De regreso~ [Priv. Kamanosuke]

Me muerdo el labio y siento que me palpita una venita al lado de la mejilla, y ladeo la cabeza para mirarle de forma irónica.

-No te hagas el listillo-le replico-Que tú me darás respuestas más claras, pero yo te tengo que dar indicaciones más claras para no perderte en los barrios de mala muerte. Que tienes menos sentido de la orientación que Sanada en un convento de la castidad-le digo, casi entre dientes. Me está intentando hacer enfadar, o eso creo, y de cualquier manera, sé que el también es muy susceptible...

Ahora la sonrisa, se transforma en otro diabólica. Si lo que quería era tocarme las pelotas, lo ha conseguido y a base de bien.
-Bueno, llego el momento de que te despidas de las chucherías. Van a pasar a mejor vida.-le digo, levantandome mientras de crujo los nudillos y me acerco a él. ¿No decía que no parecía yo, que si estaba enfermo y demás? Pues bien, ahora me iba a conocer para el resto de sus días.

Lo miro con indiferencia, pero me recorre un escalofrío. Esta escena me suena de algo...

-Ni lo sueñes-le digo, incorporándome levemente. Si hace falta salir corriendo, corro que me las pelo. Pero antes que nada, quiero proteger mis chucherías.-Estás susceptible hoy, ¿o tú también estás con la regla?-le pregunto, recordándole cuantas veces me ha hecho ese comentario. Algo me dice que estoy hace más que cavar mi tumba, pero.... Ladeo ligeramente el cuerpo y lo miro entre desafiante y divertido, aunque me recorre otro escalofrío. Pero una cosa es clara.

Mis caramelos son míos. No los he robado ni lo he intentado. Y lo que se da no se recupera.

Se acabo, ya me ha cansado. Esa bolsa volverá a donde pertenece: ¡a la basura!
Sin más, me lanzo sobre él sin darle mucho tiempo de reacción, comenzando a rebuscar por los bolsillo ya que, en el momento de guardarla, no me había fijado mucho en que lugar lo hacía.

Antes de darme cuenta, se me abalanza como si fuera una bestia salvaje en busca de la captura de su presa. Realmente, le pega semejante metáfora, la de bestia, digo....

Siento que me recorre una descarga que dice "atención, peligro" cuando comienza a rebuscar en los bolsillos una vez encima mía, así que enseguida comienzo a forcejear contra él, ahora totalmente recostado sobre el césped (es que el idiota también pesa lo suyo ¬¬)

-¡Esas manos quietas, bestia!-le exigo, intentando separarlo de mí. Ya decía yo que estaba loco o algo-¡Joer, que humos traes hoy!

Siento que me palpita una vena bajo la mejilla mientras me cachea los bolsillos. De cualquier manera, no tengo demasiados, así que le va a costar bien poco llegar a la conclusión de que la bolsa está en el otro bolsillo. Y no quiero ponerme del todo violento cuando llegue el momento, así que mas le vale que se esté quieto. Y sí que le vale, porque como me vean así va a parecer muy raro y ya voy a tener una mancha en el historial de mi vida tan grande su cabezonería.

Ignoro sus intentos por apartarme y sigo rebuscando. Si no está en un sitio está en otro, sin lugar a dudas. Esa bolsa conocerá las profundidades del infierno y no las del estómago del greñudo.
-¡Cállate!-le espeto molesto, mordiendome la lengua para no enzarzarme en una batalla de insultos verbales con él, porqué sabía que iba a aprovechar la ocasion o bien para huir, o bien para apartarme de la bolsa ahora que estaba tan cerca. Seguramente la primera, aunque cualquiera de las dos me era desfavorable.
Dirijo la mano hacia el único bolsillo que queda pero debido al precario equilibrio que mantengo, pues con la otra mano intento parar sus forcejeos, y también por lo levemente mojado que está el césped, resbalo, cayendo sobre él.

Gyah! Siento que mi cabeza choca contra el césped frío y me quejo, cosa que prefiero antes de soltar una exclamación de sorpresa al ver que está sobre mí. ¡Eso ya estaba empezando a pasar a oscuro! ¡Cualquiera que nos viera pensaría una cosa rara! Y no es lo que quiero de mí, y seguro que este idiota no lo ha pensado. Siento que me pongo inicialmente blanco, luego rojo y finamente creo, creo, que recupero mi color inicial. Creo. Parezco un camaleón.

