerca de la orilla. Me quité la ropa y me quedé en bañador, y seguidamente corrí hacia el mar, tirándome de cabeza. Emergí al instante al comprobar lo fría que estaba el agua, y una idea surgió de pronto en mi cabeza. Volví a salir del agua, y me puse frente a la orilla. Respiré hondo y estiré las manos hacia los lados, para después chocar las palmas y apoyarlas sobre el agua. Me concentré en calentar un poco el agua. No es que me molestase que estuviese fría, simplemente quería comprobar si podría controlar el agua usando la Alquimia. Cuando consideré que ya estaría algo más caliente, lo suficiente al menos para notar la diferencia, me decidía a meterme de nuevo, sumergiéndome entero otra vez. Salí al rato, con una sonrisa en la cara. Sin que se me borrase la sonrisa, choqué de nuevo mis palmas y toqué otra vez el agua para crear un muro de tres metros, y para que pudiese servir de defensa en alguna ocasión, me concentré a la vez en congelar el agua del muro. Cuando lo conseguí, le di un puñetazo con mi mano derecha, comprobando que apenas se desprendía un poco de escarcha, sin llegar a hacer un agujero realmente. Deshice el muro con otro choque de palmas. Terminaría probando a crear pinchos con el agua. Choqué las palmas una vez más, e hice lo mismo que con el muro: me concentré a la vez en crear los pichos y en congelarlos. Sonreí al comprobar que, de nuevo, conseguí lo que me propuse. El muro podría servirme de mejor defensa que el que suelo sacar del suelo, y para ello sólo tendría que dirigirme hacia un lugar con agua, o cerca de un bosque o una zona de árboles, donde podría aprovechar el agua del suelo y de los propios árboles, aunque eso ya era complicarse mucho. Salí del agua tras deshacer los pichos, y me tumbé en la toalla para mirar las nubes pasar. Así pasaría un poco el rato, hoy me había levantado demasiado pronto para ser yo.

Miré el reloj después de haber estado bastante tiempo allí tumbado, y al ver la hora me levanté y empecé a vestirme. Ya se me había secado el bañador, así que no tuve que preocuparme de si se me mojaban o no los pantalones. Cogí la toalla y me alejé de allí.