En la joyería. [Cerrado]

Cuando volvía para el instituto, vi unas pocas luces aún encendidas por la zona de las tiendas, y decidí probar suerte a ver si la joyería aún estaba abierta. Estaba de suerte, había un cartel en la puerta que decía:

Miré el reloj: Era un poco antes de esa hora, así que entré. -Buenas noches.- me dirigí al mostrador y dejé encima tres de los diamantes. -Venía a traerle estos diamantes.- le dije al dependiente. Cogió uno de esos microscopios que se ponían los joyeros en el ojo para calibrar la autenticidad de las joyas y piedras preciosas. Tras un rato observándolos, dió el visto bueno. "¿De dónde los has sacado, muchacho?", me preguntó el joyero. -Son un regalo que me hicieron para cuando necesitara utilizarlos, como venderlos o algo así.-. "Éstos diamantes son auténticos, de eso no hay duda. No voy a engañar a un chico como tú: no creo que tenga suficiente dinero para pagártelos, ahora mismo no". [Lógico que sean auténticos, en realidad es como si hubiera acelerado el proceso de transformación del carbono. Más auténtico que eso no encontraría nada] - pensé. -No me hace falta dinero, pero dígame una cosa: ¿podría darme éso de ahí?- Señalé lo que quería Hikari. "¿Sólo eso? Chico, ésto vale mucho más, ¿lo sabes? Para pagar eso, te sobra con uno de éstos". Como usted no ha intentado engañarme con su valor real, le daré los tres a cambio de lo que le he pedido. Me sentiría mal dejándole sólo uno con lo sincero que ha sido usted conmigo, así que acéptelos, por favor.- Me dió lo que le pedí, y aceptó los diamantes, aunque le tuve que insistir un poco más. "Gracias, chico, te lo agradezco de verdad. Adiós." -Hasta luego.-, dije mientras salía de allí. Suspiré. Estaba emocionado, le iba a dar una sorpresa a Hikari. Con esta idea en mente, volví a mi habitación a esperarla.