Detengo su mano, entre forcejeos, por la muñeca, y busco una manera de deshacerme de él. Por mi desgracia, supongo, soy más pequeño que él (o él es un tallo...), y no está la situación a mi favor. A ver si, tal vez....

Con la otra mano, rápidamente, saco un caramelo de la bolsa, en el bolsillo. Quito a la misma velocidad el papelito con los dedos índice y corazón y con una mueca, rezo para que mi puntéría a tan poca distancia no sea mala.

-¡Coño, vale ya-le espeto, metiéndole el caramelo en la boca-Ya está, ¡a ver si te tranquilizar un poco!

Vamos, si conmigo funciona, ¿porqué con él no? No es un medicamento usual, pero quizás sirva.

Joder, si es que no puedo tener más mala suerte. De golpe contra el suelo y en toda la frente. ¡Hay que joderse! Alzo la cabeza y chasqueo la lengua al notar como agarra la mano que está practicamente rozando la bolsa por la muñeca, pero para mi suerte, soy más fuerte que él. Y que conste que no es egocentrísmo, es la realidad.
Pero el momento decisivo llega cuando noto que me meto uno de esos asquerosos caramelos en la boca, lo cual hace que abra los ojos con sorpresa y me incorpore rápidamente, quedando medio sentado sobre sus caderas y, debido al asco de tener ese dulce en la boca (y casi atragantarme con el, debo añadir) no me doy cuenta de la situación tan comprometida. Sinceramente, creo que hasta el color de mi cara a cambiado.
-¡¿Qué haces gilipollas?!-exclamo, llevando una mano a la boca.- ¡Joder!-exclamo, apartando la mano y girando el rostro a un lado, dispuesto a escupir el jodido caramelo bien lejos.

Una corriente eléctrica me recorre el cuerpo cuando veo que erstá a punto de escupir el caramelo, ignorando totalmente la situación comprometida en la que estamos. ¿¡Escupir el caramelo!? ¡Antes muerto!

-¡Ni se te ocurra!-le grito, e inconscientemente, me medio incorporo como puedo y alzo mi mano a su cuello para girar su cara hacia mí. Tiro de él hacia mí y en un acto institivo, jnto violentamente sus labios con los míos e introduzco mi lengua en su boca, buscando el caramelo. Aprovecharé el factor sorpresa, que siempre funciona.

Estoy tan enfrascado con la búsqueda de mi dulce y su salvación que creo que no me he dado cuenta de lo que he hecho realmente....

¿Qué no? Ya lo verá. El caramelo va a probar el sabor del cesped y de la hierba.
Pero apenas estoy a punto de escupirlo, noto como me agarra del cuello y me gira hacia él, y antes de poder replicarle, sus labios ya están sobre los mios y su lengua moviendose dentro de mi boca.
Me quedo paralizado, mirandole mezcla de sorpresa y confusión, demasiado impresionado y aturdido como para incluso apartarlo. ¿Cómo narices hemos llegado a acabar así...y encima, por culpa de un caramelo?
No sé en que momento mi cuerpo se a medio destensado, ni en cual mi expresión se ha tornado a la de siempre, y mucho menos, en que momento le he tomado de la nuca y he comenzado a corresponderle el beso.
Ahora mismo da igual el caramelo que aún está en mi boca y que se mueve entre nuestras lenguas, da igual el hecho de que no estemos besando. Sólo es que me gusta y punto.

Solo soy consciente de lo que he hecho cuando recupero el caramelo y me doy cuenta de que realmente le estoy besando. Pero realmente me doy cuenta de ello cuando me corresponde al beso y pasa una de sus manos por mi nuca. Está tibia y me recorre un escalofrío por la espalda.
Inconscientemente, me trago el caramelo, y por ende, ya no tendría que haber ninguna razón por la cual continuar lo que he empezado (es decir, ese...ese...ese beso, eso), pero siento que, como por institno, mi lengua sigue entrelazándose con la suya y no corto ese contacto. Solo sé que me gusta lo que estoy haciendo, aunque sea con una persona a la que usualmente no le he guardado cariño alguno, y siento que le rodeo con ambos brazos el cuello para atraerlo a mí.
Es extraño, pero sabe mejor que un dulce...

