Un pequeñajo vagabundo.[cerrado]

**Arakami Sasuke** Dom Dic 13, 2009 4:57 pm

Después de la clase de Francés salí del instituto,la verdad esque lo mejor hubiera sido volver a mi habitación,pero odiaba estar tendido en la cama sin hacer nada,andar un poco no me vendría mal,supongo...
caminaba con parsimonía ajeno a lo que pasaba a mi alrededor,aún me inquietaba el momento cuando le acaricié la mejilla a mi compañero de habitación,no podía dejar de preguntarme a mi mismo por qué lo había hecho,ninguna de las respuestas que se me ocurrian me dejaba satisfecho,suspiré cansinamente y me senté en uno de los bancos que había por la avenida principal,ladeé mi cabeza a un lado y a otro,fijándome por primera vez como toda la calle estaba decorada con luces,árboles decorados llamativamente y Santa Claus por doquier.
Había estado tan absorto a todo lo que pasaba a mi alrededor que ni me había dado cuenta de que ya estábamos en Navidad.
"Navidad..." repetí en mi fuero interno haciendo una mueca,nunca me había gustado.Mientras miraba al frente si fijarme en nada concreto pasó una mujer con su hijo,los vi pasar a cámara lenta,el niño estaba sonriendo abiertamente,agarrado de la mano de su madre,y ella le iba hablando con dulzura devolviéndole la sonrisa.
Suspiré y cerré los ojos lentamente.esa era una de las razones por las que no me gustaba la Navidad,todo el mundo estaba eufórico y nervioso,sin contar lo pastelosos que podían llegar a ser,abrí los ojos lentamente y vi a pocos pasos de mi a un niño de unos siete años delante de mí, mirándome con dulzura,estaba vestido con ropa harapienta y su cara estaba llena de manchurrones.

—¿Te has perdido pequeñajo?
—No,vivo aquí. —me dijo con una voz aguda y dulce—. ¿Puede darme algo dinero? ¡por favor!
Hizo una reverencía cerrándo los ojos con fuerza y se quedó inclinado esperándo que yo le contestara,comprendí que ese pequeño era un vagabundo y que lo más seguro esque se pusiera a pedir así cada día.
—Mírame. —ordené y cuando me miró di dos golpes con la mano a mi lado— siéntate aquí.
El chico me obedeció y agachó la cabeza avergonzado.
—¿Va a darme algo de dinero? —preguntó esperanzador girando su rostro hacia mí,yo no le devolví la mirada simplemente asentí—. ¡¿De verdad?! —preguntó eufórico mirándome con intensidad— ¡muchas gracias,nii-chan! —exclamó con una radiante sonrisa.
Giré mi rostro hacia él,me saqué la cartera y le di unos diez mil yenes,el chico me miró estupefacto,mirando repetidamente el dinero y mi rostro.
—Con eso debes tener para un tiempo. —le sonreí de medio lado y le puse una mano en la cabeza revolviéndole el pelo,por alguna razón ese chico me recordaba a mí cuando era pequeño,y me sentí bien al ayudarlo.
Me di cuenta que mientras le revolvía el pelo él estaba conteniendo las lágrimas hasta que finalmente se lanzó a mi abrazándome sin poder parar de llorar,sentí un dolor agudo cuando me agarró por el pecho y él al escuchar como me quejaba se separó rápidamente.
—Nii-chan ¿estás bien? —preguntó preocupado mirándome con interés.

—No es nada... —dije con dificultad y seguí—. Debo irme ya pequeñajo,cuída bien del dinero que te he dado.
Me puse de pié y el chico me siguió,me agarró de la manga del jersey y me miró dulcemente.
—Muchas gracias nii-chan,eres una buena persona. —me sonrió y se fue corriendo,sonreí cuando lo perdí de vista, me giré andando por el lado contrarío donde se había ido él.No solía ayudar a mucha gente,la verdad...,pero él me recordaba tanto a mí...,yo había estado viviendo en la calle un par de semanas hasta que tuve la suerte —o más bien la desgracia— de que me encontrara el cabronazo de Miyagi,es verdad que en su momento se lo agradecí,me había ayudado mucho,me había dado dinero,fama y siempre me había apuntado a los colegios de mayores prestigios de Tokyo,por eso yo dejaba que me tocara aunque me repugnara,siempre me chantajeaba con quitármelo todo,pero al final fui yo, quién se lo quitó todo al irme de la agencia de modelos,sus ventas tocaron fondo,quizás por eso ahora tiene tanto interés en que vuelva con él...
suspiré y seguí andando lentamente cuando noté de nuevo el dolor en mi pecho, me levanté el jersey lo justo para ver que las vendas que pasaban por mis costillas estaban llenas de sangre, no me escandalicé,procuré mantener la calma y llegar al instituto antes de que el dolor aumentara más.