Al sentir como me rodeo el cuello con los brazos, continuando el beso sin el caramelo, me apoyo en mis rodillasy lo hecho hacia atrás, recostandole nuevamente en el cesped,quedando ahora yo sobre él y con las piernas una a cada lado de su cuerpo, al igual que los antebrazos apoyadas a cada lado de su cabeza.
Y pensar que hace menos de un minuto estabamos a punto de matarnos, y ahora, dandonos el lote. Ni en mis más bizarros sueños podría haber pensado que pasaría pero hay estabamos... Y lo peor es que le estoy respondiendo y me gusta. Esto es un caos.

Algo me dice que hemos llegado a un punto en el que va a ser difícil mirarnos a la cara después de esto. Hace un momento me quejaba de qué pasaría si nos viera, y sinceramente, si alguien nos ve...¡que se joda! Yo no renuncio a mi diversión del momento...

Desgraciadamente, siento que me estoy quedando sin aire y me veo obligado, sin ganas, a romper ese contacto. Respiro copiosamente y al hacerlo, me topo momentáneamente con su cara. Ladeo levemente mi rostro a un lado, estoy ruborizado hasta la punta del pelo y cualquiera que me viera vería que me camuflo con el color de mi cabello. Ahora no sé como reaccionar y no logro ni titubear siquiera una maldición. Y es que esto no es normal.

-J-joder-tartamudeo para mí. Siento que aflojo el abrazo y algo me dice que nos espera una paliza tras esto. Solo me queda usar una excusa-S-Saizo, te he dicho mil veces....que no soy una chica-agrego, sin mirarle a los ojos. Menudo caos, es la primera vez que me tienen que ver tan abochornado y avergonzado.

Y es que otra razón para corresponderme a ese beso (que dios sabe como se me ocurrió) no le encuentro. ¿Habrá pensado en serio, de verdad, durante tantos años, que soy una chica? Otra razón no le encuentro, joder!

Dejo que se separe de mi para recuperar aire. Yo también lo necesito, aunque parece que el está más necesitado. Inconscientemente, para la lengua por mis labios, relamiendome brevemente. A pesar de haber estado comiendo dulces, no sabía tanto a ellos, era un sabor más suave. ¿O quizás no tenía nada que ver? Qué más daba...
O eso pienso hasta que sus palabras me hacen reaccionar, comenzando a analizar con más lógica y razón la situación. Fijandome en su cara sonrojada y como mira a otro lado evitando mirarme directamente, recayendo en la posición en la que estamos...y dandome cuenta (que ya iba siendo hora) de lo que acababa de pasar.
Me incorporo, aun arrodillado de igual manera.
-¡D-Deja de deciss estupideces!-le replico, para rápidamente quitarme de encima de él y sentar en el césped, un poco más allá de donde está.
¡Mierda y más mierda! ¡¿Qué cojones me había pasado para que esto hubiese acabado así?!

En cuanto siento que se quita de encima de mí y se sienta un poco más allá, le imito, pero de espaldas a él. Sigo coloradísimo y siento que me late el corazón a un ritmo que como no se pase, me dará un infarto o algo parecido. Aún respiro entrecortadamente y me tapo la boca con las manos. Se siente extraño y siento un estraño cosquillero en el estómago hasta el pecho. Trago saliva e intento calmarme. Pero, ¿qué ostias ha ocurrido?

No sé si hubiese preferido pegarme a ostias con él; aunque yo hubiese salido peor parado, es menos bochornoso. Ahora no sé ni como mirarle a la cara. Tengo un nudo en la garganta y maldigo a los putos caramelitos. Finalmente, y aún no sé muy bien como, logro murmurar:

-O-olvídalo-mierda, ¿porqué siempre me pongo a tartamudear? ¡Es ridículo!-L-lo....lo...s....lo siento-logro soltar, finalmente. A ver si cuela, lo olvida y se acabó.

Por dios, que vergüenza, pienso, mientras apoyo los codos en las rodillas y apoyo mi frente en mi otra mano, soltando un suspiro.

Me paso una mano por el rostro, con los ojos cerrados y mordiendome la lengua para evitar responder. Sí, sé que lo ha hecho de buena fé lo de disculparse. Lo sé, pero ahora estoy demasiado alterado y lo único que saldrá de mi boca, y es lo más seguro, será alguna frase bastante malsonante. Y ya es lo único que faltaba.
Pero es que, ¿que lo olvide? Algo me dice que eso va a ser imposible. No sé aún como narices hemos acabado así, aunque todo es culpa del caramelo. Y luego dicen que mi odio a los dulces está infundado. ¡Una mierda! ¡Son diabólicos!
Me desvió del asunto, y es algo que no puedo hacer. ¿Qué hago? ¿Qué digo? ¡¿Cómo voy a mirarle ahora?! Aunque, ¿no decía él que quería ignorarme? Pues iba a ser mucho más sencillo entonces. Sólo tenía que olvidarme del asunto y ya está. Sólo olvidarlo. Sólo...
-Cómo si fuera tan fácil.-suelto, en un tono de voz más bien bajito pero lo suficientemente entendible y molesto.

Chasqueo la lengua, indignado. Pues sí, a ver quien tenía narices ahora de olvidarse de eso. Intenté respirar hondo, aunque notaba que no se me pasaba ese latido desbocado.

Era solo un beso, solo eso, solo eso, solo eso....

"Con Saizo"

Me muerdo el labio inferior, entre enfadado conmigo mismo y nervioso. Aún me arde la cara, y me paso las manos entre el pelo, sosteniéndome la cabeza, aunque poco voy a pensar ahora en condiciones...Realmente no sé como reaccionar. Ante eso, suelto una irónica carcajada, que siento que hasta tiembla un poco.

-Qué patético...-murmuro. Sí, realmente soy patético. Aunque....

¡¿Y ahora a que venía esa carcajada?! Respiraaa, Saizo, respiraa. Paciencia, tranquilidad, serenidad... ¡¿Pero por qué cojones lo había hecho?! ¡¿Qué tenía de gracioso?!
Bueno, visto desde un punto de vista irónico, la situación era hasta cómica...pero para alguien que lo viese de fuera. A mi me hace de todo, menos gracia.
Le miro ligeramente de reojo, con molestia por la reciente carcajada. Pero como está de espaldas, no puedo verle a la cara ni hacer una idea de lo que pueda estar pasando por su cabeza.
Ya es dificil de frente, pues así es imposible.

Suspiro y vuelvo a replantearme esa pregunta fugaz en la cabeza. ES extraño, debo reconocerlo, que haya reaccionado así. Me paso el dedo índice por el labio inferior, y me siento mirando a Saizo. Quiero comprobar una cosa.

-Eh, Saizo-le llamo, con un tono de voz normal. Apunto eso porque normalmente es siempre a base de gritos y asco, pero esta vez es conmemorable-Una cosa....-

A ver si lo consigo y descubro el porqué, por que realmente me está preocupando.

Al escuchar como me llama, de una manera tan normal, aunque bastante...NORMAL, me giro yo también, mirandole con desconfianza.
Ya el tonito era bastante sospechoso, pero el hecho de que pareciese que nada había pasado, más sospechoso lo hacía. ¿Qué estaría pensando?
-¿Qué pasa?-pregunto, intentando no sonar muy brusco o preocupado, que es practicamente como me siento. No me fío...

Aunque noto que estoy algo ruborizado, siento que tengo la determinación y cabezonería suficientes para hacer lo que voy a hacer. Hago un mohín de duda y alzo una ceja, y me acerco a él a gatas. Ahora o nunca; una de las respuestas las tenía aseguradas.
Le cojo del cuello de la camisa y tiro de él hacia mí, y vuelvo a juntar nuestros labios, aprovechando de nuevo el factor sorpresa, que últimamente está de mi lado. Me recuesto sobre él e introduzco mi lengua en su boca, explorándola, y siento como me recorre de nuevo esa sensación tan ¿maravillosa? que hace que me replantee si no he perdido mucho el tiempo con dos caramelitos.

Solo me queda ver como reacciona...

Si ya sospechaba algo, ahora me lo parece aún más si se puede. No me gusta la forma en la que se me está acercando, ni el mohín que hace escasos segundos a hecho, ni como me mira...y debido a ello, de manera inconsciente, retrocedo ligeramente.
Y también, como consecuencia de ello, y de que aún estoy bastante aturdido por lo de antes, no reacciono a tiempo para evitar que, otra vez, nos encontremos de nuevo con los labios pegados y su lengua en mi boca. Ante ligeramente brusco y por sorpresa del acto, y también por estar algo echado hacia atrás, caigo de espaldas sobre el césped.
Parezco estúpido, en serio, pero no consigo que mi cuerpo reaccione como quiero, parece que simplemente actua por su cuenta. Aunque...confieso que no me desagrada. Es...una sensación extraña pero misteriosamente agradable.
Correspondo nuevamente al beso, poniendo yo también mi lengua en movimiento.

Sonrío interiormente. Al parecer a Saizo tampoco le desagradan los besos, ¿no? Si no, me hubiera aostiado bien aostiado hace rato. Nada dice que tras eso cualquiera haga un comentario impertinente ( y viendo como se enfada, seguro que el que lo suelta soy yo), pero al parecer, lo dejan tranquilito. Coloco ambas manos en su cuello, bajo la cabeza, pero en ningún momento tengo en la cabeza ahogarlo, así más me vale que no piense eso, o será lo que le ocurrirá. Simplemente lo hago para elevarle ligeramente el rostro, lo vi como una necesidad personal.

Siento que me vuelvo a quedar sin aire, pero intento aguantar unos segundos más, hasta que vuelvo a tener la necesidad de darle aire a mis pulmones. Respiro entrecortadamente, pero aún tengo una duda. Esta vez, miro a Saizo a la cara, con los ojos entrecerrados, Con un mohín, pongo una mano en su frente. Nada. Apoyo la barbilla en su pecho, mantentiendo nuestras caras a escasos centímetros.

-No tienes fiebre-concluyo, como si fuera un análisis médico. Entonces, alzo una ceja y lo miro con algo de extrañeza-¿Por qué reaccionas entonces?

No será el azúcar, ¿no?

No muevo un sólo dedo y le dejo que me alce el rostro desde el cuello. Aunque reconozco que me jode que lo haga. ¿Será porqué, en cierto modo, es él quien parece llevar el control?
Y, por extraño que parezca, muchas cosas comienzan a pasarme por la cabeza, sobre todo una en concreto...que como fuese verdad, hoy sería el día de la muerte de Kamanosuke Yuri, y con total certeza.
Cuando el beso se acaba, me quedo mirandole con cierta seriedad, viendo como respira entrecortadamente, al igual que yo aunque más. Siento como la sangre me empieza a hervir del cabreo que comienza a formarse, pero no, antes tengo que preguntar...por lo menos eso. O eso pienso hasta que veo como me pone una mano en la cabeza, y después la frente, para después soltar una de sus frases inteligentes y en tan acertadas en cada momento. Y si, estoy molesto. ¿No tenía nada más que decir? Porque, igualmente, yo podría decir lo mismo.
Pero opto por ignorarle, aun sin moverme, solo mirandole fijamente, ahora con mayor seriedad y frialdad que antes.
[b]-¿A qué cojones estás jugando?-[/b]le suelto, con voz siseante y en un tono neutro. Si todo era una nueva diversión del capullo esté, que buscase a otra persona.

Hago un mohín a su pregunta, que obviamente no contesta a la mía, y apoyo las manos en su pecho, para apoyar a su vez mi barbilla entre ellas. Entrecierro los ojos hasta que solo son una rendija por la cual se pueden ver escasamente mis ojos verdes. Hm, nos estamos poniendo serios.

Me lo pienso detenidamente. ¿Que a qué estoy jugando? Hm....es una buena pregunta, dado que se a la larga se me enseñó que con las cosas peligrosas no se juegan. Desgraciadamente, nunca hacía caso a ello. Supongo que de ahí su pregunta. Suspiro y cierro los ojos. Lo reconoceré; he vuelto a decir un comentario muy adecuado, ¿a que sí?.

-A qué estoy jugando... no sabía que estuviera jugando-pienso en voz alta. La verdad es que es así, más que una diversión ha sido una incercia hacia lo agradable. Y no considero que sea tan cruel, él también se lo está pasando bien, ¿no?. Paso de nuevo una mano por su frente y jugueteo con unos mechones de su flequillo-Sinceramente, no sé porqué he hecho lo que he hecho-reconozco, en un susurro.

Y es verdad, pero siento que tras eso estoy más a gusto. O tranquilo. O como quiera llamarse. No lo sé.